La competitividad nacional

Idear reformas es el primer paso. Luego hay que llevarlas a la práctica. Su realización va a depender de la habilidad que se tenga en el proceso de elegir qué, dónde, cuándo, en qué términos y de qué manera se van a plantear esas reformas.

26 marzo, 2001

El INCAE (Instituto Centro Americano de Ejecutivos) es una institución multinacional privada de enseñanza superior que se dedica a la docencia e investigación en el campo de la administración y la economía. Fundado en 1964 por iniciativa de la comunidad empresarial y los gobiernos de Centroamérica, diseña programas con el ejecutivo latinoamericano en mente.

El presente es un trabajo realizado por dos de sus investigadores sobre la estrategia política para el cambio en competitividad nacional en América latina.

Un proceso de cambio alimentado sólo de ideas no es más que una interesante colección de buenas intenciones. Idear las reformas es un primer paso; pero el que hayan sido concebidas no asegura, bajo ningún punto, que se lleven a la práctica. La realización de las reformas va a depender, en gran medida, de la habilidad que se tenga en el proceso de escoger qué, dónde, cuándo, en qué términos y de qué manera se van a plantear las reformas.

Un estudio que hemos realizado acerca de los procesos de reforma, en los cinco países de América Central, nos ha demostrado su complejidad al haber múltiples variables – no todas controladas por el reformador – que afectan los resultados.

Identificamos cuatro factores clave de éxito que pueden maximizar las probabilidades de que las reformas sean acogidas e implementadas por las autoridades políticas y que, además, pueden generalizarse para toda América Latina. Ellos son:

1) el manejo político que se le dé a las reformas.
2) la selección del área donde se van a emprender esas reformas.
3) la forma en que son diseñadas.
4) la manera en que son presentadas a las autoridades pertinentes.

Manejo político de las reformas

En términos del manejo político hay tres aspectos que deben considerarse. En primer lugar, las interrelaciones y alianzas entre el gestor de la reforma y otros actores políticamente relevantes, las cuales cobran importancia para que de las ideas se pase a la acción. De acuerdo con el actor o participante del que provenga la iniciativa y a su lejanía de los máximos tomadores de decisiones en estos países — el presidente y su gabinete – ésta va a necesitar de las alianzas y apoyo de un mayor número de participantes. De esta forma, se identifican cinco posibles rutas que una reforma puede seguir desde que es propuesta hasta que llega al presidente y a sus ministros.

Si la propuesta nace del sector académico o de una misión internacional, la ruta que debe seguir es la más larga de todas, pues para que ésta llegue al presidente y a sus ministros, los académicos deben buscar apoyo del sector privado, que a su vez debe presionar a los miembros de la sociedad política, para que éstos hagan llegar la iniciativa hasta el presidente.

En cambio, si la iniciativa nace de los empresarios, la ruta se reduce un poco, pues va de empresarios a políticos, y de éstos al presidente y sus ministros, en cuyo caso, el llevar la propuesta hasta el presidente depende de las gestiones y alianzas entre tres grupos de participantes: empresarios, políticos, y el presidente y su gabinete.

La iniciativa también puede venir de algún miembro de la sociedad política, reduciendo la ruta sólo a las gestiones de estos políticos ante el presidente y su gabinete, y aumentando las posibilidades de que ésta sea considerada.

Algo similar sucede cuando la propuesta viene de organismos internacionales, como el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional. Sus iniciativas, que tienen carácter de obligatoriedad cuando se negocian créditos necesarios para las economías centroamericanas, van dirigidas y son recibidas directamente por el presidente y sus ministros.

Finalmente, la propuesta puede venir directamente del presidente o de alguno de los miembros de su gabinete. Ésta es la ruta más corta y la menos dependiente, pues nada más necesita ser revelada y discutida en el seno del gobierno para ser considerada con seriedad y tener posibilidades reales de ser implementada.

En cada una de las rutas se cuenta con el recurso de acudir a los medios de comunicación colectiva y tratar de ganar apoyo de la opinión pública, utilizando así otro mecanismo de presión para “abrir los oídos del gobierno”. Además, se debe resaltar que, en cualquier caso, los gestores pueden ir directamente a hablar con el presidente o con alguno de sus ministros, especialmente si tienen una relación personal con el mandatario. No obstante, si se procede de esta forma y sin contar con el apoyo de los otros participantes, la probabilidad de que la reforma sea adoptada cae considerablemente.

En segundo lugar, el momento o “timing” político que se escoja para presentar las reformas es de vital importancia, pues este factor por sí solo puede decidir si una reforma es acogida e implementada por las autoridades políticas o, simplemente, es desechada.

El año electoral no pareciera ser un buen momento para impulsar reformas relevantes en un país; esto porque, en esos momentos, los intereses de corte político electoral prevalecen sobre cualquier otra iniciativa. Es, en general, un momento de parálisis política. En cambio, al principio de los períodos presidenciales, momento en que el presidente y su gabinete cuentan con más “capital político”, es cuando deberían impulsarse la mayoría de las reformas.

El comportamiento del capital político, conforme avanza el período de gobierno, no necesariamente es el de una línea descendente, aunque es lo más común. Un gran acierto presidencial, como la firma de la paz en una guerra civil, el salir victorioso en un conflicto internacional, o el recibir un importante reconocimiento internacional, podrían generarle al presidente capital político extra y con él obtener la legitimidad popular necesaria para impulsar reformas, con mayor fuerza, a mediados de su administración. No obstante, es raro que un presidente obtenga el tipo de logros necesarios para elevar su capital político a mediados de su gobierno.

Por último, si se busca que las reformas entren rápidamente en vigencia, es preferible impulsar aquellas que no necesitan aprobación legislativa para ser llevadas a cabo, evitando, en la medida de lo posible, los entrabamientos burocráticos. Ante las dificultades que presenta el aprobar o reformar leyes en la asamblea legislativa, es conveniente procurar que el país se acoja a legislaciones internacionales que predominan sobre la normativa interna.

Forrest Colburn y Fernando Sánchez
Percepción Gerencial
Una publicación del
INCAE
www.incae.ac.cr

El INCAE (Instituto Centro Americano de Ejecutivos) es una institución multinacional privada de enseñanza superior que se dedica a la docencia e investigación en el campo de la administración y la economía. Fundado en 1964 por iniciativa de la comunidad empresarial y los gobiernos de Centroamérica, diseña programas con el ejecutivo latinoamericano en mente.

El presente es un trabajo realizado por dos de sus investigadores sobre la estrategia política para el cambio en competitividad nacional en América latina.

Un proceso de cambio alimentado sólo de ideas no es más que una interesante colección de buenas intenciones. Idear las reformas es un primer paso; pero el que hayan sido concebidas no asegura, bajo ningún punto, que se lleven a la práctica. La realización de las reformas va a depender, en gran medida, de la habilidad que se tenga en el proceso de escoger qué, dónde, cuándo, en qué términos y de qué manera se van a plantear las reformas.

Un estudio que hemos realizado acerca de los procesos de reforma, en los cinco países de América Central, nos ha demostrado su complejidad al haber múltiples variables – no todas controladas por el reformador – que afectan los resultados.

Identificamos cuatro factores clave de éxito que pueden maximizar las probabilidades de que las reformas sean acogidas e implementadas por las autoridades políticas y que, además, pueden generalizarse para toda América Latina. Ellos son:

1) el manejo político que se le dé a las reformas.
2) la selección del área donde se van a emprender esas reformas.
3) la forma en que son diseñadas.
4) la manera en que son presentadas a las autoridades pertinentes.

Manejo político de las reformas

En términos del manejo político hay tres aspectos que deben considerarse. En primer lugar, las interrelaciones y alianzas entre el gestor de la reforma y otros actores políticamente relevantes, las cuales cobran importancia para que de las ideas se pase a la acción. De acuerdo con el actor o participante del que provenga la iniciativa y a su lejanía de los máximos tomadores de decisiones en estos países — el presidente y su gabinete – ésta va a necesitar de las alianzas y apoyo de un mayor número de participantes. De esta forma, se identifican cinco posibles rutas que una reforma puede seguir desde que es propuesta hasta que llega al presidente y a sus ministros.

Si la propuesta nace del sector académico o de una misión internacional, la ruta que debe seguir es la más larga de todas, pues para que ésta llegue al presidente y a sus ministros, los académicos deben buscar apoyo del sector privado, que a su vez debe presionar a los miembros de la sociedad política, para que éstos hagan llegar la iniciativa hasta el presidente.

En cambio, si la iniciativa nace de los empresarios, la ruta se reduce un poco, pues va de empresarios a políticos, y de éstos al presidente y sus ministros, en cuyo caso, el llevar la propuesta hasta el presidente depende de las gestiones y alianzas entre tres grupos de participantes: empresarios, políticos, y el presidente y su gabinete.

La iniciativa también puede venir de algún miembro de la sociedad política, reduciendo la ruta sólo a las gestiones de estos políticos ante el presidente y su gabinete, y aumentando las posibilidades de que ésta sea considerada.

Algo similar sucede cuando la propuesta viene de organismos internacionales, como el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional. Sus iniciativas, que tienen carácter de obligatoriedad cuando se negocian créditos necesarios para las economías centroamericanas, van dirigidas y son recibidas directamente por el presidente y sus ministros.

Finalmente, la propuesta puede venir directamente del presidente o de alguno de los miembros de su gabinete. Ésta es la ruta más corta y la menos dependiente, pues nada más necesita ser revelada y discutida en el seno del gobierno para ser considerada con seriedad y tener posibilidades reales de ser implementada.

En cada una de las rutas se cuenta con el recurso de acudir a los medios de comunicación colectiva y tratar de ganar apoyo de la opinión pública, utilizando así otro mecanismo de presión para “abrir los oídos del gobierno”. Además, se debe resaltar que, en cualquier caso, los gestores pueden ir directamente a hablar con el presidente o con alguno de sus ministros, especialmente si tienen una relación personal con el mandatario. No obstante, si se procede de esta forma y sin contar con el apoyo de los otros participantes, la probabilidad de que la reforma sea adoptada cae considerablemente.

En segundo lugar, el momento o “timing” político que se escoja para presentar las reformas es de vital importancia, pues este factor por sí solo puede decidir si una reforma es acogida e implementada por las autoridades políticas o, simplemente, es desechada.

El año electoral no pareciera ser un buen momento para impulsar reformas relevantes en un país; esto porque, en esos momentos, los intereses de corte político electoral prevalecen sobre cualquier otra iniciativa. Es, en general, un momento de parálisis política. En cambio, al principio de los períodos presidenciales, momento en que el presidente y su gabinete cuentan con más “capital político”, es cuando deberían impulsarse la mayoría de las reformas.

El comportamiento del capital político, conforme avanza el período de gobierno, no necesariamente es el de una línea descendente, aunque es lo más común. Un gran acierto presidencial, como la firma de la paz en una guerra civil, el salir victorioso en un conflicto internacional, o el recibir un importante reconocimiento internacional, podrían generarle al presidente capital político extra y con él obtener la legitimidad popular necesaria para impulsar reformas, con mayor fuerza, a mediados de su administración. No obstante, es raro que un presidente obtenga el tipo de logros necesarios para elevar su capital político a mediados de su gobierno.

Por último, si se busca que las reformas entren rápidamente en vigencia, es preferible impulsar aquellas que no necesitan aprobación legislativa para ser llevadas a cabo, evitando, en la medida de lo posible, los entrabamientos burocráticos. Ante las dificultades que presenta el aprobar o reformar leyes en la asamblea legislativa, es conveniente procurar que el país se acoja a legislaciones internacionales que predominan sobre la normativa interna.

Forrest Colburn y Fernando Sánchez
Percepción Gerencial
Una publicación del
INCAE
www.incae.ac.cr

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