Revisitando “Estado de Israel y Palestina” de Sebastián Wilhelm.

Ahora, que las balas se callaron y que la sangre ya no corre, quería revisitar esta premonición hecha cortometraje, producto de una de las mentes más interesantes de la creatividad argentina.

27 enero, 2009

<p>Por Patricio Cavalli</p>
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El Estado de Israel y Palestina se cruzan. En la memoria colectiva; en la historia; en las im&aacute;genes de la TV; en las caras y fotos de todos los sufrientes; y por supuesto, en la Ciudad de Buenos Aires. </p>
<p>Para los millones que ven el conflicto desde afuera, es siempre f&aacute;cil pedir y esperar que la inteligencia y creatividad derramada en esa regi&oacute;n (cuna del &aacute;lgebra, del monote&iacute;smo, de la qu&iacute;mica y la medicina moderna) se vuelque a encontrar la paz. </p>
<p>Pero la paz no llega, retumba en la violencia, no cesa. Y el mundo, que se ocupa de sus propios asuntos, mira con asombro, y define con indiferencia a la tragedia como una &quot;lucha entre vecinos&quot;. </p>
<p>Odio y absurdo </p>
<p>Por eso es que es importante revisitar hoy el cortometraje &quot;Estado de Israel y Palestina&quot;, creado y dirigido por Sebasti&aacute;n Wilhelm. En su capacidad premonitoria de objeto art&iacute;stico y en su b&uacute;squeda de realidad a trav&eacute;s del absurdo, la pieza refleja, explorando los m&aacute;rgenes del humor negro y la iron&iacute;a, precisamente el absurdo de la realidad. </p>
<p>&ldquo;Es una especie de Tom y Jerry del Siglo XXI. Lo que quer&iacute;a es mostrar el absurdo que son las guerras entre vecinos&rdquo;, dice Wilhelm (&oacute; &ldquo;Seba&rdquo;, como lo conoce su equipo de filmaci&oacute;n), hablando en exclusiva para Mercado sobre su trabajo. Si el ser humano no fuera tan est&uacute;pido, dice, estos conflictos se resolver&iacute;an r&aacute;pidamente. </p>
<p>El corto fue filmado entre agosto y septiembre de 2006 y fue puesto online un a&ntilde;o despu&eacute;s. Su presencia en la web es tambi&eacute;n un reflejo de sus tiempos. El website<a href="javascript:void(0);/*1233068865484*/"> www.estadodeisraelypalestina.com</a> y los env&iacute;os virales que lo acompa&ntilde;aron, son la &uacute;nica forma de difusi&oacute;n que hasta ahora ha tenido la pieza, que cuenta con la locuci&oacute;n de Marcos Mundstock, y que naci&oacute; de la curiosidad que Wilhelm dijo sentir cuando se enter&oacute; del cruce de las calles en Buenos Aires. </p>
<p>Esquina de la paz </p>
<p>&ldquo;Pienso que deber&iacute;amos tratar de declararla &lsquo;esquina de la paz&rsquo; o algo similar&rdquo;, dice. Y es un proyecto que tiene en mente llevar adelante. </p>
<p>Estado de Israel y Palestina no es s&oacute;lo la historia de dos vecinos que se odian, se aman, se golpean, se besan, bailan juntos, se separan, firman la paz, y se matan. </p>
<p>Tanto en el corto, como en Buenos Aires, o en Oriente Medio, los protagonistas han sido puestos all&iacute; por obra de alguien indefinido, y deben convivir a pesar suyo. </p>
<p>En el corto, ese alguien indefinido es la ciudad que hizo que sus calles se crucen. Y que los mira entre at&oacute;nita e indiferente, mientras los protagonistas traen el conflicto a sus calles. </p>
<p>Y esto sea posiblemente la mayor sintomatolog&iacute;a de c&oacute;mo el mundo real se refleja en el filme. Buenos Aires, lejana, pac&iacute;fica, ejemplo mundial de convivencia pac&iacute;fica y dialogada entre religiones, culturas y creencias de todo tipo, conoce el dolor de cuando ese conflicto fue tra&iacute;do a sus calles ajenas a esa locura. </p>
<p>Final abierto </p>
<p>Pero no hay una b&uacute;squeda expl&iacute;cita de ese sentir en el trabajo de Wilhelm, que dice no haber hecho el corto para reflejar cuestiones de origen &eacute;tnico o cultural, sino puramente humanos. &ldquo;No lo hice como jud&iacute;o; lo hice como persona&rdquo;, dice. </p>
<p>Y es posiblemente esa b&uacute;squeda, pero sobre todo esa no-b&uacute;squeda, lo que le da frescura y autenticidad al trabajo. No es una bandera enarbolada, no es una causa llevada adelante, no es un manifiesto; es simplemente una met&aacute;fora de lo triste y lo absurdo. </p>
<p>Detr&aacute;s de esos siete interminables d&iacute;as de idas y venidas, pelea, reconciliaci&oacute;n y matanza; no est&aacute;n los siente d&iacute;as b&iacute;blicos, tras los cuales podr&iacute;a gestarse un mundo nuevo y de paz. Est&aacute;n todos juntos el fin del corto, el fin del conflicto, y el fin de la esperanza de que se resuelva. </p>
<p>Tambi&eacute;n est&aacute; ah&iacute;, el fin del mensaje de final abierto; y cuando culmina el mensaje, comienza la interpretaci&oacute;n. Lo cual no deja, en cierto modo, de ser esperanzador. </p>
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<a href="&quot;mailto:pcavalli@mercado.com.ar&quot;">pcavalli@mercado.com.ar</a> </p>
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