Nestlé, a punto de emular el modelo Procter & Gamble

En realidad, todo se relaciona con el nuevo director financiero (Paul Polman, que asumió realmente hace quince meses) y su ambición clave: ocupar la presidencia ejecutiva del gigante suizo. O sea, el sillón de Peter Brabeck.

18 septiembre, 2007

Los mentideros en el mundillo del management vienen fijándose en Polman desde su exposición inicial como ejecutivo del grupo. En aquel momento, principios de junio de 2006, se tomó el doble de tiempo que Brabeck para explicar proyectos en carpeta.

Fiel al estilo P&G, el nuevo director financiero –hablando en inglés- desplegó un gráfico donde demostraba que los márgenes de la empresa estaban entre los menores en la industria de alimentos y bebidas. Otra infografía señalaba atrasos logísticos respecto de sus rivales; o sea, tardaba en llevar los productos desde almacenes hasta bocas de expendio.

Ya a mediados de agosto último, el panorama iba mejorando. Nestlé anunció que las ventas habían crecido 7,4% en la primera mitad de 2007, acompañadas de mayores utilidades. Por supuesto, con US$ 83.000 millones anuales, el grupo supera cómodamente a la norteamericana Kraft Foods. Pero es menos eficaz y su management internacional no atina a operar con mayor dinamismo.

Hasta hace poco, Nestlé se parecía a la alemana Siemens, cuyos gerentes locales actuaban –hasta una reciente serie de escándalos- con escasa injerencia de casa central. Por supuesto, la firma suiza no atravesó crisis de ese tipo. No obstante, Polman ha importado recetas de Procter & Gamble, en particular las aplicadas al relanzamiento del detergente “Tide”, los pañales “Pampers” y la crema dèrmica “Olay”.

En otras palabras, ha presionado a los managers para descartar productos de baja demanda y, en cambio, proponer metas ambiciosas en divisiones tan claves como nutrición. Además, dispuso que áreas con problemas (helados en Estados Unidos, golosinas en Gran Bretaña) detallen mensualmente a un nuevo comité ejecutivo –que Polman guía- sus progresos.

Si bien cuenta con el apoyo de Brabeck, a criterio de expertos en management el ex P&G arriesga un choque de estilos si pretende imponer el suyo demasiado rápido. Pero el perfil del holandés Polman apunta justamente en esa dirección. No le faltan, claro, rivales para la presidencia ejecutiva. El mayor es Paul Bulcke, a cargo de los negocios en las tres Américas. En lo tocante a Brabeck mismo, debe abandonar el cargo tras diez años y pasar a la decorativa presidencia del directorio.

Por cierto, el futuro jubilado emitió una señal clara llevado Polman a Nestlé. En Procter & Gamble se especializaba en gestionar marcas pesadas y recomponer negocios en problemas y, en ese plano, Bulcke podría ser la primera baja si el holandés llega a la presidencia ejecutiva.

Los mentideros en el mundillo del management vienen fijándose en Polman desde su exposición inicial como ejecutivo del grupo. En aquel momento, principios de junio de 2006, se tomó el doble de tiempo que Brabeck para explicar proyectos en carpeta.

Fiel al estilo P&G, el nuevo director financiero –hablando en inglés- desplegó un gráfico donde demostraba que los márgenes de la empresa estaban entre los menores en la industria de alimentos y bebidas. Otra infografía señalaba atrasos logísticos respecto de sus rivales; o sea, tardaba en llevar los productos desde almacenes hasta bocas de expendio.

Ya a mediados de agosto último, el panorama iba mejorando. Nestlé anunció que las ventas habían crecido 7,4% en la primera mitad de 2007, acompañadas de mayores utilidades. Por supuesto, con US$ 83.000 millones anuales, el grupo supera cómodamente a la norteamericana Kraft Foods. Pero es menos eficaz y su management internacional no atina a operar con mayor dinamismo.

Hasta hace poco, Nestlé se parecía a la alemana Siemens, cuyos gerentes locales actuaban –hasta una reciente serie de escándalos- con escasa injerencia de casa central. Por supuesto, la firma suiza no atravesó crisis de ese tipo. No obstante, Polman ha importado recetas de Procter & Gamble, en particular las aplicadas al relanzamiento del detergente “Tide”, los pañales “Pampers” y la crema dèrmica “Olay”.

En otras palabras, ha presionado a los managers para descartar productos de baja demanda y, en cambio, proponer metas ambiciosas en divisiones tan claves como nutrición. Además, dispuso que áreas con problemas (helados en Estados Unidos, golosinas en Gran Bretaña) detallen mensualmente a un nuevo comité ejecutivo –que Polman guía- sus progresos.

Si bien cuenta con el apoyo de Brabeck, a criterio de expertos en management el ex P&G arriesga un choque de estilos si pretende imponer el suyo demasiado rápido. Pero el perfil del holandés Polman apunta justamente en esa dirección. No le faltan, claro, rivales para la presidencia ejecutiva. El mayor es Paul Bulcke, a cargo de los negocios en las tres Américas. En lo tocante a Brabeck mismo, debe abandonar el cargo tras diez años y pasar a la decorativa presidencia del directorio.

Por cierto, el futuro jubilado emitió una señal clara llevado Polman a Nestlé. En Procter & Gamble se especializaba en gestionar marcas pesadas y recomponer negocios en problemas y, en ese plano, Bulcke podría ser la primera baja si el holandés llega a la presidencia ejecutiva.

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