Hábitos de gasto en Estados Unidos
Gastar, gastar y más gastar. Es un país que valora más el gasto que el ahorro. El análisis sociológico pertenece a un profesor de historia.
17 enero, 2012
<p>Garon detalla una actitud que los estadounidenses, más que la gente de cualquier otro país, han demostrado sobre el gasto: tienden a pensar que está bien endeudarse para comprar artefactos y dispositivos o para irse de vacaciones. Según esta apostura, esa actividad estimula la imaginación y asegura una economía vibrante con muchas empresas nuevas y muchas innovaciones. Incluso tienden a pensar que la carga de la deuda tal vez no está tan mal, porque la gente endeudada trabaja más para saldarla y, otra vez, mantienen activo el motor económico. Son relativamente magnánimos con las quiebras personales, también: ellas brindan un nuevo comienzo y permiten que comience otra vez el gasto. <br />
En muchos lugares del resto del mundo, documenta Garon, esta postura ha merecido un rechazo moral, aunque hasta la crisis actual, mucha gente en todo el mundo iba lentamente adoptando la costumbre americana. <br />
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Robert J. Shiller es profesor de economía en Yale. </em></p>
<p>Un libro de reciente publicación—“<em>Beyond our means: Why America spends while the world works</em>” hace un análisis de cómo han reaccionado los estadounidenses cada vez que la economía ha dejado de boyar. Su autor, Sheldon Garon, es profesor de Princeton pero no es economista sino historiador con gusto por la sociología. <br />
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Garon explica que la disposición a gastar—en cualquier ser humano– está impulsada primeramente por una reacción de la memoria colectiva ante grandes acontecimientos, incluyendo guerras y depresiones. Dice también que esa actitud depende del carácter nacional, que es diferente según el país y el momento histórico. El gasto es siempre moldeado por deliberadas políticas oficiales. En tiempos de guerra, particularmente, los gobiernos de todo el mundo suelen iniciar campañas de información pública promoviendo el ahorro. <br />
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Estados Unidos es la excepción. Más que ningún otro país, dice Garon, eleva el gasto del consumidor a nivel de virtud, a veces minimizando el ahorro. Existe incluso la idea de que es patriótico gastar más que ahorrar. Por ejemplo, en un discurso a dos semanas de los ataques terroristas del 11 de septiembre, el presidente George W. Bush instó a los estadounidenses a no acobardarse: “Vayan a Disney World en Florida”, dijo. “Lleven a sus familias y disfruten de la vida, como ustedes la quieren disfrutar”. Los gastos por consumo personal aumentaron notablemente en octubre 2001 y la recesión que había comenzado en marzo de ese año estaba superada para noviembre. <br />
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