La desigualdad en el ingreso

Hay algo que angustia más a los estadounidenses que la pérdida de competitividad o la hegemonía económica: la creciente y notoria asimetría en la distribución del ingreso.

15 marzo, 2000

¿Qué ocurrió en los años ´80 y en la década que ahora terminó? El panorama es complicado. Por lo menos tres tendencias se combinaron para hacer de la estadounidense una sociedad muchísimo menos igualitaria, según opina el conocido economista Paul Krugman ( “The Age of Diminished Expectations”). En el fondo más profundo de la escala, los “desclasados” se hicieron más numerosos y más miserables.

Sin relación aparente con esto, se produjo un enorme aumento en el ingreso de los muy ricos. En el medio, entre los que trabajan para vivir, cayeron los ingresos de los trabajos no calificados y aumentaron los de los trabajos calificados.

No hay una definición estadística de los “desclasados”, pero en EU todos saben lo que significa: gente que no es de raza blanca atrapada en el círculo vicioso de pobreza y colapso social. Los intentos de medir el tamaño de esta subclase, sugieren que comenzó a crecer en la década del ´60 y continuó creciendo, y acelerando el crecimiento, desde entonces.

Hubo programas ( en los ´60 y los ´70) que intentaron curar la persistente pobreza. En los ´80 fueron acusados de perpetuarla indirectamente. En este punto parece evidente que si uno aumenta el gasto en los pobres, tienen más dinero; y si uno lo reduce, tienen menos. Pero en otros aspectos no hay mucha diferencia. Es decir, que ni la generosidad ni la tacañería parece afectar la expansión de esta subclase.

No es tan complicado de analizar el panorama del aumento en los ingresos de los muy ricos. Aunque los grandes ingresos se lograron de varias formas, hay una fuente que se destaca por sobre las demás: las finanzas. Los años ´80 fueron la edad de oro para la actividad financiera, y la explosión de las ganancias en actividades financieras contribuyó a llenar las filas de los verdaderamente ricos.

Para los del medio, la historia fue diferente. Primero, fue el fenómeno “yuppie”. El aumento de parejas de profesionales con dos ingresos aumentó el número de familias con un ingreso anual de US$ 50.000 o más. Segundo, se amplió el diferencial entre salarios. El salario real de los obreros declinó sostenidamente en la última década y el ingreso de los trabajadores con mucha educación aumentó con rapidez.

Lo que no se sabe es por qué todos estos fenómenos ocurrieron ahora. El aumento de parejas profesionales con dos ingresos refleja los efectos demorados del movimiento femenino, más el aumento en la edad de la generación del “baby boom”. Más misteriosos son los aumentos en los diferenciales de salarios y en la manipulación del mercado.

Cualesquiera sean las razones, ¿qué puede hacer la política?. ¿Puede actuar sobre los extremos de riqueza y los extremos de pobreza?

El problema con la pobreza, como tema, es que ha agotado la paciencia de la opinión pública. En los años ´60 se lanzó el plan Guerra a la Pobreza, para aumentar el nivel de vida de los pobres y ayudarlos a salir de la indigencia. No tuvo éxito. Hoy son pocos los que creen que el gobierno puede hacer gran cosa para ayudarlos a ser más productivos.

Pero si la ayuda al pobre es simplemente caridad, entonces su base política es nada más que la generosidad pública, y en un momento de déficit de presupuesto y de nivel de vida estático para el estadounidense medio, esa generosidad no es fácil de encontrar. Hay modestas señales de un resurgimiento del activismo social.

En cuanto a los ricos, algunas iniciativas de política pública podrían recortar algunas de sus fuentes de ingresos. Mayor regulación y enfriamiento de los mercados financieros, por ejemplo.

Pero la distribución del ingreso, como el aumento de la productividad, son temas con pocas probabilidades de una acción política seria. La brecha entre ricos y pobres es cada vez más grande y ninguna política en debate parece con probabilidades de achicarla.

Pleno empleo y desocupación

¿Por qué importa el desempleo? Porque desempleo alto significa que no se están aprovechando trabajadores potencialmente productivos, lo que hace que la economía no produzca tanto como podría. Además porque el alto desempleo alimenta la pobreza. También porque la disponibilidad de empleos cumple un papel importante en la forma en que la sociedad se constituye.

Una sociedad en la que los jóvenes saben que conseguirán empleo al terminar la escuela y en la que conservar un empleo va a ser la constante durante gran parte de la vida adulta es muy diferente de otra en la que trabajar es un privilegio que no está al alcance de muchos, aún cuando el estado de bienestar sea generoso con los desocupados. Es un juicio de valor decir que una sociedad que trabaja es, si todos los demás elementos se mantienen inalterados, una sociedad mejor, pero es un juicio de valor que compartirían todos los ciudadanos.

Si el desempleo es algo tan inconveniente, ¿por qué se contenta el gobierno de Estados Unidos con 6% de desocupación en lugar de tratar de achicar este indicador? (En 1989 sólo 5,3% de la fuerza de trabajo estaba sin empleo. En 1978 era 6%; y en 1970, 4,8%).

La respuesta no es la que uno imagina. La Reserva Federal (el Banco Central) puede crear tanta demanda como quiera con sólo levantar el teléfono. El problema es cómo hacerlo sin crear inflación. El temor de la Reserva Federal es que un desempleo demasiado bajo alimentaría el nivel de inflación.

Desde finales de los años ´60, cuando Milton Friedman propuso la idea, hay consenso entre los economistas en cuanto a que hay un cierto nivel de desempleo que asegura la estabilidad económica. Friedman la llamó la “tasa natural”.

¿Qué ocurrió en los años ´80 y en la década que ahora terminó? El panorama es complicado. Por lo menos tres tendencias se combinaron para hacer de la estadounidense una sociedad muchísimo menos igualitaria, según opina el conocido economista Paul Krugman ( “The Age of Diminished Expectations”). En el fondo más profundo de la escala, los “desclasados” se hicieron más numerosos y más miserables.

Sin relación aparente con esto, se produjo un enorme aumento en el ingreso de los muy ricos. En el medio, entre los que trabajan para vivir, cayeron los ingresos de los trabajos no calificados y aumentaron los de los trabajos calificados.

No hay una definición estadística de los “desclasados”, pero en EU todos saben lo que significa: gente que no es de raza blanca atrapada en el círculo vicioso de pobreza y colapso social. Los intentos de medir el tamaño de esta subclase, sugieren que comenzó a crecer en la década del ´60 y continuó creciendo, y acelerando el crecimiento, desde entonces.

Hubo programas ( en los ´60 y los ´70) que intentaron curar la persistente pobreza. En los ´80 fueron acusados de perpetuarla indirectamente. En este punto parece evidente que si uno aumenta el gasto en los pobres, tienen más dinero; y si uno lo reduce, tienen menos. Pero en otros aspectos no hay mucha diferencia. Es decir, que ni la generosidad ni la tacañería parece afectar la expansión de esta subclase.

No es tan complicado de analizar el panorama del aumento en los ingresos de los muy ricos. Aunque los grandes ingresos se lograron de varias formas, hay una fuente que se destaca por sobre las demás: las finanzas. Los años ´80 fueron la edad de oro para la actividad financiera, y la explosión de las ganancias en actividades financieras contribuyó a llenar las filas de los verdaderamente ricos.

Para los del medio, la historia fue diferente. Primero, fue el fenómeno “yuppie”. El aumento de parejas de profesionales con dos ingresos aumentó el número de familias con un ingreso anual de US$ 50.000 o más. Segundo, se amplió el diferencial entre salarios. El salario real de los obreros declinó sostenidamente en la última década y el ingreso de los trabajadores con mucha educación aumentó con rapidez.

Lo que no se sabe es por qué todos estos fenómenos ocurrieron ahora. El aumento de parejas profesionales con dos ingresos refleja los efectos demorados del movimiento femenino, más el aumento en la edad de la generación del “baby boom”. Más misteriosos son los aumentos en los diferenciales de salarios y en la manipulación del mercado.

Cualesquiera sean las razones, ¿qué puede hacer la política?. ¿Puede actuar sobre los extremos de riqueza y los extremos de pobreza?

El problema con la pobreza, como tema, es que ha agotado la paciencia de la opinión pública. En los años ´60 se lanzó el plan Guerra a la Pobreza, para aumentar el nivel de vida de los pobres y ayudarlos a salir de la indigencia. No tuvo éxito. Hoy son pocos los que creen que el gobierno puede hacer gran cosa para ayudarlos a ser más productivos.

Pero si la ayuda al pobre es simplemente caridad, entonces su base política es nada más que la generosidad pública, y en un momento de déficit de presupuesto y de nivel de vida estático para el estadounidense medio, esa generosidad no es fácil de encontrar. Hay modestas señales de un resurgimiento del activismo social.

En cuanto a los ricos, algunas iniciativas de política pública podrían recortar algunas de sus fuentes de ingresos. Mayor regulación y enfriamiento de los mercados financieros, por ejemplo.

Pero la distribución del ingreso, como el aumento de la productividad, son temas con pocas probabilidades de una acción política seria. La brecha entre ricos y pobres es cada vez más grande y ninguna política en debate parece con probabilidades de achicarla.

Pleno empleo y desocupación

¿Por qué importa el desempleo? Porque desempleo alto significa que no se están aprovechando trabajadores potencialmente productivos, lo que hace que la economía no produzca tanto como podría. Además porque el alto desempleo alimenta la pobreza. También porque la disponibilidad de empleos cumple un papel importante en la forma en que la sociedad se constituye.

Una sociedad en la que los jóvenes saben que conseguirán empleo al terminar la escuela y en la que conservar un empleo va a ser la constante durante gran parte de la vida adulta es muy diferente de otra en la que trabajar es un privilegio que no está al alcance de muchos, aún cuando el estado de bienestar sea generoso con los desocupados. Es un juicio de valor decir que una sociedad que trabaja es, si todos los demás elementos se mantienen inalterados, una sociedad mejor, pero es un juicio de valor que compartirían todos los ciudadanos.

Si el desempleo es algo tan inconveniente, ¿por qué se contenta el gobierno de Estados Unidos con 6% de desocupación en lugar de tratar de achicar este indicador? (En 1989 sólo 5,3% de la fuerza de trabajo estaba sin empleo. En 1978 era 6%; y en 1970, 4,8%).

La respuesta no es la que uno imagina. La Reserva Federal (el Banco Central) puede crear tanta demanda como quiera con sólo levantar el teléfono. El problema es cómo hacerlo sin crear inflación. El temor de la Reserva Federal es que un desempleo demasiado bajo alimentaría el nivel de inflación.

Desde finales de los años ´60, cuando Milton Friedman propuso la idea, hay consenso entre los economistas en cuanto a que hay un cierto nivel de desempleo que asegura la estabilidad económica. Friedman la llamó la “tasa natural”.

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