Para ser buen líder

La capacidad de liderazgo es clave para el éxito de la empresa. Como no todo el mundo nace líder y -por suerte- las habilidades se pueden desarrollar, aquí van algunos consejos para lograr la mejor colaboración posible del cuerpo de empleados.

4 enero, 2005

Los mejores gerentes son aquellos que se comunican bien con sus equipos, trabajan con ellos en pos de objetivos comunes y, sobre todo, dan el ejemplo con su propio proceder. Cuando un gerente, jefe o patrón actúa de ese modo, aumenta su estatura profesional y mejora el humor de los empleados. Ambas cosas contribuyen al éxito de largo plazo de la compañía.

A continuación, cuatro maneras de mejorar las capacidades de liderazgo:

Resolver el problema de la comunicación. Usted no va a tener una relación productiva con sus empleados si primero no explica claramente cuáles son sus expectativas respecto del trabajo que les ha asignado. Para eso, deberá reunirse con cada uno y conversar detalladamente sobre sus responsabilidades. El paso siguiente es establecer una relación entre esas responsabilidades y los objetivos generales de la compañía. Al poner en contexto una función laboral, usted estará motivando positivamente a los empleados, quienes podrán ver de qué manera lo que cada uno de ellos hace afecta directamente los resultados de la compañía.
Una buena comunicación significa también dedicar el tiempo que haga falta para escuchar a la gente y ayudarla a avanzar en su carrera.

Delegación de tareas. Quien no confía en las habilidades de los que le rodean, no está haciendo bien su tarea de gerenciar. No importa si usted lo hace mejor y más rápido, eso puede ser una ventaja de corto plazo; pero en el largo plazo es más ventajoso dejar que otros hagan esa tarea y, de paso, usted queda libre para dedicarse a temas de estrategia general y tareas que sólo usted puede hacer. Simultáneamente, está ofreciendo a otros la posibilidad de crecer y desarrollarse profesionalmente.

Pero delegar no quiere decir asignar tareas sin tener en cuenta si la gente está preparada para hacerlas o si se les está brindando los recursos necesarios. Si las tareas resultan demasiado fáciles o demasiado difíciles, o si falta capacitación previa, la gente se aburre, o se frustra o se agota. Para evitar eso, hay que hacer mucha tarea previa.

Dar el ejemplo. Recuerde que usted debe ser un modelo de comportamiento para todos. Lo más importante en este sentido es ser coherente entre lo que dice y lo que hace. Es demasiado conocido el caso de personas que predican y pregonan lo que nunca se ve en su accionar diario. La coherencia es fundamental para su credibilidad: cumpla siempre con su palabra y trate a todos con la misma consideración. El favoritismo destruye el espíritu de equipo.

Reconocimiento. Ésta es una de las formas más fáciles de motivar a los empleados. Es bastante común suponer que si el jefe no se queja es porque está satisfecho con el trabajo. Pero la gente quiere ver el reconocimiento. Destaque y mencione logros en la newsletter de la compañía, invítelos a almorzar o envíeles una nota de agradecimiento. Nada de esto cuesta dinero y son formas de alentar y de dar a los empleados el empujoncito que necesitan para mantenerse entusiastas y motivados.

Los mejores gerentes son aquellos que se comunican bien con sus equipos, trabajan con ellos en pos de objetivos comunes y, sobre todo, dan el ejemplo con su propio proceder. Cuando un gerente, jefe o patrón actúa de ese modo, aumenta su estatura profesional y mejora el humor de los empleados. Ambas cosas contribuyen al éxito de largo plazo de la compañía.

A continuación, cuatro maneras de mejorar las capacidades de liderazgo:

Resolver el problema de la comunicación. Usted no va a tener una relación productiva con sus empleados si primero no explica claramente cuáles son sus expectativas respecto del trabajo que les ha asignado. Para eso, deberá reunirse con cada uno y conversar detalladamente sobre sus responsabilidades. El paso siguiente es establecer una relación entre esas responsabilidades y los objetivos generales de la compañía. Al poner en contexto una función laboral, usted estará motivando positivamente a los empleados, quienes podrán ver de qué manera lo que cada uno de ellos hace afecta directamente los resultados de la compañía.
Una buena comunicación significa también dedicar el tiempo que haga falta para escuchar a la gente y ayudarla a avanzar en su carrera.

Delegación de tareas. Quien no confía en las habilidades de los que le rodean, no está haciendo bien su tarea de gerenciar. No importa si usted lo hace mejor y más rápido, eso puede ser una ventaja de corto plazo; pero en el largo plazo es más ventajoso dejar que otros hagan esa tarea y, de paso, usted queda libre para dedicarse a temas de estrategia general y tareas que sólo usted puede hacer. Simultáneamente, está ofreciendo a otros la posibilidad de crecer y desarrollarse profesionalmente.

Pero delegar no quiere decir asignar tareas sin tener en cuenta si la gente está preparada para hacerlas o si se les está brindando los recursos necesarios. Si las tareas resultan demasiado fáciles o demasiado difíciles, o si falta capacitación previa, la gente se aburre, o se frustra o se agota. Para evitar eso, hay que hacer mucha tarea previa.

Dar el ejemplo. Recuerde que usted debe ser un modelo de comportamiento para todos. Lo más importante en este sentido es ser coherente entre lo que dice y lo que hace. Es demasiado conocido el caso de personas que predican y pregonan lo que nunca se ve en su accionar diario. La coherencia es fundamental para su credibilidad: cumpla siempre con su palabra y trate a todos con la misma consideración. El favoritismo destruye el espíritu de equipo.

Reconocimiento. Ésta es una de las formas más fáciles de motivar a los empleados. Es bastante común suponer que si el jefe no se queja es porque está satisfecho con el trabajo. Pero la gente quiere ver el reconocimiento. Destaque y mencione logros en la newsletter de la compañía, invítelos a almorzar o envíeles una nota de agradecimiento. Nada de esto cuesta dinero y son formas de alentar y de dar a los empleados el empujoncito que necesitan para mantenerse entusiastas y motivados.

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