Oportunidades de empleo en el 2000

La revolución tecnológica, la más grande vivida hasta ahora por la humanidad, se presenta como el contexto a tener en cuenta para analizar las posibilidades laborales de nuevo siglo.

4 octubre, 2000

El estudio del empleo en el mundo actual es un tema tan importante como cualquiera de los que se enseña en las universidades de todo el mundo, las leyes y principios que lo rigen son tan reales y probables como la ley de gravedad enunciada en el siglo XVII.

Para clarificar el futuro del empleo en el mundo actual, habría que analizar el contexto en que nos toca vivir, que tiene que ver con la más grande revolución tecnológica vivida hasta ahora por la humanidad.

De forma cíclica, cada 200 años se produce en la humanidad un cambio drástico y total, que altera todas las reglas conocidas hasta ese momento.

Los anteriores ciclos transformadores fueron la invención de la imprenta primero -con la consecuente alfabetización de un número mayor de personas- y la revolución industrial del siglo XVIII.

Imaginemos el mundo anterior a la invención de la imprenta, en el cual la gente no sabía leer ni escribir pero eso no le preocupaba. Sólo unos pocos elegidos, en muy altos niveles, monopolizaban la información, que ahora es asequible en forma masiva a través de los medios, y será aún más difundida cuando se logre expandir Internet.

Cuando se empezó a divulgar el conocimiento gracias al avance tecnológico de la época, la imprenta, toda la estructura social se alteró: aparecieron los que sabían leer y escribir, y ésos se diferenciaban de los analfabetos.

Imaginemos el desconcierto, el dolor, el asombro de los pueblos del medioevo, que venían de un mundo estable y seguro, en el que cada uno tenía su lugar, inmutable y seguro, ante la nueva perspectiva: nada fue igual para los que no sabían las nuevas reglas del juego, ya no bastaba con tener brazos fuertes y ganas de trabajar, ahora había que leer, escribir, aprender, informarse y, sobre todo, capacitarse.

Los que no hacían todo eso, ya no eran necesarios en muchas actividades, quedaron sin empleos e inútil era echarle la culpa a los gobiernos: la solución no estaba en sus manos.

No se trataba de un tema político, coyuntural. Se trataba de un cambio estructural, independiente de cualquier acontecimiento o ideología política. Fue arrolladora la fuerza del progreso derivado del advenimiento de la imprenta como medio de difusión y de la revolución industrial con la máquina de vapor. Lo que cambió fue la estructura misma de la sociedad, las necesidades y requerimientos de la gente.

Con esas dos revoluciones 70% de la población, que era analfabeta, quedó marginada.

No desaparecieron los empleos, lo que desapareció fue cierto tipo de trabajos que ya no eran necesarios. Pero en cambio aparecieron muchas oportunidades para los que sí habían atinado a capacitarse para el nuevo mundo que se les avecinaba y la etapa que vivimos hoy es igual.

La cantidad total de empleos que existen es igual que antes, lo que ha cambiado es la clase de preparación para el trabajo que se necesita. Por eso se da esta paradoja: mientras mucha gente no tiene acceso al trabajo en el mundo moderno, otros son desesperadamente requeridos.

La informática ha dividido las posibilidades de empleo en dos planos: los que saben computación, idiomas y desarrollan sus capacidades de organización , liderazgo, negociación, relaciones humanas, además de lo específicamente necesario para el ramo en que trabajan.

Actualmente las universidades producen cada vez más gente en sectores que necesitan cada vez menos trabajadores, manteniendo costosas carreras sin utilidad posterior para los estudiantes.

Por eso el éxito de las empresas dedicadas a la capacitación, fuera del ámbito oficial, están ahora tomando parte activa en la educación a través de programas en que los estudiantes se preparan para situaciones reales.

Según la opinión de expertos recogida por la revista Fortune, sólo 3% de toda la fuerza laboral se empleará en la agricultura en forma de esfuerzo manual, las grandes corporaciones agrícolas reemplazan a las pequeñas chacras familiares, las combinan en grandes plantas cosechadoras y las mecanizan totalmente.

Asimismo, 16 % de toda la fuerza de trabajo se empleará en la fabricación actual, porque el trabajo de la clase media será reemplazado por una automatización totalmente computarizada.

Alrededor de 20% se dedicará a ciertas clases de trabajos que no pueden reemplazarse por las computadoras: son los que hacen funcionar las computadoras y programarlas, mientras que 61% restante, más de la mitad de toda la fuerza de trabajo, se dedicará a tareas profesionales y servicios públicos estatales o privados que tratan con la gente.

La conclusión es que más de la mitad de todos los trabajos futuros requerirán tratar con la gente. Allí están, entonces, las oportunidades laborales.

El empleo estará en los servicios que son tan personalmente necesarios que no pueden reemplazarse por ninguna computadora, por ejemplo la dirección.

Esta área es irremplazable, puesto que es la que decide qué es lo que deben computar las computadoras. La dirección decide lo que se hará, prepara planes y programaciones. No puede ser reemplazada.

La dirección será ocupada por personas con ideas creativas para mejorar las cosas. Las computadoras podrán ayudar a determinar la factibilidad de una idea, podrán calcular su provecho potencial, pero siempre, primero, alguien debe crear la idea, cosa que la computadora no puede hacer.

Además, la dirección será quien determine el trato con la gente. Los servicios profesionales o cualquier actividad que requieran trato con la gente y relaciones de persona a persona, será el tipo de empleo que más será necesario en el año 2000.

Las personas que se capaciten en negociación, liderazgo, organización, serán imprescindibles. No podrán reemplazarlas ninguna tecnología.

La única fórmula segura para afrontar el futuro, es capacitarse con perseverancia.

Esto no es nuevo en el mundo, ya ha habido en otras épocas situaciones de cambios rápidos y desconcertantes como los actuales, y de todos ellos se supo salir con respuestas concretas.

El estudio del empleo en el mundo actual es un tema tan importante como cualquiera de los que se enseña en las universidades de todo el mundo, las leyes y principios que lo rigen son tan reales y probables como la ley de gravedad enunciada en el siglo XVII.

Para clarificar el futuro del empleo en el mundo actual, habría que analizar el contexto en que nos toca vivir, que tiene que ver con la más grande revolución tecnológica vivida hasta ahora por la humanidad.

De forma cíclica, cada 200 años se produce en la humanidad un cambio drástico y total, que altera todas las reglas conocidas hasta ese momento.

Los anteriores ciclos transformadores fueron la invención de la imprenta primero -con la consecuente alfabetización de un número mayor de personas- y la revolución industrial del siglo XVIII.

Imaginemos el mundo anterior a la invención de la imprenta, en el cual la gente no sabía leer ni escribir pero eso no le preocupaba. Sólo unos pocos elegidos, en muy altos niveles, monopolizaban la información, que ahora es asequible en forma masiva a través de los medios, y será aún más difundida cuando se logre expandir Internet.

Cuando se empezó a divulgar el conocimiento gracias al avance tecnológico de la época, la imprenta, toda la estructura social se alteró: aparecieron los que sabían leer y escribir, y ésos se diferenciaban de los analfabetos.

Imaginemos el desconcierto, el dolor, el asombro de los pueblos del medioevo, que venían de un mundo estable y seguro, en el que cada uno tenía su lugar, inmutable y seguro, ante la nueva perspectiva: nada fue igual para los que no sabían las nuevas reglas del juego, ya no bastaba con tener brazos fuertes y ganas de trabajar, ahora había que leer, escribir, aprender, informarse y, sobre todo, capacitarse.

Los que no hacían todo eso, ya no eran necesarios en muchas actividades, quedaron sin empleos e inútil era echarle la culpa a los gobiernos: la solución no estaba en sus manos.

No se trataba de un tema político, coyuntural. Se trataba de un cambio estructural, independiente de cualquier acontecimiento o ideología política. Fue arrolladora la fuerza del progreso derivado del advenimiento de la imprenta como medio de difusión y de la revolución industrial con la máquina de vapor. Lo que cambió fue la estructura misma de la sociedad, las necesidades y requerimientos de la gente.

Con esas dos revoluciones 70% de la población, que era analfabeta, quedó marginada.

No desaparecieron los empleos, lo que desapareció fue cierto tipo de trabajos que ya no eran necesarios. Pero en cambio aparecieron muchas oportunidades para los que sí habían atinado a capacitarse para el nuevo mundo que se les avecinaba y la etapa que vivimos hoy es igual.

La cantidad total de empleos que existen es igual que antes, lo que ha cambiado es la clase de preparación para el trabajo que se necesita. Por eso se da esta paradoja: mientras mucha gente no tiene acceso al trabajo en el mundo moderno, otros son desesperadamente requeridos.

La informática ha dividido las posibilidades de empleo en dos planos: los que saben computación, idiomas y desarrollan sus capacidades de organización , liderazgo, negociación, relaciones humanas, además de lo específicamente necesario para el ramo en que trabajan.

Actualmente las universidades producen cada vez más gente en sectores que necesitan cada vez menos trabajadores, manteniendo costosas carreras sin utilidad posterior para los estudiantes.

Por eso el éxito de las empresas dedicadas a la capacitación, fuera del ámbito oficial, están ahora tomando parte activa en la educación a través de programas en que los estudiantes se preparan para situaciones reales.

Según la opinión de expertos recogida por la revista Fortune, sólo 3% de toda la fuerza laboral se empleará en la agricultura en forma de esfuerzo manual, las grandes corporaciones agrícolas reemplazan a las pequeñas chacras familiares, las combinan en grandes plantas cosechadoras y las mecanizan totalmente.

Asimismo, 16 % de toda la fuerza de trabajo se empleará en la fabricación actual, porque el trabajo de la clase media será reemplazado por una automatización totalmente computarizada.

Alrededor de 20% se dedicará a ciertas clases de trabajos que no pueden reemplazarse por las computadoras: son los que hacen funcionar las computadoras y programarlas, mientras que 61% restante, más de la mitad de toda la fuerza de trabajo, se dedicará a tareas profesionales y servicios públicos estatales o privados que tratan con la gente.

La conclusión es que más de la mitad de todos los trabajos futuros requerirán tratar con la gente. Allí están, entonces, las oportunidades laborales.

El empleo estará en los servicios que son tan personalmente necesarios que no pueden reemplazarse por ninguna computadora, por ejemplo la dirección.

Esta área es irremplazable, puesto que es la que decide qué es lo que deben computar las computadoras. La dirección decide lo que se hará, prepara planes y programaciones. No puede ser reemplazada.

La dirección será ocupada por personas con ideas creativas para mejorar las cosas. Las computadoras podrán ayudar a determinar la factibilidad de una idea, podrán calcular su provecho potencial, pero siempre, primero, alguien debe crear la idea, cosa que la computadora no puede hacer.

Además, la dirección será quien determine el trato con la gente. Los servicios profesionales o cualquier actividad que requieran trato con la gente y relaciones de persona a persona, será el tipo de empleo que más será necesario en el año 2000.

Las personas que se capaciten en negociación, liderazgo, organización, serán imprescindibles. No podrán reemplazarlas ninguna tecnología.

La única fórmula segura para afrontar el futuro, es capacitarse con perseverancia.

Esto no es nuevo en el mundo, ya ha habido en otras épocas situaciones de cambios rápidos y desconcertantes como los actuales, y de todos ellos se supo salir con respuestas concretas.

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