Los supermercados del futuro

Los grandes centros de venta van a alojar no sólo filiales bancarias sino también farmacia, tintorería, guardería, gimnasio y centro médico. Pero el almacén futurista ya funciona.

1 junio, 2000

El almacén futurista ya está funcionando en Haarlem, Países Bajos, y los clientes que lo visitan afirman que nunca han estado en un lugar como ése.


La organización a la que pertenece, Royal Ahold NV (en la Argentina, propietaria de Supermercados Disco), que tiene filiales hasta en Nueva York, seguramente está abriendo nuevos rumbos en la forma en que van a funcionar los almacenes en todo el mundo.

Para recorrer este nuevo tipo de comercio hace falta, sí, el tradicional carrito de compras. Pero aquí termina el parecido con el supermercado actual.

La distribución del comercio está planteada en círculos concéntricos que reemplazan a los pasillos lineales.

Los productos están organizados según la hora del día en que se utilizan. Por ejemplo, todos los productos que la gente compra para desayuno están agrupados juntos.

Eso fomenta, dicen, la compra por impulso. En la misma línea, se exhiben juntos los productos que por lo general la gente usa combinados, como pastas, queso rallado, especias y salsas.

Los clientes usan tarjetas inteligentes y escáners personales de mano para registrar los artículos antes de colocarlos en el changuito. Con ese sistema el trámite en la caja de salida se acelera, al punto de volverse prácticamente instantánea.

La información que pide el consumidor le llega electrónicamente y en segundos. Por ejemplo, una persona puede escanear una botella de vino para saber qué tipo de cepa se utilizó, cómo es su sabor y qué alimentos puede acompañar.

Los niños pocas veces acompañan a sus padres en el recorrido del local porque tienen un lugar especialmente preparado para jugar. En tanto, los adultos pueden dedicar unos minutos de su tiempo para presenciar clases de cocina que regularmente se dan en el local.

En el epicentro de los círculos concéntricos hay una gran variedad de comidas preparadas y listas para llevar (este sector está siempre lleno en las últimas horas de la tarde).

Muchos de estos cambios aparecen como resultado de nuevas tendencias demográficas y nuevas maneras de manejar el tiempo.

En Japón, Europa y las Américas las parejas se casan más tarde que antes y eso significa que hay más hogares unipersonales en los que se cocina poco y nada.

Las personas solas figuran entre los compradores más ávidos de los comidas preparadas y de los reemplazos de comidas, tan populares en el último par de años.

El otro factor que está detrás de esta revolución en la compra de supermercado es la epidemia mundial de gente superocupada.

El deseo de ahorrar tiempo comprando todo en un mismo lugar dará una clara ventaja competitiva a quienes puedan brindar muchos servicios bajo un mismo techo.

Los grandes centros de venta que hoy llamamos supermercados van a alojar no sólo filiales bancarias sino también farmacia, tintorería, guardería, gimnasio y centro médico.

El otro renglón que crece es el de los productos no alimenticios. Si bien hay muchos lugares que desde hace bastante tiempo venden revistas y best-sellers, ahora muchos incluyen también videos y compactos.

El almacén futurista ya está funcionando en Haarlem, Países Bajos, y los clientes que lo visitan afirman que nunca han estado en un lugar como ése.


La organización a la que pertenece, Royal Ahold NV (en la Argentina, propietaria de Supermercados Disco), que tiene filiales hasta en Nueva York, seguramente está abriendo nuevos rumbos en la forma en que van a funcionar los almacenes en todo el mundo.

Para recorrer este nuevo tipo de comercio hace falta, sí, el tradicional carrito de compras. Pero aquí termina el parecido con el supermercado actual.

La distribución del comercio está planteada en círculos concéntricos que reemplazan a los pasillos lineales.

Los productos están organizados según la hora del día en que se utilizan. Por ejemplo, todos los productos que la gente compra para desayuno están agrupados juntos.

Eso fomenta, dicen, la compra por impulso. En la misma línea, se exhiben juntos los productos que por lo general la gente usa combinados, como pastas, queso rallado, especias y salsas.

Los clientes usan tarjetas inteligentes y escáners personales de mano para registrar los artículos antes de colocarlos en el changuito. Con ese sistema el trámite en la caja de salida se acelera, al punto de volverse prácticamente instantánea.

La información que pide el consumidor le llega electrónicamente y en segundos. Por ejemplo, una persona puede escanear una botella de vino para saber qué tipo de cepa se utilizó, cómo es su sabor y qué alimentos puede acompañar.

Los niños pocas veces acompañan a sus padres en el recorrido del local porque tienen un lugar especialmente preparado para jugar. En tanto, los adultos pueden dedicar unos minutos de su tiempo para presenciar clases de cocina que regularmente se dan en el local.

En el epicentro de los círculos concéntricos hay una gran variedad de comidas preparadas y listas para llevar (este sector está siempre lleno en las últimas horas de la tarde).

Muchos de estos cambios aparecen como resultado de nuevas tendencias demográficas y nuevas maneras de manejar el tiempo.

En Japón, Europa y las Américas las parejas se casan más tarde que antes y eso significa que hay más hogares unipersonales en los que se cocina poco y nada.

Las personas solas figuran entre los compradores más ávidos de los comidas preparadas y de los reemplazos de comidas, tan populares en el último par de años.

El otro factor que está detrás de esta revolución en la compra de supermercado es la epidemia mundial de gente superocupada.

El deseo de ahorrar tiempo comprando todo en un mismo lugar dará una clara ventaja competitiva a quienes puedan brindar muchos servicios bajo un mismo techo.

Los grandes centros de venta que hoy llamamos supermercados van a alojar no sólo filiales bancarias sino también farmacia, tintorería, guardería, gimnasio y centro médico.

El otro renglón que crece es el de los productos no alimenticios. Si bien hay muchos lugares que desde hace bastante tiempo venden revistas y best-sellers, ahora muchos incluyen también videos y compactos.

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