Reunión de emprendedores para tratar de definir qué es un emprendedor

¿Son visionarios? ¿Van en pos de un sueño para hacerlo realidad?¿Quiénes y en qué circunstancias arriesgan todo y se lanzan con un emprendimiento? Wharton University organizó una conferencia para dilucidar estos temas.

18 diciembre, 2006

La figura del “emprendedor” tiene cautivado al mundo desde hace unos cuantos años. Las sociedades de muchos países valoran altamente la figura del emprendedor por su creatividad espontánea, su habilidad y disposición a tomar decisiones aun en ausencia de datos concretos y, generalmente, por su personalidad dispuesta a correr todo tipo de riesgos, incluido el financiero.

El concepto terminó conquistando también a las grandes empresas, que comenzaron a identificarse como poseedoras del “espíritu emprendedor” y a definir al “intrapreneur” como un emprendedor funcionando dentro de una organización. Poco a poco, así, el significado del término fue desdibujándose como ocurre siempre que un concepto es aplicado a muchos casos concretos diferentes. La conclusión es que son tantos los emprendedores que nos rodean que ya no se sabe ya muy bien quiénes son ellos realmente y qué es lo que distingue a sus “aventuras comerciales” de las convencionales.

Sobre este tema versó la reciente conferencia realizada en Wharton University con la organización del Entrepreneurship Club de la Escuela de Negocios, a la que fue invitado un grupo de emprendedoresn para que cuenten sus experiencias y filosofías de negocio y aconsejen a todos los interesados.

En opinión de Raffi Amit, director académico de los programas Goergen de Wharton (Goergen Entrepreneurial Management Programs), es un mito que los emprendedores tengan características especiales que los distingan de los demás. Según investigación que cita, nada demuestra que sean poseedores de características únicas ni que tengan más disposición para correr riesgos que otra gente. También es mito que tengan algún tipo de método secreto que aplican a todas sus aventuras, dijo; de lo contrario no se explicaría que muchos segundos intentos terminan en fracaso.

Para Sam Hamadeh, fundador de Vault.com, los que más posibilidades tienen de iniciar una aventura propia son los que por alguna razón no pertenecen al “establishment”. Cuando mayor sea la participación personal en el sistema instalado, más hay para perder iniciando negocios propios. Por eso, él señala a las minorías, inmigrantes, gays y lesbianas como algunos de los grupos con más probabilidad de tirarse a la pileta con proyectos comerciales propios.
Hamadeh mencionó también la enorme importancia que se da a hora al capital de riesgo como fuente de financiamiento. “Históricamente, la mayoría de los negocios se financian recurriendo a amigos, familiares , préstamos o hipotecas. Muy pocas empresas están respaldadas por capital de riesgo, pues ese recurso tiene sentido sólo cuando hace falta mucha plata para lanzar un negocio. Yo mismo fundé Vault con con un préstamo de US$ 25.000 de mi tarjeta de crédito”.

John Tedesco, presidente y CEO de Guardian Mobile Monitoring Systems, coincide con Hamadeh en que los individuos con seguridad financiera tienden a ser los menos propensos a dejar su empleo para iniciar una empresa. “Cuando más riqueza y prestigio acumula una persona, más adversa al riesgo se vuelve”. ¿Por qué? Porque el fracaso cuesta más cuando se tiene más para perder. Sin embargo, Tedesco señala también que la gente con dinero, credenciales y conexiones son las que están en mejor situación para recuperarse de reveses comerciales. Si les fracasa un emprendimiento, pueden conseguir empleos tal vez no al alcance de otra gente.

Una característica común entre todos los emprendedores reunidos en Wharton fue el optimismo. Para ellos, emprender una aventura comercial no es necesario soñar con una idea sino aprovechar todas las oportunidades que se encuentran (que se ven sólo si se presta la debida atención) en el empleo o en las experiencias y frustraciones como consumidor.

La figura del “emprendedor” tiene cautivado al mundo desde hace unos cuantos años. Las sociedades de muchos países valoran altamente la figura del emprendedor por su creatividad espontánea, su habilidad y disposición a tomar decisiones aun en ausencia de datos concretos y, generalmente, por su personalidad dispuesta a correr todo tipo de riesgos, incluido el financiero.

El concepto terminó conquistando también a las grandes empresas, que comenzaron a identificarse como poseedoras del “espíritu emprendedor” y a definir al “intrapreneur” como un emprendedor funcionando dentro de una organización. Poco a poco, así, el significado del término fue desdibujándose como ocurre siempre que un concepto es aplicado a muchos casos concretos diferentes. La conclusión es que son tantos los emprendedores que nos rodean que ya no se sabe ya muy bien quiénes son ellos realmente y qué es lo que distingue a sus “aventuras comerciales” de las convencionales.

Sobre este tema versó la reciente conferencia realizada en Wharton University con la organización del Entrepreneurship Club de la Escuela de Negocios, a la que fue invitado un grupo de emprendedoresn para que cuenten sus experiencias y filosofías de negocio y aconsejen a todos los interesados.

En opinión de Raffi Amit, director académico de los programas Goergen de Wharton (Goergen Entrepreneurial Management Programs), es un mito que los emprendedores tengan características especiales que los distingan de los demás. Según investigación que cita, nada demuestra que sean poseedores de características únicas ni que tengan más disposición para correr riesgos que otra gente. También es mito que tengan algún tipo de método secreto que aplican a todas sus aventuras, dijo; de lo contrario no se explicaría que muchos segundos intentos terminan en fracaso.

Para Sam Hamadeh, fundador de Vault.com, los que más posibilidades tienen de iniciar una aventura propia son los que por alguna razón no pertenecen al “establishment”. Cuando mayor sea la participación personal en el sistema instalado, más hay para perder iniciando negocios propios. Por eso, él señala a las minorías, inmigrantes, gays y lesbianas como algunos de los grupos con más probabilidad de tirarse a la pileta con proyectos comerciales propios.
Hamadeh mencionó también la enorme importancia que se da a hora al capital de riesgo como fuente de financiamiento. “Históricamente, la mayoría de los negocios se financian recurriendo a amigos, familiares , préstamos o hipotecas. Muy pocas empresas están respaldadas por capital de riesgo, pues ese recurso tiene sentido sólo cuando hace falta mucha plata para lanzar un negocio. Yo mismo fundé Vault con con un préstamo de US$ 25.000 de mi tarjeta de crédito”.

John Tedesco, presidente y CEO de Guardian Mobile Monitoring Systems, coincide con Hamadeh en que los individuos con seguridad financiera tienden a ser los menos propensos a dejar su empleo para iniciar una empresa. “Cuando más riqueza y prestigio acumula una persona, más adversa al riesgo se vuelve”. ¿Por qué? Porque el fracaso cuesta más cuando se tiene más para perder. Sin embargo, Tedesco señala también que la gente con dinero, credenciales y conexiones son las que están en mejor situación para recuperarse de reveses comerciales. Si les fracasa un emprendimiento, pueden conseguir empleos tal vez no al alcance de otra gente.

Una característica común entre todos los emprendedores reunidos en Wharton fue el optimismo. Para ellos, emprender una aventura comercial no es necesario soñar con una idea sino aprovechar todas las oportunidades que se encuentran (que se ven sólo si se presta la debida atención) en el empleo o en las experiencias y frustraciones como consumidor.

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