FORTUNE sacó una lista de los 25 (ex) ejecutivos más codiciosos

“Gordon Gekko no les llega a la suela de los zapatos”, sostiene nada menos que Fortune, aludiendo al personaje de Michael Douglas en Wall Street (1987). La revista acaba de inaugurar el “ranking de los 25 ejecutivos más codiciosos del mundo”.

25 agosto, 2002

Han pasado quince años desde que Gekko escandalizara a gurúes, operadores
y medios del mundillo bursátil neoyorquino (especialmente, al Wall Street
Journal
y Business Week, por entonces adictos a Ronald Regan y al ofertismo
de Jack Kemp). ¿A cuánto ascendía el fraude de este especulador
“imaginario”? A apenas US$ 15 millones.

Al año siguiente de la película, el derrumbe de bancos regionales
en Estados Unidos, por imprudentes operaciones hipotecarias, volatilizó
más de US$ 10.000 millones. El salvataje de uno solo, el Continental
Illinois
-ya difunto- costó US$ 7.300 millones. Por entonces, los
inversores japoneses inflaban su propia burbuja vía bienes raíces
y mercado del arte. La primera licuó activos por más de US$ 500.000
millones en pocos años. La segunda ha dejado en poder de los bancos cuadros
subastados a precios tan locos como esos Girasoles de Vincent van Gogh (US$
83 millones por algo que ningún curador serio tasaba a más de
20 millones).

Pero todo pasó al olvido cuando un genio de las matemáticas financieras,
Nicholas W. Leeson, armó una cadena de operaciones con derivativos -futuros
y opciones, o sea aire- por US$ 30.000 millones. Al implosionar, se desfondó
Baring Brothers, una banca de 250 años que había sobrevivido
varios cracs internacionales y cayó por un agujero de US$ 1.600 millones.

Nada de lo anterior se compara con las crisis de Enron (US$ 100.000
millones de valor en libros), WorldCom (103.800 millones,), Kirch
Holding
(€ 60.000 millones), etc. La nómina de Fortune
lo confirma. Adhiriendo a conceptos de Alan Greenspan (tomados de John K.Galbraith
y Charles Kindleberger), Paul Krugman y Joseph Stiglitz -hoy demonizados en
Argentina por analistas que otrora prometían décadas de convertibilidad
1×1-, la revista afirma que “tanta avidez sólo pudo ser posible
en un clima de exuberancia irracional”.

En la lista, el primer pelotón abarca siete codiciosos mayores y arranca
con Philip Anschütz, director de Qwest Communications International.
Entre enero de 1999 y mayo de 2002, vendió con ganancias US$ 1.570 millones
en acciones de su propia firma, sabiendo que marchaba a una crisis. Después
aparece Edward Waitt, administrador del gigante informático Gateway
(vendió acciones por US$ 1.100 millones). A Henry Samuel y Henry Nicholas,
copresidentes de BroadCom, les corresponde el tercer lugar -con 881 millones-
y el cuarto, con 799 millones. Los acompañan John Moores (Peregrine
Systems
, US$ 646 millones), Gary Winnick (Global Crossing, 508 millones)
y Steve Case (ex AOL Time Warner, 475 millones).

En conjunto, las 25 firmas afectadas por irregularidades contables, fraudes
o crisis económicas han perdido 75% de su valor en mercado entre abril
de 2000 y junio de 2002. Estos ex ejecutivos, codiciosos y sin escrúpulos,
hoy millonarios retirados, se han quedado con US$ 66.000 millones a costa de
accionistas, ahorristas, inversores y fondos de pensión de su propio
personal. La nómina de Fortune no incluye algunos casos muy recientes,
pero sí muchos nombres todavía no “populares”, aunque
con serias posibilidades de serlo.

Han pasado quince años desde que Gekko escandalizara a gurúes, operadores
y medios del mundillo bursátil neoyorquino (especialmente, al Wall Street
Journal
y Business Week, por entonces adictos a Ronald Regan y al ofertismo
de Jack Kemp). ¿A cuánto ascendía el fraude de este especulador
“imaginario”? A apenas US$ 15 millones.

Al año siguiente de la película, el derrumbe de bancos regionales
en Estados Unidos, por imprudentes operaciones hipotecarias, volatilizó
más de US$ 10.000 millones. El salvataje de uno solo, el Continental
Illinois
-ya difunto- costó US$ 7.300 millones. Por entonces, los
inversores japoneses inflaban su propia burbuja vía bienes raíces
y mercado del arte. La primera licuó activos por más de US$ 500.000
millones en pocos años. La segunda ha dejado en poder de los bancos cuadros
subastados a precios tan locos como esos Girasoles de Vincent van Gogh (US$
83 millones por algo que ningún curador serio tasaba a más de
20 millones).

Pero todo pasó al olvido cuando un genio de las matemáticas financieras,
Nicholas W. Leeson, armó una cadena de operaciones con derivativos -futuros
y opciones, o sea aire- por US$ 30.000 millones. Al implosionar, se desfondó
Baring Brothers, una banca de 250 años que había sobrevivido
varios cracs internacionales y cayó por un agujero de US$ 1.600 millones.

Nada de lo anterior se compara con las crisis de Enron (US$ 100.000
millones de valor en libros), WorldCom (103.800 millones,), Kirch
Holding
(€ 60.000 millones), etc. La nómina de Fortune
lo confirma. Adhiriendo a conceptos de Alan Greenspan (tomados de John K.Galbraith
y Charles Kindleberger), Paul Krugman y Joseph Stiglitz -hoy demonizados en
Argentina por analistas que otrora prometían décadas de convertibilidad
1×1-, la revista afirma que “tanta avidez sólo pudo ser posible
en un clima de exuberancia irracional”.

En la lista, el primer pelotón abarca siete codiciosos mayores y arranca
con Philip Anschütz, director de Qwest Communications International.
Entre enero de 1999 y mayo de 2002, vendió con ganancias US$ 1.570 millones
en acciones de su propia firma, sabiendo que marchaba a una crisis. Después
aparece Edward Waitt, administrador del gigante informático Gateway
(vendió acciones por US$ 1.100 millones). A Henry Samuel y Henry Nicholas,
copresidentes de BroadCom, les corresponde el tercer lugar -con 881 millones-
y el cuarto, con 799 millones. Los acompañan John Moores (Peregrine
Systems
, US$ 646 millones), Gary Winnick (Global Crossing, 508 millones)
y Steve Case (ex AOL Time Warner, 475 millones).

En conjunto, las 25 firmas afectadas por irregularidades contables, fraudes
o crisis económicas han perdido 75% de su valor en mercado entre abril
de 2000 y junio de 2002. Estos ex ejecutivos, codiciosos y sin escrúpulos,
hoy millonarios retirados, se han quedado con US$ 66.000 millones a costa de
accionistas, ahorristas, inversores y fondos de pensión de su propio
personal. La nómina de Fortune no incluye algunos casos muy recientes,
pero sí muchos nombres todavía no “populares”, aunque
con serias posibilidades de serlo.

Compartir:
Notas Relacionadas

Suscripción Digital

Suscríbase a Mercado y reciba todos los meses la mas completa información sobre Economía, Negocios, Tecnología, Managment y más.

Suscribirse Archivo Ver todos los planes

Newsletter


Reciba todas las novedades de la Revista Mercado en su email.

Reciba todas las novedades