Samsung: cayó el máximo paterfamilias de Surcorea

Tras una larga, Li Kun-hi debió abandonar el management supremo del gigante industrial. Se va en medio de un escándalo por fraude y evasión, tras veinte años de férula directa, pero quizá siga influyendo vía su hijo, Li Jae-yong.

23 abril, 2008

Si, como sospechan los mentideros de Seúl, se produce ese reemplazo, el modelo empresario surcoreano no habrá desechado totalmente sus características nepóticas. Al fin de cuentas, el directivo saliente y el entrante llegaron –o llegarían- a sus cargos debido al ADN, no por méritos..

En general, observadores en Asia oriental y sudoriental abrigan seria dudas sobre hasta dónde ha cambiado el grupo o si, e realidad, acompañe las transformaciones sociopolíticas de la propia Surcorea. Por cierto, la democracia es en ese país algo tan nuevo como relativo.

No obstante, la renuncia de Kun-hi es un golpe para la cultura interna de un conglomerado de sesenta firmas. Entre ellas, Samsung Electronics, poderosa fabricante de televisores, celulares y microprocesadores que dirige justamente Jae-yong (40 años). Hasta ahora, hay una sola señal positiva: el grupo deja vacante la presidencia de la junta, que ocupaba el padre.

En concreto, Kun-hi y sus ejecutivos más allegados abandonan el holding y por lo menos quince divisiones. Todos han sido censurados por sus responsabilidades en delitos e irregularidades diversas. En adelante y excepto la presidencia de junta, varios cargos claves pasarán a directores externos. Eso nunca paso en el reino ermitaño, mitad sur.

La gestión del hoy renunciante, iniciada a fines de 1987, fue por cierto excelente. Las ventas del grupo fueron pasando de factrar US$ 13.000 millones a 150.000 millones anuales. En 2007, Samsung representaba 15% del producto bruto interno surcoreano y 20%de las exportaciones.

Entretanto, hay presiones políticas para que Jae-yong vaya a manejar alguna división en India, China o Asia occidental. También pesa la inminencia de juicios a Kun-hi y sus cómplices, a realizarse este mismo año. En conjunto, se los acusa de disimular en cuentas ajenas US$ 4.500 millones heredados de su padre hace muchos años. Ello ìmplica unos 120 millones en evasión tributaria directa, sin incluir inversiones inmobiliarias dentro o fuera de Surcorea.

Si, como sospechan los mentideros de Seúl, se produce ese reemplazo, el modelo empresario surcoreano no habrá desechado totalmente sus características nepóticas. Al fin de cuentas, el directivo saliente y el entrante llegaron –o llegarían- a sus cargos debido al ADN, no por méritos..

En general, observadores en Asia oriental y sudoriental abrigan seria dudas sobre hasta dónde ha cambiado el grupo o si, e realidad, acompañe las transformaciones sociopolíticas de la propia Surcorea. Por cierto, la democracia es en ese país algo tan nuevo como relativo.

No obstante, la renuncia de Kun-hi es un golpe para la cultura interna de un conglomerado de sesenta firmas. Entre ellas, Samsung Electronics, poderosa fabricante de televisores, celulares y microprocesadores que dirige justamente Jae-yong (40 años). Hasta ahora, hay una sola señal positiva: el grupo deja vacante la presidencia de la junta, que ocupaba el padre.

En concreto, Kun-hi y sus ejecutivos más allegados abandonan el holding y por lo menos quince divisiones. Todos han sido censurados por sus responsabilidades en delitos e irregularidades diversas. En adelante y excepto la presidencia de junta, varios cargos claves pasarán a directores externos. Eso nunca paso en el reino ermitaño, mitad sur.

La gestión del hoy renunciante, iniciada a fines de 1987, fue por cierto excelente. Las ventas del grupo fueron pasando de factrar US$ 13.000 millones a 150.000 millones anuales. En 2007, Samsung representaba 15% del producto bruto interno surcoreano y 20%de las exportaciones.

Entretanto, hay presiones políticas para que Jae-yong vaya a manejar alguna división en India, China o Asia occidental. También pesa la inminencia de juicios a Kun-hi y sus cómplices, a realizarse este mismo año. En conjunto, se los acusa de disimular en cuentas ajenas US$ 4.500 millones heredados de su padre hace muchos años. Ello ìmplica unos 120 millones en evasión tributaria directa, sin incluir inversiones inmobiliarias dentro o fuera de Surcorea.

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