Paralelo entre naciones y empresas

Un nuevo libro titulado “Por qué fracasan las naciones” hace un paralelo entre países y empresas para concluir que lo que funciona a nivel país también funciona a nivel empresa.

26 abril, 2012

<p>Los autores, Daron Acemoglu (economista del MIT) y James A. Robinson (cientista pol&iacute;tico de Harvard), dicen que las naciones prosperan cuando fomentan la inclusi&oacute;n en las instituciones pol&iacute;ticas y econ&oacute;micas, y fracasan cuando el poder y la oportunidad se concentran en las manos de unos pocos. <br />
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En la misma l&iacute;nea, las empresas donde la toma de decisiones est&aacute; depositada casi exclusivamente en los altos ejecutivos, se est&aacute;n buscando problemas. Como los l&iacute;deres de naciones, necesitan practicar la toma de decisiones inclusiva para liberar toda la potencia econ&oacute;mica de sus organizaciones. <br />
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A casi todos los ejecutivos les gusta decir cosas como que &ldquo;su gente es el activo m&aacute;s importante que tienen&rdquo; y que &ldquo;la cultura es el componente fundamental de su competitividad&rdquo;. Pero son pocos los que respetan a sus profesionales en recursos humanos tanto como a sus gerentes de finanzas. Son pocas las empresas que intentan crear una cultura que haga triunfar a la gente. Pocas las que ponen el mismo esfuerzo en mejorar desempe&ntilde;o que en mejorar sistemas que lo midan. <br />
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Por lo general, la mayor&iacute;a de las compa&ntilde;&iacute;an operan sobre la base de que todo conocimiento y experiencia est&aacute; localizada en la cima de la pir&aacute;mide y que los de arriba saben m&aacute;s sobre c&oacute;mo hay que manejar la empresa. Tambi&eacute;n est&aacute; cimentada la idea e que est&aacute; bien que ellos ganen extraordinariamente m&aacute;s que los empleados rasos.<br />
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Cuando eso ocurre, los empleados advierten que sus ejecutivos act&uacute;an s&oacute;lo como agentes de su propio inter&eacute;s. Puede que realizen su tarea en forma efectiva, pero ciertamente su verdadero potencial y su participaci&oacute;n plena en el &eacute;xito de la compa&ntilde;&iacute;a no se aprovecha. <br />
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Los ejecutivos inteligentes act&uacute;an de otra manera. Instalan una cultura en la que se escucha con atenci&oacute;n las necesidades y opiniones de los trabajadores. Practican una versi&oacute;n de negocios que es totalmente inclusiva, como la que los autores describen cuando hablan del &eacute;xito de las naciones. <br />
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Esos ejecutivos reparten el poder por todos los niveles de la compa&ntilde;&iacute;a. Tratan de llevar la toma de decisiones lo m&aacute;s abajo posible en lugar de imponerlas desde arriba. Intentan invertir en el desarrollo de las capacidades de opinar con buen criterio para los empleados tomen ellos mismos las decisiones que antes les llegaban de arriba. .<br />
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Cuando la gente siente que tiene poder la firma se torna &aacute;gil porque sus decisiones se toman con m&aacute;s rapidez y con m&aacute;s conocimiento de la vida real, m&aacute;s cerca de los clientes. <br />
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En una palabra, el consejo de los autores a los empresarios es que aprendan a apreciar una buena decisi&oacute;n de donde venga en lugar de empe&ntilde;arse en tomarlas todas personalmente. A nivel naci&oacute;n, lo que empuja la conducta econ&oacute;mica es la pol&iacute;tica. A nivel empresa, la pol&iacute;tica se traduce en cultura y gente. Esa es la f&oacute;rmula para triunfar.</p>

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