Entre nombre y marca hay una estrategia

Todos los nombres se fabrican. De las marcas más conocidas del mundo casi ningún nombre tiene algo que ver con el negocio involucrado. Entonces no hay nombres absurdos. Una buena estrategia – o el simple paso del tiempo – los convertirá en marca.

18 julio, 2002

Si pensamos en las marcas que compramos todos los días, o en las marcas con más fama en el mundo y tratamos de relacionar las palabras elegidas para designar esas marcas, llegamos pronto a la conclusión de que ninguna de ellas dice a la gente nada acerca de los negocios que representan.

Según los grandes expertos en marketing, no es necesario que exista tal relación. Ningún nombre significa nada por sí solo. Puede ser más lindo más feo, más largo, más corto, más fonético, más fácil o más difícil de pronunciar. Pero al principio ninguno parece sonar apropiado. Ese es el motivo por el cual es tan difícil encontrar un nombre para una marca nueva. Ninguno satisface a todos. Siempre hay objeciones.

Y sin embargo, una vez adoptado, la simbiosis posterior entre nombre, marca y producto se hará independientemente de la acertada elección de la palabra.

En primer lugar debe haber una muy bien planeada campaña de formación de marca (branding). Eso es lo que crea una imagen alrededor del nombre.

¿Quién hubiera pensado que Coca-Cola — una marca formada por dos palabras, con un guión en el medio y de muy difícil pronunciación para una hablante anglosajón – se convertiría en la marca más exitosa de Estados Unidos primero y del mundo después?

Una vez que el nombre se transformó en marca, ambas cosas se convierten en símbolo…. y las palabras elegidas dejaron de ser buenas, malas, lógicas o absurdas. Hoy, esas dos raras palabras se han convertido en la representación misma de la bebida más solicitada del mundo.

¿El secreto? Son dos: un buen producto y una buena campaña de creación de marca.

Si pensamos en las marcas que compramos todos los días, o en las marcas con más fama en el mundo y tratamos de relacionar las palabras elegidas para designar esas marcas, llegamos pronto a la conclusión de que ninguna de ellas dice a la gente nada acerca de los negocios que representan.

Según los grandes expertos en marketing, no es necesario que exista tal relación. Ningún nombre significa nada por sí solo. Puede ser más lindo más feo, más largo, más corto, más fonético, más fácil o más difícil de pronunciar. Pero al principio ninguno parece sonar apropiado. Ese es el motivo por el cual es tan difícil encontrar un nombre para una marca nueva. Ninguno satisface a todos. Siempre hay objeciones.

Y sin embargo, una vez adoptado, la simbiosis posterior entre nombre, marca y producto se hará independientemente de la acertada elección de la palabra.

En primer lugar debe haber una muy bien planeada campaña de formación de marca (branding). Eso es lo que crea una imagen alrededor del nombre.

¿Quién hubiera pensado que Coca-Cola — una marca formada por dos palabras, con un guión en el medio y de muy difícil pronunciación para una hablante anglosajón – se convertiría en la marca más exitosa de Estados Unidos primero y del mundo después?

Una vez que el nombre se transformó en marca, ambas cosas se convierten en símbolo…. y las palabras elegidas dejaron de ser buenas, malas, lógicas o absurdas. Hoy, esas dos raras palabras se han convertido en la representación misma de la bebida más solicitada del mundo.

¿El secreto? Son dos: un buen producto y una buena campaña de creación de marca.

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