En el futuro, las empresas responsables serán las ganadoras

Según Arve Thorvik, director del WBCSD, negocios y ética son dos caras de una misma moneda. A las empresas les conviene asumir responsabilidad por la forma en que sus actividades afectan el medio ambiente y el medio social, dice en un documento.

4 febrero, 2003

Arve Thorvik es director del World Business Council for Sustainable Development
(consejo empresario mundial para el desarrollo sustentable), una entidad creada
en 1992 y constituida por 150 empresas internacionales que trabajan para definir
las ventajas del desarrollo sustentable para las empresas. El WBCSD se propone
demostrar que el desarrollo sustentable es bueno para la empresa, para el planeta
y la gente que lo habita. Esta organización tiene también una red
global compuesta por más de 30 consejos empresariales nacionales y regionales
y organizaciones asociadas, todas dedicadas a determinar con precisión
de qué manera pueden las empresas hacer su aporte para un mundo sustentable.

El mensaje más importante de Thorvik en un documento que titula "Definiciones
y fronteras: ¿Qué es responsabilidad social corporativa
(RSC)?"
es que empresa y ética – o responsabilidad empresarial y social — son
dos mitades de un todo. Thorvik cree que en el largo plazo (el único que
hay que tener en cuenta) sólo las empresas responsables se llevarán
los laureles; entre otras cosas por la creciente exigencia de los inversores de
que su dinero sea utilizado con responsabilidad. En su trabajo, el autor demuestra
que la sustentabilidad tiene un beneficio financiero y que "ser bueno tiene
sus compensaciones". Para demostrar esto último compara diferentes
índices que miden crecimiento.

Hay una clara tendencia que muestra que las inversiones van hacia las compañías
y los fondos con perfil de responsabilidad social, en mayor medida que a las que
no lo tienen. Además, los consumidores pudientes y las poderosas organizaciones
no gubernamentales, como Greenpeace, Amnesty International, Oxfam y otras organizaciones
idealistas, pueden presionar a las empresas y ponerlas en la lista negra.

Thorvik afirma que ninguna empresa se puede dar el lujo de no tomar seriamente
estas recomendaciones. Hablar bonitamente sobre ética y responsabilidad
no es suficiente. Hacen falta medios concretos de hacer realidad las buenas intenciones
y convertirlas en conductas prácticas.

Arve Thorvik es director del World Business Council for Sustainable Development
(consejo empresario mundial para el desarrollo sustentable), una entidad creada
en 1992 y constituida por 150 empresas internacionales que trabajan para definir
las ventajas del desarrollo sustentable para las empresas. El WBCSD se propone
demostrar que el desarrollo sustentable es bueno para la empresa, para el planeta
y la gente que lo habita. Esta organización tiene también una red
global compuesta por más de 30 consejos empresariales nacionales y regionales
y organizaciones asociadas, todas dedicadas a determinar con precisión
de qué manera pueden las empresas hacer su aporte para un mundo sustentable.

El mensaje más importante de Thorvik en un documento que titula "Definiciones
y fronteras: ¿Qué es responsabilidad social corporativa
(RSC)?"
es que empresa y ética – o responsabilidad empresarial y social — son
dos mitades de un todo. Thorvik cree que en el largo plazo (el único que
hay que tener en cuenta) sólo las empresas responsables se llevarán
los laureles; entre otras cosas por la creciente exigencia de los inversores de
que su dinero sea utilizado con responsabilidad. En su trabajo, el autor demuestra
que la sustentabilidad tiene un beneficio financiero y que "ser bueno tiene
sus compensaciones". Para demostrar esto último compara diferentes
índices que miden crecimiento.

Hay una clara tendencia que muestra que las inversiones van hacia las compañías
y los fondos con perfil de responsabilidad social, en mayor medida que a las que
no lo tienen. Además, los consumidores pudientes y las poderosas organizaciones
no gubernamentales, como Greenpeace, Amnesty International, Oxfam y otras organizaciones
idealistas, pueden presionar a las empresas y ponerlas en la lista negra.

Thorvik afirma que ninguna empresa se puede dar el lujo de no tomar seriamente
estas recomendaciones. Hablar bonitamente sobre ética y responsabilidad
no es suficiente. Hacen falta medios concretos de hacer realidad las buenas intenciones
y convertirlas en conductas prácticas.

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