Otra forma de comprar

Internet permite participar en remates on line donde el regateo en tiempo real crea un mercado dinámico con precios y valores que cambian con cada transacción. ¿Cuánto deben saber los usuarios?

9 febrero, 2000

La economía de remates sobre Internet está entrando en su apogeo. Las subastas dirigidas a empresas o al público consumidor representarán en el 2002 29% de todo el comercio electrónico, es decir, US$ 129.000 millones; eso representa un aumento de US$ 3.800 millones con respecto al año 1998, según cálculos de Keenan Vision, una empresa dedicada al análisis de este negocio.

El gigante de las subastas on line eBay declaró hace unos meses que tenía registrados seis millones de usuarios, 3,6 millones de artículos y 1.600 categorías.

Los consumidores tienen un acceso que nunca antes habían tenido a una increíble cantidad de datos sobre productos y precios, compren o no compren en Internet. Los vendedores también se benefician porque encuentran una mejor manera de informarse sobre lo que la gente compra, lo cual les permite customizar mejor sus productos.

En teoría, es lo más parecido que tenemos a un modelo perfecto de mercado.

El lado oscuro

Pero los consumidores tienen dos maneras de ver la emergente economía del remate. Por un lado es posible obtener una increíble cantidad de productos y servicios a precios incomparables… si quien compra tiene la suficiente astucia, claro. Por el otro, hasta el más avezado de los consumidores corre un considerable riesgo al comprar a extraños cosas que no se ve ni examina.

Con todo el entusiasmo que despiertan las subastas en Internet, se ha prestado poca atención a este aspecto. En su gran mayoría, los sitios de remates en la Red han adoptado una postura de no participar, ofreciendo a compradores y vendedores un lugar donde intercambiar información pero sin involucrarse en las transacciones. Casi todos operan ateniéndose al sistema de la “palabra de honor”.

Aunque no mucha gente no se rige por el honor. La Federal Trade Commission dice que las estafas cometidas en remates on line encabezan ahora su lista de denuncias: 6.000 en los seis primeros meses de 1999 comparados con 300 en 1998.

Los piratas de productos falsos encuentran en la Red una base de operaciones muy conveniente. La Software & Information Industry Association descubrió que es falso 60% del software que ponen a disposición los sitios de remates eBay, ZDNet y Excite.

Los vendedores de antigüedades y piezas de colección parecen especialmente inclinados a malinterpretar los artículos que venden.

Policías y ladrones

Casi todos los sitios de remates coinciden en que vigilar las actividades de los participantes no es su tarea. Algunos recomiendan transacciones con tarjeta de crédito para dar más seguridad a los compradores, pero la mayoría de los particulares no acepta tarjetas de crédito. Y los particulares son, claro está, los que generan la mayor actividad en este renglón.

Auction Universe se ofrece a actuar como intermediario en las transacciones en su sitio, siempre y cuando el usuario se registre con su número de tarjeta de crédito.

Los servicios de depósito on line también ofrecen cierta seguridad. Por un porcentaje del precio de venta, retienen los fondos hasta que el vendedor haya verificado el valor y la autenticidad del artículo.

Finalmente, casi todos los sitios de remates on line confían en el feedback de los usuarios para detectar y negar el acceso a piratas, avivados y todo aquel que se aprovecha del anonimato del comercio en Internet. Pero muchos dicen que el feedback de los usuarios no es suficiente, que es obligación de las mismas empresas la tarea de proteger a los usuarios.

La tendencia indica que el regateo on line es un elemento más de la economía virtual del siglo XXI y que va a superar los límites de los remates en Internet. Se negociarán los precios de productos y servicios de todo tipo.

Las personas que no simpatizan con el regateo podrán contratar profesionales para que lo hagan en su lugar, creando así una oportunidad para ambiciosos emprendedores.

Los consumidores podrían también formar bloques negociadores y contratar intermediarios para obtener los mejores precios para cualquier cosa, desde combustible hasta frutas y verduras. Podrían hasta llegar a formarse cibercooperativas, como aquellas que aparecieron en los ´60 y ´70. Las posibilidades son infinitas.

La economía de remates sobre Internet está entrando en su apogeo. Las subastas dirigidas a empresas o al público consumidor representarán en el 2002 29% de todo el comercio electrónico, es decir, US$ 129.000 millones; eso representa un aumento de US$ 3.800 millones con respecto al año 1998, según cálculos de Keenan Vision, una empresa dedicada al análisis de este negocio.

El gigante de las subastas on line eBay declaró hace unos meses que tenía registrados seis millones de usuarios, 3,6 millones de artículos y 1.600 categorías.

Los consumidores tienen un acceso que nunca antes habían tenido a una increíble cantidad de datos sobre productos y precios, compren o no compren en Internet. Los vendedores también se benefician porque encuentran una mejor manera de informarse sobre lo que la gente compra, lo cual les permite customizar mejor sus productos.

En teoría, es lo más parecido que tenemos a un modelo perfecto de mercado.

El lado oscuro

Pero los consumidores tienen dos maneras de ver la emergente economía del remate. Por un lado es posible obtener una increíble cantidad de productos y servicios a precios incomparables… si quien compra tiene la suficiente astucia, claro. Por el otro, hasta el más avezado de los consumidores corre un considerable riesgo al comprar a extraños cosas que no se ve ni examina.

Con todo el entusiasmo que despiertan las subastas en Internet, se ha prestado poca atención a este aspecto. En su gran mayoría, los sitios de remates en la Red han adoptado una postura de no participar, ofreciendo a compradores y vendedores un lugar donde intercambiar información pero sin involucrarse en las transacciones. Casi todos operan ateniéndose al sistema de la “palabra de honor”.

Aunque no mucha gente no se rige por el honor. La Federal Trade Commission dice que las estafas cometidas en remates on line encabezan ahora su lista de denuncias: 6.000 en los seis primeros meses de 1999 comparados con 300 en 1998.

Los piratas de productos falsos encuentran en la Red una base de operaciones muy conveniente. La Software & Information Industry Association descubrió que es falso 60% del software que ponen a disposición los sitios de remates eBay, ZDNet y Excite.

Los vendedores de antigüedades y piezas de colección parecen especialmente inclinados a malinterpretar los artículos que venden.

Policías y ladrones

Casi todos los sitios de remates coinciden en que vigilar las actividades de los participantes no es su tarea. Algunos recomiendan transacciones con tarjeta de crédito para dar más seguridad a los compradores, pero la mayoría de los particulares no acepta tarjetas de crédito. Y los particulares son, claro está, los que generan la mayor actividad en este renglón.

Auction Universe se ofrece a actuar como intermediario en las transacciones en su sitio, siempre y cuando el usuario se registre con su número de tarjeta de crédito.

Los servicios de depósito on line también ofrecen cierta seguridad. Por un porcentaje del precio de venta, retienen los fondos hasta que el vendedor haya verificado el valor y la autenticidad del artículo.

Finalmente, casi todos los sitios de remates on line confían en el feedback de los usuarios para detectar y negar el acceso a piratas, avivados y todo aquel que se aprovecha del anonimato del comercio en Internet. Pero muchos dicen que el feedback de los usuarios no es suficiente, que es obligación de las mismas empresas la tarea de proteger a los usuarios.

La tendencia indica que el regateo on line es un elemento más de la economía virtual del siglo XXI y que va a superar los límites de los remates en Internet. Se negociarán los precios de productos y servicios de todo tipo.

Las personas que no simpatizan con el regateo podrán contratar profesionales para que lo hagan en su lugar, creando así una oportunidad para ambiciosos emprendedores.

Los consumidores podrían también formar bloques negociadores y contratar intermediarios para obtener los mejores precios para cualquier cosa, desde combustible hasta frutas y verduras. Podrían hasta llegar a formarse cibercooperativas, como aquellas que aparecieron en los ´60 y ´70. Las posibilidades son infinitas.

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