Hay un nuevo modelo:
el de las empresas filantrópicas

Hoy, el mundo de la empresa ya aprendió la lección: la acción solidaria de beneficios. De hecho, parece que ser que a los empresarios les conviene más ser solidarios y cuidadosos con el planeta que ignorar las necesidades sociales.

13 diciembre, 2001

La responsabilidad social de la empresa toma distintas formas. A veces dona computadoras, software y programas de capacitación a las escuelas de la comunidad; o patrocina ligas atléticas de jóvenes; o hace aportes para los sin techo; o subsidia la investigación tendiente a desarrollar drogas para “enfermedades aisladas”, casi siempre a sabiendas de que eso no le generará ganancias; o invita a sus empleados a que participen en actividades voluntarias en la comunidad, durante el horario laboral y por cuenta de la empresa.

Este año, el medio ambiente captará la atención del mundo empresarial más que nunca porque crece la preocupación por el calentamiento global y las empresas entienden que preservar los recursos naturales incrementa las ganancias.

Asimismo, los millonarios de la tecnología de veinte, treinta y cuarenta años descubren que es posible amasar más dinero del que se puede gastar en toda una vida. Tal vez impulsados por un sentimiento de culpa por acumular tanta riqueza cuando hay gente que tiene tan poco, muchos de estos millonarios crean fundaciones filantrópicas e invierten cientos de miles y, a veces, millones de dólares en iniciativas que apuntan a mejorar la asistencia médica, las oportunidades educativas y económicas de los más carenciados.

Claro que este grupo de filántropos empresariales no entrega el dinero y se desentiende del asunto. La mayoría quiere decidir adónde va el dinero y cómo manejar estos emprendimientos solidarios. Estos empresarios la llaman empresa filantrópica y están decididos a demostrar que una entidad sin fines de lucro puede alcanzar el mismo nivel de rendimiento y responsabilidad que las empresas con fines de lucro.

Adoptar una actitud ecologista es más simple de lo que muchos ejecutivos creían y, además, proporciona mayores ingresos en términos de buena voluntad y mayor rentabilidad.

Según expresa un periodista de The Christian Science Monitor, las tendencias son claras. Las empresas se interesan por el medio ambiente. Por eso, reducen la contaminación, disminuyen los desechos, miden los progresos ambientales y fabrican productos que protegen la tierra”. Sorprendentemente los líderes empresarios fomentan una conducta de responsabilidad por el medio ambiente no porque se sientan obligados sino porque quieren.

Hay que admitir que muchos están convencidos de que, dentro de cinco años, las empresas que no hayan asumido este compromiso serán obligadas por entidades de reglamentación internacional a aplicar algún plan de protección ambiental. Por eso, muchas empresas toman medidas hoy, especialmente las transnacionales con sede en Europa, como Royal Dutch/Shell.

Las empresas que tienen la mirada puesta en el futuro y en las ganancias descubren que, si se preocupan por el medio ambiente, pueden mejorar la efectividad de las operaciones, recortar costos y riesgos, y desarrollar nuevas vías de ingresos, mientras mejoran las relaciones con el cliente y la imagen de la empresa.

IBM y Johnson & Johnson promueven un programa para que un auditor externo verifique las reducciones de las emisiones de gases de efecto invernadero. El Climate Savers Program, patrocinado por World Wildlife Fund, enseña a las empresas a reducir las emisiones a muy bajo costo mediante el uso de más equipos de buen rendimiento energético y algunos recursos de energía renovable.

Weyerhaeuser, empresa de productos forestales con sede en Washington, estima que ahorra US$ 200.000 a US$ 500.000 en costos operativos anuales gracias a que se asoció al Federal Way, un programa experimental desarrollado por U.S. Environmental Protection Agency (Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos).

Medio ambiente

Cuando el CEO de BP-Amoco PLC ordenó la reducción de emisiones de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero a cada unidad de la empresa, la unidad comercial Western Gas de Houston, Texas, produjo mayores beneficios que lo previsto. Al instalar 4.000 válvulas nuevas para reemplazar a las que tenían pérdidas, logró vender 50.960 millones m3 de gas usado por día. Como el proyecto redujo más emisiones de lo requerido por BP, alcanzó a vender 40.000 toneladas de emisiones extra a otras unidades de BP que no pudieron efectuar los ajustes con la misma rapidez o los mismos costos. Con un pequeño esfuerzo, obtuvo resultados rentables y ahorró dinero para toda la empresa.

Según expresó un vocero de la compañía: “Se trata de un sistema de mercado libre que parece estar funcionando bastante bien”. En realidad, es un sistema de mercado libre que se copia con éxito en todo el mundo. Es un modelo que intenta crear políticas internacionales sobre el medio ambiente para proteger los recursos del planeta sin inhibir el crecimiento económico.

Empresas sin fines de lucro

La filantropía empresarial es el nuevo modelo para distribuir una amplia gama de productos y servicios a quienes carecen de atención económica y educativa.

El fervor empresarial alimenta la nueva economía, pero también alimenta la nueva economía filantrópica. La Fundación de Bill y Melinda Gates fue noticia en primera plana cuando donó cientos de millones de dólares a varias entidades con fines benéficos, pero ésta es sólo una de las miles organizaciones fundadas por los millonarios de la tecnología. En 1998, se crearon casi 44.000 fundaciones de este estilo, 1.385 sólo en California.

Ese mismo año, estas entidades otorgaron un estimado de US$ 15.400 millones en subsidios y registraron más de US$ 283.000 millones en activos, según informó Foundation Center, organización encargada de reunir datos sobre las donaciones de fundaciones y empresas.

La mayoría de estas fundaciones nuevas invierte la primera donación y dona el retorno de la inversión a varias organizaciones. Algunas, incluyendo la Fundación de Bill Gates, han invertido tan bien que resulta difícil entregar 5% de las ganancias que requiere la ley para que la empresa mantenga la calidad de entidad sin fines de lucro.

No es novedad que la gente adinerada done fondos o cree fundaciones de caridad. Lo nuevo es el nivel de compromiso que los filántropos esperan tener en las organizaciones que respaldan. Tradicionalmente, las personas que donaban fondos no se involucraban. Hoy en día, dirigen y asesoran las entidades sin fines de lucro para maximizar su potencial con un comportamiento más parecido a una entidad comercial que a una organización sin fines de lucro convencional.

Si el modelo de las empresas filantrópicas resulta tan exitoso como parece, será imitado por las organizaciones públicas de servicios sociales. En última instancia, aparecerá un modelo híbrido de empresa pública y privada sin fines de lucro que garantice un progreso continuo y proporcione los beneficios de una economía floreciente a quienes carecen de estos beneficios.

La responsabilidad social de la empresa toma distintas formas. A veces dona computadoras, software y programas de capacitación a las escuelas de la comunidad; o patrocina ligas atléticas de jóvenes; o hace aportes para los sin techo; o subsidia la investigación tendiente a desarrollar drogas para “enfermedades aisladas”, casi siempre a sabiendas de que eso no le generará ganancias; o invita a sus empleados a que participen en actividades voluntarias en la comunidad, durante el horario laboral y por cuenta de la empresa.

Este año, el medio ambiente captará la atención del mundo empresarial más que nunca porque crece la preocupación por el calentamiento global y las empresas entienden que preservar los recursos naturales incrementa las ganancias.

Asimismo, los millonarios de la tecnología de veinte, treinta y cuarenta años descubren que es posible amasar más dinero del que se puede gastar en toda una vida. Tal vez impulsados por un sentimiento de culpa por acumular tanta riqueza cuando hay gente que tiene tan poco, muchos de estos millonarios crean fundaciones filantrópicas e invierten cientos de miles y, a veces, millones de dólares en iniciativas que apuntan a mejorar la asistencia médica, las oportunidades educativas y económicas de los más carenciados.

Claro que este grupo de filántropos empresariales no entrega el dinero y se desentiende del asunto. La mayoría quiere decidir adónde va el dinero y cómo manejar estos emprendimientos solidarios. Estos empresarios la llaman empresa filantrópica y están decididos a demostrar que una entidad sin fines de lucro puede alcanzar el mismo nivel de rendimiento y responsabilidad que las empresas con fines de lucro.

Adoptar una actitud ecologista es más simple de lo que muchos ejecutivos creían y, además, proporciona mayores ingresos en términos de buena voluntad y mayor rentabilidad.

Según expresa un periodista de The Christian Science Monitor, las tendencias son claras. Las empresas se interesan por el medio ambiente. Por eso, reducen la contaminación, disminuyen los desechos, miden los progresos ambientales y fabrican productos que protegen la tierra”. Sorprendentemente los líderes empresarios fomentan una conducta de responsabilidad por el medio ambiente no porque se sientan obligados sino porque quieren.

Hay que admitir que muchos están convencidos de que, dentro de cinco años, las empresas que no hayan asumido este compromiso serán obligadas por entidades de reglamentación internacional a aplicar algún plan de protección ambiental. Por eso, muchas empresas toman medidas hoy, especialmente las transnacionales con sede en Europa, como Royal Dutch/Shell.

Las empresas que tienen la mirada puesta en el futuro y en las ganancias descubren que, si se preocupan por el medio ambiente, pueden mejorar la efectividad de las operaciones, recortar costos y riesgos, y desarrollar nuevas vías de ingresos, mientras mejoran las relaciones con el cliente y la imagen de la empresa.

IBM y Johnson & Johnson promueven un programa para que un auditor externo verifique las reducciones de las emisiones de gases de efecto invernadero. El Climate Savers Program, patrocinado por World Wildlife Fund, enseña a las empresas a reducir las emisiones a muy bajo costo mediante el uso de más equipos de buen rendimiento energético y algunos recursos de energía renovable.

Weyerhaeuser, empresa de productos forestales con sede en Washington, estima que ahorra US$ 200.000 a US$ 500.000 en costos operativos anuales gracias a que se asoció al Federal Way, un programa experimental desarrollado por U.S. Environmental Protection Agency (Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos).

Medio ambiente

Cuando el CEO de BP-Amoco PLC ordenó la reducción de emisiones de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero a cada unidad de la empresa, la unidad comercial Western Gas de Houston, Texas, produjo mayores beneficios que lo previsto. Al instalar 4.000 válvulas nuevas para reemplazar a las que tenían pérdidas, logró vender 50.960 millones m3 de gas usado por día. Como el proyecto redujo más emisiones de lo requerido por BP, alcanzó a vender 40.000 toneladas de emisiones extra a otras unidades de BP que no pudieron efectuar los ajustes con la misma rapidez o los mismos costos. Con un pequeño esfuerzo, obtuvo resultados rentables y ahorró dinero para toda la empresa.

Según expresó un vocero de la compañía: “Se trata de un sistema de mercado libre que parece estar funcionando bastante bien”. En realidad, es un sistema de mercado libre que se copia con éxito en todo el mundo. Es un modelo que intenta crear políticas internacionales sobre el medio ambiente para proteger los recursos del planeta sin inhibir el crecimiento económico.

Empresas sin fines de lucro

La filantropía empresarial es el nuevo modelo para distribuir una amplia gama de productos y servicios a quienes carecen de atención económica y educativa.

El fervor empresarial alimenta la nueva economía, pero también alimenta la nueva economía filantrópica. La Fundación de Bill y Melinda Gates fue noticia en primera plana cuando donó cientos de millones de dólares a varias entidades con fines benéficos, pero ésta es sólo una de las miles organizaciones fundadas por los millonarios de la tecnología. En 1998, se crearon casi 44.000 fundaciones de este estilo, 1.385 sólo en California.

Ese mismo año, estas entidades otorgaron un estimado de US$ 15.400 millones en subsidios y registraron más de US$ 283.000 millones en activos, según informó Foundation Center, organización encargada de reunir datos sobre las donaciones de fundaciones y empresas.

La mayoría de estas fundaciones nuevas invierte la primera donación y dona el retorno de la inversión a varias organizaciones. Algunas, incluyendo la Fundación de Bill Gates, han invertido tan bien que resulta difícil entregar 5% de las ganancias que requiere la ley para que la empresa mantenga la calidad de entidad sin fines de lucro.

No es novedad que la gente adinerada done fondos o cree fundaciones de caridad. Lo nuevo es el nivel de compromiso que los filántropos esperan tener en las organizaciones que respaldan. Tradicionalmente, las personas que donaban fondos no se involucraban. Hoy en día, dirigen y asesoran las entidades sin fines de lucro para maximizar su potencial con un comportamiento más parecido a una entidad comercial que a una organización sin fines de lucro convencional.

Si el modelo de las empresas filantrópicas resulta tan exitoso como parece, será imitado por las organizaciones públicas de servicios sociales. En última instancia, aparecerá un modelo híbrido de empresa pública y privada sin fines de lucro que garantice un progreso continuo y proporcione los beneficios de una economía floreciente a quienes carecen de estos beneficios.

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