Epidemia de agotamiento

La mayoría de los empleados vive en permanente estado de ansiedad, tensión e irritabilidad. En todas partes, y por diferentes razones, hay sobrecarga de trabajo. Los autores de The Truth About Burnout explican allí las causas del agotamiento.

17 marzo, 2004

Las empresas despiden gente y recargan de trabajo a los que quedan. Los maestros y profesores trabajan en un clima de tensión prácticamente insoportable. El resultado es una permanente discordia entre esos trabajadores y los lugares donde trabajan.

Christina Maslach y Michael P. Leiter dicen en su libro que esa discordia se caracteriza por provocar en la gente una sensación de que se le exige demasiado, se la valora poco, se la remunera mal y se la trata injustamente. Y el lamentable resultado de todas esas sensaciones es no sólo el agotamiento físico, sino la indiferencia, el desinterés y hasta el resentimiento.

El agotamiento no es un fenómeno nuevo, dicen Maslach y Leiter; lo nuevo es la forma alarmante en que se expande. Veinte años atrás, las únicas personas que normalmente sufrían de agotamiento eran las que trabajaban en áreas delicadas como salud, servicios humanos y educación. Esas tareas siempre han implicado mucho contacto directo con la gente, algo capaz de destruir física y emocionalmente a una persona.

Hoy, sin embargo, la mayoría de las ocupaciones son estresantes. Pasar de una economía de manufactura a una economía de servicios ha significado que más personas trabajan en contacto con los clientes. En todos los renglones se ha popularizado el trabajo en equipos y también aumentaron por puestos gerenciales.

El panorama cambió

El problema se agranda con las tendencias económicas, la tecnología y la nueva filosofía gerencial que han dado por resultado lugares de trabajo completamente diferentes de los tradicionales. Los cambios más significativos son los siguientes:

Menos valor intrínseco
Las organizaciones están optando por sacrificar activos con valor de largo plazo para lograr crecimiento en el corto plazo. Crear una comunidad fuerte o crear productos excelentes son cosas que pasan a segundo plano frente al comportamiento de las existencias. En consecuencia, las organizaciones prestan demasiada atención a las ganancias y no suficiente a los empleados.

Economías globales
La creciente competencia global ha trasladado el empleo de las naciones desarrolladas hacia países donde la mano de obra es más barata. Y los empleados que conservan sus puestos trabajan más horas, hacen más cosas y resignan algunos de sus beneficios.

Tecnología
A veces la tecnología aumenta la productividad de una organización a expensas de su fuerza laboral. Los cajeros de banco y obreros de fábrica fueron víctimas de la automatización. Los instructores fueron reemplazados por CDRoms. Y otros empleos, como el de ascensorista, por ejemplo, simplemente han desaparecido.

La tecnología, además, pone más exigencias sobre las espaldas de los empleados. Los que trabajan con computadoras, por ejemplo, tienen que crear copias de seguridad de sus archivos, clasificar sus e-mails y reemplazar el trabajo perdido cuando las computadoras tienen problemas.

Retribución injusta
Además, mientras los empleados residuales trabajan más y viven permanentemente preocupados por la posibilidad de perder el empleo, los ejecutivos están cada vez mejor. Un CEO promedio gana en Estados Unidos 24 veces más que el sueldo industrial promedio. En Canadá la relación es 12 a 1, y en Europa, menos de 10 a 1. Esta disparidad de salarios hace que los empleados pierdan la confianza en la justicia de sus empleadores.

El efecto cascada

Estos cambios ilustran cómo los problemas van cayendo en cascada desde la cumbre hasta la base de la organización, aumentando el agotamiento en todos los niveles. Lo que ha ocurrido es que las tensiones han ido pasando de la organización a su gente. Los gerentes deben recortar personal y recursos. Los empleados despedidos deben encontrar nuevos trabajos. El personal que queda debe absorber más trabajo. Los clientes deben esperar más tiempo para recibir el servicio si es que lo reciben. Y la tensión va en aumento para todos por igual.

Las empresas despiden gente y recargan de trabajo a los que quedan. Los maestros y profesores trabajan en un clima de tensión prácticamente insoportable. El resultado es una permanente discordia entre esos trabajadores y los lugares donde trabajan.

Christina Maslach y Michael P. Leiter dicen en su libro que esa discordia se caracteriza por provocar en la gente una sensación de que se le exige demasiado, se la valora poco, se la remunera mal y se la trata injustamente. Y el lamentable resultado de todas esas sensaciones es no sólo el agotamiento físico, sino la indiferencia, el desinterés y hasta el resentimiento.

El agotamiento no es un fenómeno nuevo, dicen Maslach y Leiter; lo nuevo es la forma alarmante en que se expande. Veinte años atrás, las únicas personas que normalmente sufrían de agotamiento eran las que trabajaban en áreas delicadas como salud, servicios humanos y educación. Esas tareas siempre han implicado mucho contacto directo con la gente, algo capaz de destruir física y emocionalmente a una persona.

Hoy, sin embargo, la mayoría de las ocupaciones son estresantes. Pasar de una economía de manufactura a una economía de servicios ha significado que más personas trabajan en contacto con los clientes. En todos los renglones se ha popularizado el trabajo en equipos y también aumentaron por puestos gerenciales.

El panorama cambió

El problema se agranda con las tendencias económicas, la tecnología y la nueva filosofía gerencial que han dado por resultado lugares de trabajo completamente diferentes de los tradicionales. Los cambios más significativos son los siguientes:

Menos valor intrínseco
Las organizaciones están optando por sacrificar activos con valor de largo plazo para lograr crecimiento en el corto plazo. Crear una comunidad fuerte o crear productos excelentes son cosas que pasan a segundo plano frente al comportamiento de las existencias. En consecuencia, las organizaciones prestan demasiada atención a las ganancias y no suficiente a los empleados.

Economías globales
La creciente competencia global ha trasladado el empleo de las naciones desarrolladas hacia países donde la mano de obra es más barata. Y los empleados que conservan sus puestos trabajan más horas, hacen más cosas y resignan algunos de sus beneficios.

Tecnología
A veces la tecnología aumenta la productividad de una organización a expensas de su fuerza laboral. Los cajeros de banco y obreros de fábrica fueron víctimas de la automatización. Los instructores fueron reemplazados por CDRoms. Y otros empleos, como el de ascensorista, por ejemplo, simplemente han desaparecido.

La tecnología, además, pone más exigencias sobre las espaldas de los empleados. Los que trabajan con computadoras, por ejemplo, tienen que crear copias de seguridad de sus archivos, clasificar sus e-mails y reemplazar el trabajo perdido cuando las computadoras tienen problemas.

Retribución injusta
Además, mientras los empleados residuales trabajan más y viven permanentemente preocupados por la posibilidad de perder el empleo, los ejecutivos están cada vez mejor. Un CEO promedio gana en Estados Unidos 24 veces más que el sueldo industrial promedio. En Canadá la relación es 12 a 1, y en Europa, menos de 10 a 1. Esta disparidad de salarios hace que los empleados pierdan la confianza en la justicia de sus empleadores.

El efecto cascada

Estos cambios ilustran cómo los problemas van cayendo en cascada desde la cumbre hasta la base de la organización, aumentando el agotamiento en todos los niveles. Lo que ha ocurrido es que las tensiones han ido pasando de la organización a su gente. Los gerentes deben recortar personal y recursos. Los empleados despedidos deben encontrar nuevos trabajos. El personal que queda debe absorber más trabajo. Los clientes deben esperar más tiempo para recibir el servicio si es que lo reciben. Y la tensión va en aumento para todos por igual.

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