Margherita Agnelli cuestiona las cuentas de tres albaceas

Es la última hija viva de Giovanni y sobrina de Umberto. A los 52 años, radicó una demanda contra Franzo Grande Stevens, principal abogado de la familia, Gianluigi Gabetti y Siegfried Maron (administra los activos privados en Suiza).

1 junio, 2007

Tras años de intangibilidad, una heredera de Giovanni, Margherita Agnelli Pahlen (antes Elkann), saca a luz delicados temas familiares. Por ejemplo, el volumen de la fortuna legada por el “abogado” y la propia imagen de una dinastía empresaria casi intocable. En un escrito presentado el miércoles 30 y filtrado a dos medios especializados anglosajones, la madre de John Philip –un joven proclive a amistades particulares- alega que los tres consejeros otrora más allegados a su padre (y su tío) “nunca han presentado un informe completo sobre el patrimonio total de Giovanni”.

La litigante afirma que, posiblemente, queden sumas importantes en una serie de cuentas –varias en Suiza, Liechtenstein, Luxemburgo, Vírgenes y otros “off shore”-, aún no distribuidas entre los derechohabientes. La querella puede quebrar la típica unidad del clan y denota la presión sobre el viejo modelo europeo de management familiar. Estas estructuras incluyen hoy activos por miles de millones, firmas cotizantes en bolsa y holdings tan poco diáfanos como IFIL. También subraya la incapacidad ejecutiva de herederos como el malhadado John Philip (nieto de Giovanni, hijo de un mediocre escritor inglés, Allan).

La gama que cubre IFIL es impresionante. Abarca 30,5% del paquete Fiat (más 30,1% en acciones preferidas), partes y componentes industriales, medios y un club de fútbol. En efecto, controla 100% de Alpitour, 71,5%de la inmobiliaria norteamericana Cushman & Wakefield, 49% de la papelera Sequana, 60% del Juventus y participaciones menores. La fortuna familiar se estima en cerca de € 2.300 millones o US$ 3.000 millones.

Pero su propietario final no es IFIL, sino Giovanni Agnelli & Cia, la “caja fuerte” familiar. En rigor, la ley italiana exige que, muerto un títular, la sociedad debe tomar el nombre de su heredero actual. Pero, dado que éste es Elkann, nadie se anima a cumplir con ese requisito.

Los legatarios de ambos Agnelli suman alrededor de 170. Juntos, han pasado guerras, derrumbes bursátiles, fracasos industriales, muertes y suicidios. En este momento, Fiat ha vuelto a ser una de las automotrices más dinámicas del mundo, aunque manejada por dos “forasteros”, Luca Cordero Montezemolo –lanzado al ruedo político como rival de Silvio Berlusconi en el centroderecha- y Sergio Marchionne. Respectivamente, presidente de junta y director ejecutivo. Pero el “comité” de Montezemolo es la Confederazione nazionale dell’industria, una UIA en serio.

Por supuesto, el pleito puede acarrear consecuencias complejas para la red de compañías cotizantes en bolsa. En particular, Gruppo Fiat e IFIL misma. En cuanto a la demanda en sí, Grande Stevens y Maron no quisieron hablar, en tanto Gabetti recordaba que –en 2004- Margherita se manifestó satisfecha con la distribución de la herencia paterna. Sin embargo, Agnelli Pahlen luego cuestionó el desempeño de los tres albaceas y los responsabiliza de no haber presentado todavía el recuento total de activos familiares.

Verbigracia, “a meses de fallecer mi padre, Maron me mostró una lista de fondos en el exterior (de Italia) que seguían operando y participaban en otras sociedades. Pero no me ofreció garantías de que representasen el monto total”. Según ella, recibió -en 2004- € 109 millones de una cuenta manejada vía Merrill Lynch. Nunca supo quién había ordenado el pago ni si quedaban remanentes en depósito. Margherita no sindica al trío por delitos penales, sino por no haber satisfecho sus reiterados pedidos de datos.

Tras años de intangibilidad, una heredera de Giovanni, Margherita Agnelli Pahlen (antes Elkann), saca a luz delicados temas familiares. Por ejemplo, el volumen de la fortuna legada por el “abogado” y la propia imagen de una dinastía empresaria casi intocable. En un escrito presentado el miércoles 30 y filtrado a dos medios especializados anglosajones, la madre de John Philip –un joven proclive a amistades particulares- alega que los tres consejeros otrora más allegados a su padre (y su tío) “nunca han presentado un informe completo sobre el patrimonio total de Giovanni”.

La litigante afirma que, posiblemente, queden sumas importantes en una serie de cuentas –varias en Suiza, Liechtenstein, Luxemburgo, Vírgenes y otros “off shore”-, aún no distribuidas entre los derechohabientes. La querella puede quebrar la típica unidad del clan y denota la presión sobre el viejo modelo europeo de management familiar. Estas estructuras incluyen hoy activos por miles de millones, firmas cotizantes en bolsa y holdings tan poco diáfanos como IFIL. También subraya la incapacidad ejecutiva de herederos como el malhadado John Philip (nieto de Giovanni, hijo de un mediocre escritor inglés, Allan).

La gama que cubre IFIL es impresionante. Abarca 30,5% del paquete Fiat (más 30,1% en acciones preferidas), partes y componentes industriales, medios y un club de fútbol. En efecto, controla 100% de Alpitour, 71,5%de la inmobiliaria norteamericana Cushman & Wakefield, 49% de la papelera Sequana, 60% del Juventus y participaciones menores. La fortuna familiar se estima en cerca de € 2.300 millones o US$ 3.000 millones.

Pero su propietario final no es IFIL, sino Giovanni Agnelli & Cia, la “caja fuerte” familiar. En rigor, la ley italiana exige que, muerto un títular, la sociedad debe tomar el nombre de su heredero actual. Pero, dado que éste es Elkann, nadie se anima a cumplir con ese requisito.

Los legatarios de ambos Agnelli suman alrededor de 170. Juntos, han pasado guerras, derrumbes bursátiles, fracasos industriales, muertes y suicidios. En este momento, Fiat ha vuelto a ser una de las automotrices más dinámicas del mundo, aunque manejada por dos “forasteros”, Luca Cordero Montezemolo –lanzado al ruedo político como rival de Silvio Berlusconi en el centroderecha- y Sergio Marchionne. Respectivamente, presidente de junta y director ejecutivo. Pero el “comité” de Montezemolo es la Confederazione nazionale dell’industria, una UIA en serio.

Por supuesto, el pleito puede acarrear consecuencias complejas para la red de compañías cotizantes en bolsa. En particular, Gruppo Fiat e IFIL misma. En cuanto a la demanda en sí, Grande Stevens y Maron no quisieron hablar, en tanto Gabetti recordaba que –en 2004- Margherita se manifestó satisfecha con la distribución de la herencia paterna. Sin embargo, Agnelli Pahlen luego cuestionó el desempeño de los tres albaceas y los responsabiliza de no haber presentado todavía el recuento total de activos familiares.

Verbigracia, “a meses de fallecer mi padre, Maron me mostró una lista de fondos en el exterior (de Italia) que seguían operando y participaban en otras sociedades. Pero no me ofreció garantías de que representasen el monto total”. Según ella, recibió -en 2004- € 109 millones de una cuenta manejada vía Merrill Lynch. Nunca supo quién había ordenado el pago ni si quedaban remanentes en depósito. Margherita no sindica al trío por delitos penales, sino por no haber satisfecho sus reiterados pedidos de datos.

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