Mujeres y hombres en política

Según una investigación de la Universidad de Rice, Estados Unidos que publica Tendencias 21, lasl mujeres son menos corruptas que los hombres en sociedades democráticas. Sin embargo, en contextos institucionales en los que la corrupción está generalizada, no hay diferencia entre ambos géneros, revela una investigación

17 septiembre, 2013

Las mujeres son más propensas que los hombres a desaprobar -y tienden menos a participar en la corrupción política, pero sólo en los países donde la corrupción está estigmatizada, revela la investigación. Cuando la corrupción está generalizada (como sucede en las autocracias), las diferencias entre géneros en este aspecto se reducen.

El estudio ha constatado que las mujeres son menos tolerantes con las conductas corruptas, pero sólo en Gobiernos democráticos en los que la apropiación de la política pública para la obtención de beneficios privados suele ser castigada por votantes y tribunales.

 Según explica Justin Esarey‎, autor principal de la investigación, en un comunicado de dicha Universidad: “La relación entre el género y la corrupción parece depender del contexto. “Cuando la corrupción está estigmatizada, como en la mayoría de las democracias, las mujeres son menos tolerantes y menos propensas a participar en ella, en comparación con los hombres”.

La cosa cambia cuando la corrupción forma “parte corriente del Gobierno y disfruta del apoyo de las instituciones políticas. Entonces, no existen diferencias de género en cuanto a corrupción”, continúa Esarey.

Según el investigador, estudios previos habían demostrado que una mayor participación femenina en el Gobierno está asociada a niveles más bajos de corrupción percibida.

 Sin embargo, esta relación no existe en las autocracias‎ (sistema de gobierno cuya autoridad recae sobre una sola persona sin ningún límite), en las que las mujeres pueden sentirse más obligadas a estar de acuerdo con el status quo que a desafiar al sistema.

 

“Los estados que tienen más corrupción tienden a ser menos democráticos”, afirma Esarey. “En las autocracias, el soborno, el favoritismo y la lealtad personal a menudo forman parte de las operaciones corrientes del gobierno, y no están considerados como corrupción.”

 

Esarey cree que, en estos casos, muchas mujeres se sienten obligadas por las normas políticas de su sociedad, incluso cuando toman decisiones como funcionarios del gobierno. En estos contextos, resulta poco probable que “la contratación de mujeres en el gobierno reduzca la corrupción en todos los ámbitos”.

 

Características del estudio

 

El estudio se realizó en dos partes. En la primera, se evaluó la corrupción a nivel nacional, con datos de tres organizaciones que controlan y miden la corrupción: Transparencia Internacional; los Indicadores de gobernabilidad del Banco Mundial; e International Crisis Group (IGG), una organización no gubernamental, fundada en 1995, dirigida a la resolución y prevención de conflictos armados internacionales. Los datos fueron recogidos en 157 países entre 1998 y 2007.

 

En la segunda fase de la investigación se evaluaron las actitudes hacia la corrupción, a nivel individual, en 68 países, utilizando datos de la Encuesta Mundial de Valores (WVS), que supervisa cuánta gente tolera la corrupción. Estos datos fueron recogidos entre 1999 y 2002.

 

Esarey espera que la investigación aliente a otros académicos a estudiar a fondo los efectos de la discriminación de género en la corrupción en todo el mundo.

 

Universidad de Rice/Tendencias 21

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