Guía para sobrevivir en el trabajo

Hoy es diferente la relación jefe/subordinado: los empleados tienen más poder y responsabilidad, pero sólo interesan mientras agreguen valor.

14 abril, 2000

Hace apenas algunos años lo único que hacía falta para sobrevivir y prosperar en el empleo era una cuota de lealtad y una rígida ética de trabajo. La norma que regía la movilidad ascendente era casi siempre la “antigüedad”, de modo que quien hacía bien su trabajo e iba sumando años en el mismo lugar merecía un ascenso que significaba también aumento de sueldo.

En los años que corren el camino no es tan sencillo. Según explica el consultor Williams N. Yeomans en su libro 7 Survival Skills for a Reengineered World (Penguin Books), son siete las habilidades necesarias en este clima de reingeniería, achicamiento y tercerización. Los consejos de Yeomans son claros:

1) Ser hábil en el manejo y control de la carrera.

Planifique su carrera laboral tratando también de controlar la vida personal. Aprenda a vivir con menos lealtad y confianza. Recuerde que hoy la relación jefe/subordinado es diferente: no hay que esperar un compromiso de por vida ni del empleador ni del empleado. Hoy es diferente la relación jefe/subordinado: los empleados tienen más poder y responsabilidad, pero sólo interesan mientras agreguen valor.

2) Ser hábil para superar adversidades.

Ponga a punto sus habilidades personales. Tendrá que repensar el estrés, manejar mejor el tiempo y prepararse para el cambio. Aprenda a usar a su favor la carga de ansiedad contenida en la mayoría de los empleos. Nunca son las cosas tan serias como parecen al principio. Imagínese el peor de los escenarios y alguna forma de superarlo.

Piense que es muy posible que su trabajo desaparezca en los próximos años. Si no se ha preparado para eso, hágalo ahora. Cuide su red de contactos. Haga una lista de personas bien ubicadas y manténgase en contacto con ellas. Actualícese permanentemente, aprenda siempre algo nuevo.

3) Ser hábil comunicador.

Saber hablar en público y escuchar con atención son la otra cara de la moneda de la comunicación. Si bien es cierto que hay gente naturalmente bien dotada para ambas cosas, con esfuerzo y dedicación usted también puede mejorar esas capacidades.

Hay estudios que indican que la persuasión es 8% contenido (qué se dice), 42% apariencia (cómo luce el conferenciante) y 50% estilo (cómo se dice).

De las cuatro habilidades básicas de la comunicación -hablar, leer, escribir y escuchar – escribir es lo que más se enseña y menos se usa. Escuchar es lo que más se usa y menos se enseña. Asegúrese de comprender lo que escucha y pruébese tratando de parafrasear.

4) Ser hábil como subalterno.

Aprender a hablar con el jefe es una habilidad especial. Si quiere proponerle una idea, conéctela con algo que él (ella) haya dicho antes. Haga un análisis de la relación costo-beneficio antes de que se la pida, piense en alternativas. Ofrézcase a pensar en soluciones para los posibles problemas. Encuentre ejemplos similares que tuvieron éxito. Consiga aliados.

5) Ser hábil para liderar.

Antes un jefe dirigía. Ahora lidera. Eso significa escuchar más, preguntar más y aceptar que no siempre el que está más arriba tiene la razón. El líder de los ´90 debe seducir a la gente con una idea e inspirarla para que dé todo por esa causa. Debe crear un clima de trabajo donde se respire libertad, aprecio, reconocimiento, y compromiso.

Proponga tareas interesantes, que coloquen a los empleados en situaciones en las que puedan crecer, aprender cosas nuevas. Sea sincero, preocúpese de verdad por el éxito de sus empleados.

6) Ser hábil para trabajar en equipo.

Los equipos tienen muchas ventajas sobre el trabajo individual. Permiten, por ejemplo, elegir la mejor solución entre varias propuestas (lo que en inglés se conoce como una sesión de brainstorming), o desarrollar estrategias creativas y examinar temas desde diferentes perspectivas.

Pero no todo es ideal: están los problemas de relaciones humanas. A la gente no siempre le resulta fácil congeniar con los demás. La diferencia entre un equipo funcional (que funciona bien) y uno disfuncional (que funciona mal) radica en la dirección del líder.

Si le piden que se haga cargo de un proyecto en equipo fije las reglas, aproveche las fortalezas individuales, desarrolle una misión y objetivos, conduzca a su grupo y arbitre los conflictos. No esquive los riesgos prudentes, dé libertad para actuar, evalúe el desempeño de los miembros, y finalmente busque resultados.

7) Ser hábil en el trato con el cliente. Trabajar con los clientes puede ser complicado. Si el cliente está indignado, algo está mal en el producto o la entrega. En cualquier caso déjelo que se desahogue y luego haga muchas preguntas. Si tiene que darle una mala noticia (producto discontinuado, crédito cortado) sea directo, hable con claridad y discúlpese sinceramente. Si el cliente le pide una ayuda que usted no puede dar y debe referirlo a otra parte, dígale lo que va a hacer “usted”, no lo que él (ella) debería hacer. Si le ha hecho una promesa, cúmplala. Sin excusas.

Hace apenas algunos años lo único que hacía falta para sobrevivir y prosperar en el empleo era una cuota de lealtad y una rígida ética de trabajo. La norma que regía la movilidad ascendente era casi siempre la “antigüedad”, de modo que quien hacía bien su trabajo e iba sumando años en el mismo lugar merecía un ascenso que significaba también aumento de sueldo.

En los años que corren el camino no es tan sencillo. Según explica el consultor Williams N. Yeomans en su libro 7 Survival Skills for a Reengineered World (Penguin Books), son siete las habilidades necesarias en este clima de reingeniería, achicamiento y tercerización. Los consejos de Yeomans son claros:

1) Ser hábil en el manejo y control de la carrera.

Planifique su carrera laboral tratando también de controlar la vida personal. Aprenda a vivir con menos lealtad y confianza. Recuerde que hoy la relación jefe/subordinado es diferente: no hay que esperar un compromiso de por vida ni del empleador ni del empleado. Hoy es diferente la relación jefe/subordinado: los empleados tienen más poder y responsabilidad, pero sólo interesan mientras agreguen valor.

2) Ser hábil para superar adversidades.

Ponga a punto sus habilidades personales. Tendrá que repensar el estrés, manejar mejor el tiempo y prepararse para el cambio. Aprenda a usar a su favor la carga de ansiedad contenida en la mayoría de los empleos. Nunca son las cosas tan serias como parecen al principio. Imagínese el peor de los escenarios y alguna forma de superarlo.

Piense que es muy posible que su trabajo desaparezca en los próximos años. Si no se ha preparado para eso, hágalo ahora. Cuide su red de contactos. Haga una lista de personas bien ubicadas y manténgase en contacto con ellas. Actualícese permanentemente, aprenda siempre algo nuevo.

3) Ser hábil comunicador.

Saber hablar en público y escuchar con atención son la otra cara de la moneda de la comunicación. Si bien es cierto que hay gente naturalmente bien dotada para ambas cosas, con esfuerzo y dedicación usted también puede mejorar esas capacidades.

Hay estudios que indican que la persuasión es 8% contenido (qué se dice), 42% apariencia (cómo luce el conferenciante) y 50% estilo (cómo se dice).

De las cuatro habilidades básicas de la comunicación -hablar, leer, escribir y escuchar – escribir es lo que más se enseña y menos se usa. Escuchar es lo que más se usa y menos se enseña. Asegúrese de comprender lo que escucha y pruébese tratando de parafrasear.

4) Ser hábil como subalterno.

Aprender a hablar con el jefe es una habilidad especial. Si quiere proponerle una idea, conéctela con algo que él (ella) haya dicho antes. Haga un análisis de la relación costo-beneficio antes de que se la pida, piense en alternativas. Ofrézcase a pensar en soluciones para los posibles problemas. Encuentre ejemplos similares que tuvieron éxito. Consiga aliados.

5) Ser hábil para liderar.

Antes un jefe dirigía. Ahora lidera. Eso significa escuchar más, preguntar más y aceptar que no siempre el que está más arriba tiene la razón. El líder de los ´90 debe seducir a la gente con una idea e inspirarla para que dé todo por esa causa. Debe crear un clima de trabajo donde se respire libertad, aprecio, reconocimiento, y compromiso.

Proponga tareas interesantes, que coloquen a los empleados en situaciones en las que puedan crecer, aprender cosas nuevas. Sea sincero, preocúpese de verdad por el éxito de sus empleados.

6) Ser hábil para trabajar en equipo.

Los equipos tienen muchas ventajas sobre el trabajo individual. Permiten, por ejemplo, elegir la mejor solución entre varias propuestas (lo que en inglés se conoce como una sesión de brainstorming), o desarrollar estrategias creativas y examinar temas desde diferentes perspectivas.

Pero no todo es ideal: están los problemas de relaciones humanas. A la gente no siempre le resulta fácil congeniar con los demás. La diferencia entre un equipo funcional (que funciona bien) y uno disfuncional (que funciona mal) radica en la dirección del líder.

Si le piden que se haga cargo de un proyecto en equipo fije las reglas, aproveche las fortalezas individuales, desarrolle una misión y objetivos, conduzca a su grupo y arbitre los conflictos. No esquive los riesgos prudentes, dé libertad para actuar, evalúe el desempeño de los miembros, y finalmente busque resultados.

7) Ser hábil en el trato con el cliente. Trabajar con los clientes puede ser complicado. Si el cliente está indignado, algo está mal en el producto o la entrega. En cualquier caso déjelo que se desahogue y luego haga muchas preguntas. Si tiene que darle una mala noticia (producto discontinuado, crédito cortado) sea directo, hable con claridad y discúlpese sinceramente. Si el cliente le pide una ayuda que usted no puede dar y debe referirlo a otra parte, dígale lo que va a hacer “usted”, no lo que él (ella) debería hacer. Si le ha hecho una promesa, cúmplala. Sin excusas.

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