Handy: Visita al futuro probable

El profesor Charles Handy expone nueve paradojas que intentan explicar lo que sucede en nuestras sociedades y por qué es inevitable cierta confusión en los años que siguen.

4 marzo, 2000

Lo que está ocurriendo ahora en todo el mundo, es una importante división en la sociedad entre pobres y ricos. Justo en el momento histórico en que la inteligencia es la propiedad que cuenta, este abismo es a la vez innecesario e improductivo.

Esta es la tesis del libro de uno de los pensadores más sólidos y profundos que se han dedicado a escrutar la organización empresarial, desde una perspectiva con base filosófica. Charles Handy es un profesor y escritor británico que seduce por la tersura de su escritura y porque en cada párrafo se encuentra una aguda reflexión.

Hace poco, Handy presentó un panorama brillante del futuro en su libro La Era de la Sinrazón, (The Age of Unreason). De acuerdo con este cuadro, las empresas adoptarían estructuras cada vez más atractivas. La vida laboral no se desarrollaría ya aburridamente en una sola empresa. La educación sería un proceso permanente de auto-mejoramiento.

A pesar de las excelentes críticas, que aún hoy, con la ventaja que da la retrospección, le otorgan una alta calificación, el mismo Handy no está satisfecho. “No ha resultado ser tan simple ni tan fácil como yo pensé”, escribe con franqueza.

El capitalismo ha sido menos flexible de lo que él suponía, y los gobiernos menos sabios de lo que esperaba. “Lo que sucede en nuestras sociedades maduras es mucho más fundamental, complicado e inquietante de lo que yo había anticipado”. ¿Qué hay de todas esas oportunidades que pronosticó?, ¿y qué de esas nuevas libertades que han significado menos calidad y más miseria para tantos? Esta vez reprime su entusiasmo, su afán de ofrecer una solución para cada problema. Declara con franqueza, “No hay recetas que garanticen el éxito”.

Hoy ve economías globales que producen “buenos empleos, empleos caros, productivos, pero en mucha menor cantidad”. ¿Qué pasa con los que de pronto se ven excluídos de este método fríamente calculado?

Concluye con desaliento, “La vida nunca será fácil, ni perfecta, ni del todo predecible. Siempre se la entenderá mejor hacia atrás, pero nos toca vivirla hacia adelante”.

Dada esta proyección lúgubre, ¿qué pueden ofrecer al mundo de los negocios el intelecto profundo y la pluma afilada de este hombre?

Mucho. En La Era de la Paradoja (The Age of Paradox, Harvard Business School Press) presenta un `mapa´ que “permitirá que la gente encuentre un camino entre las confusiones de nuestros tiempos”.

Está dirigido a líderes del mundo de los negocios, del gobierno, y sobre todo “a los individuos que intentan dar sentido a sus vidas”.

Handy señala nueve paradojas que intentan explicar lo que sucede en nuestras sociedades y por qué es inevitable cierta confusión en los años que siguen. No es preciso resolverlas, sólo manejarlas. Pero para eso se las debe entender. Así se las puede transformar de turbulencia a algo más positivo.

1) La paradoja de la inteligencia. La inteligencia es la nueva forma de propiedad. No se comporta como las otras formas de propiedad, y en eso reside la paradoja. A diferencia de otros tipos de propiedad, la inteligencia no se puede regalar, y aún si uno la comparte, la conserva. Tampoco se puede poseer la inteligencia de otro, por más que se posea la empresa en que trabaja esa persona. Si la persona se va de la empresa a otra se lleva consigo su inteligencia.

2) La paradoja del trabajo. Parece que hubiéramos convertido el trabajo en un dios, y luego dificultado que muchos lo adoren. El resultado: alguna gente tiene trabajo y dinero pero escaso tiempo para el ocio, mientras que otra tiene sólo ocio pero no tiene ni trabajo ni dinero.

3) La paradoja de la productividad. La productividad significa mejor trabajo con menos gente. Esto es bueno para las empresas y para los clientes.

Solía ser mejor para los empleados. Algunos recibían mejores salarios, y otros se iban a nuevas empresas. Pero ya no es así.

Y aquí está la paradoja. Ahora el área de crecimiento es la economía por cuenta propia (the do-it-yourself economy). Eso abarca los buenos empleos, los trabajos en negro y el delito.

Además -y esto es importante- incluye todo el trabajo que antes se pagaba a otros para que hicieran: cuidar enfermos, cultivar alimentos, hacer reparaciones.
Esto no va a cambiar. Más gente se verá obligada a integrar este grupo. Son tiempos para aferrarse a las destrezas que requiere este tipo de trabajo.

4) La paradoja del tiempo. Antes el tiempo estaba bien organizado. La cantidad de horas que los hombres pasaban en el trabajo determinaba la cantidad de horas que pasaban con sus familias; el tiempo que las mujeres necesitaban para el cuidado de sus familias determinaba el tiempo con que contaban para trabajar. Todos sabían quién estaba dónde en qué momento.

Hoy esto es más ambiguo, con empleos de medio tiempo, licencia para padres recientes, horarios flexibles, etc. A pesar de esto, los estadounidenses trabajan más horas por semana. Trabajan sabiendo que es estúpido, trabajan mientras cambiarían gustosos el ingreso extra por más tiempo libre.

5) La paradoja de las riquezas. ¿Cómo mantenerse rico? Antes se hacía proveyendo a la propia gente de más y más de las cosas que demandaban. Hoy la gente da luz a menos futuros consumidores y vive más tiempo (y se convierte en peores clientes). Hay que mirar en otra dirección. ¿El extranjero? Por supuesto. Pero, en las zonas carenciadas, la gente tiene ansias de comprar pero no el dinero para hacerlo. Entonces -y aquí está la paradoja- hay que brindarles lo que necesitan para producir y vendernos, para que puedan comprarnos.

Ningún gobierno ha logrado que su pueblo acepte esto. Significa perder empleos al comienzo. Y es difícil convencer a la gente con el argumento de que esto enriquecerá a sus hijos.

6) La paradoja de las empresas. La empresa actual debe reconciliar varias paradojas. Debe ser planeada pero flexible, global y local, promotora masiva (mass marketer), pero dirigida a muchos nichos del mercado. Los empleados deben ser autónomos y parte de un equipo. Los gerentes debe delegar más y controlar más.

En última instancia, las organizaciones van a organizar, pero no necesariamente emplearán a la gente. Esto significa que ser empleado de tiempo completo se transformará en una ocupación en extinción. Las organizaciones serán menos visibles, pero no menos importantes.

7)La paradoja del envejecimiento. Cada generación se considera distinta de la que la precede, pero planifica bajo el supuesto de que la que la sucede será igual. Hay que reconocer la falacia de este argumento. La educación de nuestros hijos será más prolongada, quizás indefinidamente. Sus vidas laborales empezarán antes y después. Y ellos, como nosotros, intentarán adecuar la sociedad a sus necesidades, y no a las necesidades de sus sucesores.

8) La paradoja del individuo. Jung fue el que mejor captó esta paradoja: necesitamos de los demás para ser realmente nosotros mismos. Uno ve esto al presentarse. “Soy Fulano y trabajo en la Compañía Tal”. Luego, en una ciudad, miremos todos los edificios de oficinas y preguntémonos dónde estará “mi” cuarto. Preguntémonos, también, cuál será el “nosotros” al que querremos pertenecer. ¿Una organización minimalista, virtual? ¿Una familia en extinción? ¿O remplazaremos una red interpersonal?

9) La paradoja del la justicia.. Justicia significa dar a cada cual lo que le corresponde. Pero, ¿eso significa premio al logro y castigo a las ofensas? ¿O significa darnos lo que necesitamos? Y se puede explorar más: ¿Debería recibir más un desvalido porque lo necesita más o, por ejemplo, una científica porque contribuye más a la sociedad?

Una cosa está clara: una sociedad que se percibe como injusta está condenada a destruirse a sí misma.

Charles Handy ofrece una simple explicación del cambio de mentalidad que se está desarrollando en el medio empresarial a nivel de las bases.

* La gente ya no cree que los que ocupan los cargos superiores necesariamente tengan razón.

* Los líderes ya no pueden encargarse de pensar por los demás.

* La gente ya no quiere que lo hagan.

Si bien la mayoría reconoce estos puntos, las distintas empresas varían en su forma de reorganizarse. Muchas de las nuevas organizaciones de alta tecnología son “multipolares”, es decir, se asemejan a una federación de unidades interdependientes.

Otro ejemplo es una compañía que tiene a 100 profesionales en puestos corporativos como finanzas y administración – en roles de servicio – y no en funciones que impliquen toma de decisiones.

Otras usan la “organización horizontal” con una jerarquía aplanada, y con equipos en vez de individuos constituyendo la base de la empresa. En este caso la dirección fija los estándares pero no necesariamente dicta cómo se los debe cumplir. Una práctica común es lograr una dirección pequeña y parcialmente dispersa. Pero, ya que es responsable del todo, debe ser fuerte y mantenerse bien informada. Típicamente sus responsabilidades son las siguientes: decisiones de inversión, decisiones importantes sobre personal, el diseño y manejo del sistema de información, y el “derecho de invasión” en caso de problemas. Tiene una perspectiva general pero no puede conducir la empresa por su cuenta, y debe tener pocos miembros para no sentir la tentación de intentarlo. Sin embargo estos miembros pueden pinchar, influir, y, si es necesario, interferir.

La tarea principal de la dirección es planear el futuro, pero debe asegurar que no se acabe el presente antes de que llegue el futuro.

Ahora, más rápido que nunca, se está produciendo una división en la sociedad entre pobres y ricos.

En un momento histórico en que la inteligencia es la propiedad que cuenta, este abismo es a la vez innecesario e improductivo. Cuando la tierra y otras cosas materiales son las propiedades importantes, lo que posee una persona no lo puede poseer otra. Pero con la inteligencia es diferente. Se la puede compartir con otro, y esa persona gana pero uno no pierde.

La justicia es el lazo social que permite que convivamos en unidad. En el caso de la educación, esto significa que en la medida de lo posible, todos deben tener la misma oportunidad de aprender.

Significa dar más de una oportunidad a aquéllos que tardan en asir las oportunidades. Igualmente importante, significa alentar y asistir a aquéllos que aprovechan de entrada las oportunidades tempranas. No se trata de recortar la educación de los médicos para crear más escuelas para delincuentes con el argumento de que éstos lo necesitan más. La justicia busca equilibrar las necesidades de los individuos con las necesidades de la comunidad.

La equidad, pues, requiere una inversión en la educación de todas las personas a lo largo de sus vidas. Qué uso hagan de esta educación dependerá de ellos. Pero si no se brinda la oportunidad de compartir la inteligencia, se contribuirá a dividir la sociedad.

Lo que está ocurriendo ahora en todo el mundo, es una importante división en la sociedad entre pobres y ricos. Justo en el momento histórico en que la inteligencia es la propiedad que cuenta, este abismo es a la vez innecesario e improductivo.

Esta es la tesis del libro de uno de los pensadores más sólidos y profundos que se han dedicado a escrutar la organización empresarial, desde una perspectiva con base filosófica. Charles Handy es un profesor y escritor británico que seduce por la tersura de su escritura y porque en cada párrafo se encuentra una aguda reflexión.

Hace poco, Handy presentó un panorama brillante del futuro en su libro La Era de la Sinrazón, (The Age of Unreason). De acuerdo con este cuadro, las empresas adoptarían estructuras cada vez más atractivas. La vida laboral no se desarrollaría ya aburridamente en una sola empresa. La educación sería un proceso permanente de auto-mejoramiento.

A pesar de las excelentes críticas, que aún hoy, con la ventaja que da la retrospección, le otorgan una alta calificación, el mismo Handy no está satisfecho. “No ha resultado ser tan simple ni tan fácil como yo pensé”, escribe con franqueza.

El capitalismo ha sido menos flexible de lo que él suponía, y los gobiernos menos sabios de lo que esperaba. “Lo que sucede en nuestras sociedades maduras es mucho más fundamental, complicado e inquietante de lo que yo había anticipado”. ¿Qué hay de todas esas oportunidades que pronosticó?, ¿y qué de esas nuevas libertades que han significado menos calidad y más miseria para tantos? Esta vez reprime su entusiasmo, su afán de ofrecer una solución para cada problema. Declara con franqueza, “No hay recetas que garanticen el éxito”.

Hoy ve economías globales que producen “buenos empleos, empleos caros, productivos, pero en mucha menor cantidad”. ¿Qué pasa con los que de pronto se ven excluídos de este método fríamente calculado?

Concluye con desaliento, “La vida nunca será fácil, ni perfecta, ni del todo predecible. Siempre se la entenderá mejor hacia atrás, pero nos toca vivirla hacia adelante”.

Dada esta proyección lúgubre, ¿qué pueden ofrecer al mundo de los negocios el intelecto profundo y la pluma afilada de este hombre?

Mucho. En La Era de la Paradoja (The Age of Paradox, Harvard Business School Press) presenta un `mapa´ que “permitirá que la gente encuentre un camino entre las confusiones de nuestros tiempos”.

Está dirigido a líderes del mundo de los negocios, del gobierno, y sobre todo “a los individuos que intentan dar sentido a sus vidas”.

Handy señala nueve paradojas que intentan explicar lo que sucede en nuestras sociedades y por qué es inevitable cierta confusión en los años que siguen. No es preciso resolverlas, sólo manejarlas. Pero para eso se las debe entender. Así se las puede transformar de turbulencia a algo más positivo.

1) La paradoja de la inteligencia. La inteligencia es la nueva forma de propiedad. No se comporta como las otras formas de propiedad, y en eso reside la paradoja. A diferencia de otros tipos de propiedad, la inteligencia no se puede regalar, y aún si uno la comparte, la conserva. Tampoco se puede poseer la inteligencia de otro, por más que se posea la empresa en que trabaja esa persona. Si la persona se va de la empresa a otra se lleva consigo su inteligencia.

2) La paradoja del trabajo. Parece que hubiéramos convertido el trabajo en un dios, y luego dificultado que muchos lo adoren. El resultado: alguna gente tiene trabajo y dinero pero escaso tiempo para el ocio, mientras que otra tiene sólo ocio pero no tiene ni trabajo ni dinero.

3) La paradoja de la productividad. La productividad significa mejor trabajo con menos gente. Esto es bueno para las empresas y para los clientes.

Solía ser mejor para los empleados. Algunos recibían mejores salarios, y otros se iban a nuevas empresas. Pero ya no es así.

Y aquí está la paradoja. Ahora el área de crecimiento es la economía por cuenta propia (the do-it-yourself economy). Eso abarca los buenos empleos, los trabajos en negro y el delito.

Además -y esto es importante- incluye todo el trabajo que antes se pagaba a otros para que hicieran: cuidar enfermos, cultivar alimentos, hacer reparaciones.
Esto no va a cambiar. Más gente se verá obligada a integrar este grupo. Son tiempos para aferrarse a las destrezas que requiere este tipo de trabajo.

4) La paradoja del tiempo. Antes el tiempo estaba bien organizado. La cantidad de horas que los hombres pasaban en el trabajo determinaba la cantidad de horas que pasaban con sus familias; el tiempo que las mujeres necesitaban para el cuidado de sus familias determinaba el tiempo con que contaban para trabajar. Todos sabían quién estaba dónde en qué momento.

Hoy esto es más ambiguo, con empleos de medio tiempo, licencia para padres recientes, horarios flexibles, etc. A pesar de esto, los estadounidenses trabajan más horas por semana. Trabajan sabiendo que es estúpido, trabajan mientras cambiarían gustosos el ingreso extra por más tiempo libre.

5) La paradoja de las riquezas. ¿Cómo mantenerse rico? Antes se hacía proveyendo a la propia gente de más y más de las cosas que demandaban. Hoy la gente da luz a menos futuros consumidores y vive más tiempo (y se convierte en peores clientes). Hay que mirar en otra dirección. ¿El extranjero? Por supuesto. Pero, en las zonas carenciadas, la gente tiene ansias de comprar pero no el dinero para hacerlo. Entonces -y aquí está la paradoja- hay que brindarles lo que necesitan para producir y vendernos, para que puedan comprarnos.

Ningún gobierno ha logrado que su pueblo acepte esto. Significa perder empleos al comienzo. Y es difícil convencer a la gente con el argumento de que esto enriquecerá a sus hijos.

6) La paradoja de las empresas. La empresa actual debe reconciliar varias paradojas. Debe ser planeada pero flexible, global y local, promotora masiva (mass marketer), pero dirigida a muchos nichos del mercado. Los empleados deben ser autónomos y parte de un equipo. Los gerentes debe delegar más y controlar más.

En última instancia, las organizaciones van a organizar, pero no necesariamente emplearán a la gente. Esto significa que ser empleado de tiempo completo se transformará en una ocupación en extinción. Las organizaciones serán menos visibles, pero no menos importantes.

7)La paradoja del envejecimiento. Cada generación se considera distinta de la que la precede, pero planifica bajo el supuesto de que la que la sucede será igual. Hay que reconocer la falacia de este argumento. La educación de nuestros hijos será más prolongada, quizás indefinidamente. Sus vidas laborales empezarán antes y después. Y ellos, como nosotros, intentarán adecuar la sociedad a sus necesidades, y no a las necesidades de sus sucesores.

8) La paradoja del individuo. Jung fue el que mejor captó esta paradoja: necesitamos de los demás para ser realmente nosotros mismos. Uno ve esto al presentarse. “Soy Fulano y trabajo en la Compañía Tal”. Luego, en una ciudad, miremos todos los edificios de oficinas y preguntémonos dónde estará “mi” cuarto. Preguntémonos, también, cuál será el “nosotros” al que querremos pertenecer. ¿Una organización minimalista, virtual? ¿Una familia en extinción? ¿O remplazaremos una red interpersonal?

9) La paradoja del la justicia.. Justicia significa dar a cada cual lo que le corresponde. Pero, ¿eso significa premio al logro y castigo a las ofensas? ¿O significa darnos lo que necesitamos? Y se puede explorar más: ¿Debería recibir más un desvalido porque lo necesita más o, por ejemplo, una científica porque contribuye más a la sociedad?

Una cosa está clara: una sociedad que se percibe como injusta está condenada a destruirse a sí misma.

Charles Handy ofrece una simple explicación del cambio de mentalidad que se está desarrollando en el medio empresarial a nivel de las bases.

* La gente ya no cree que los que ocupan los cargos superiores necesariamente tengan razón.

* Los líderes ya no pueden encargarse de pensar por los demás.

* La gente ya no quiere que lo hagan.

Si bien la mayoría reconoce estos puntos, las distintas empresas varían en su forma de reorganizarse. Muchas de las nuevas organizaciones de alta tecnología son “multipolares”, es decir, se asemejan a una federación de unidades interdependientes.

Otro ejemplo es una compañía que tiene a 100 profesionales en puestos corporativos como finanzas y administración – en roles de servicio – y no en funciones que impliquen toma de decisiones.

Otras usan la “organización horizontal” con una jerarquía aplanada, y con equipos en vez de individuos constituyendo la base de la empresa. En este caso la dirección fija los estándares pero no necesariamente dicta cómo se los debe cumplir. Una práctica común es lograr una dirección pequeña y parcialmente dispersa. Pero, ya que es responsable del todo, debe ser fuerte y mantenerse bien informada. Típicamente sus responsabilidades son las siguientes: decisiones de inversión, decisiones importantes sobre personal, el diseño y manejo del sistema de información, y el “derecho de invasión” en caso de problemas. Tiene una perspectiva general pero no puede conducir la empresa por su cuenta, y debe tener pocos miembros para no sentir la tentación de intentarlo. Sin embargo estos miembros pueden pinchar, influir, y, si es necesario, interferir.

La tarea principal de la dirección es planear el futuro, pero debe asegurar que no se acabe el presente antes de que llegue el futuro.

Ahora, más rápido que nunca, se está produciendo una división en la sociedad entre pobres y ricos.

En un momento histórico en que la inteligencia es la propiedad que cuenta, este abismo es a la vez innecesario e improductivo. Cuando la tierra y otras cosas materiales son las propiedades importantes, lo que posee una persona no lo puede poseer otra. Pero con la inteligencia es diferente. Se la puede compartir con otro, y esa persona gana pero uno no pierde.

La justicia es el lazo social que permite que convivamos en unidad. En el caso de la educación, esto significa que en la medida de lo posible, todos deben tener la misma oportunidad de aprender.

Significa dar más de una oportunidad a aquéllos que tardan en asir las oportunidades. Igualmente importante, significa alentar y asistir a aquéllos que aprovechan de entrada las oportunidades tempranas. No se trata de recortar la educación de los médicos para crear más escuelas para delincuentes con el argumento de que éstos lo necesitan más. La justicia busca equilibrar las necesidades de los individuos con las necesidades de la comunidad.

La equidad, pues, requiere una inversión en la educación de todas las personas a lo largo de sus vidas. Qué uso hagan de esta educación dependerá de ellos. Pero si no se brinda la oportunidad de compartir la inteligencia, se contribuirá a dividir la sociedad.

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