Empresarios “de tablón”

En ámbitos de arquitectura se suele hablar de arquitectos “de tablero” y arquitectos "de tablón", para diferenciar a los que se involucran en la construcción de sus proyectos, de los que no. La metáfora es válida para los empresarios.

15 febrero, 2007

Cuenta una leyenda que cuando Ross Perot era consejero de General Motors, pasaba los fines de semana visitando en persona los concesionarios y comprando coches. Perot reprochaba a su máximo rival en GM, Roger Smith, que no hiciera lo mismo.

Éste es un claro ejemplo de líder que incluye, en sus tareas habituales, el conocimiento directo de lo que ocurre en la empresa a su cargo en los niveles que están en contacto directo con los clientes.

Contacto directo puede querer decir muchas cosas: pasearse por una planta fabril, la tienda o la oficina; conocer a todos los empleados por su nombre, informarse de sus problemas, de las tareas que realizan a diario; y también ponerse en el lugar de los consumidores realizando de vez en cuando el juego de convertirse en uno de ellos.

No importa el tamaño

Podría argumentarse que esto es más fácil de realizar en una empresa pequeña, o hasta mediana, que en una gran corporación. Cierto. Cuando la empresa es grande es más difícil, pero no imposible. Lo único verdaderamente peligroso es que el número uno se quede encerrado en su torrecita de cristal, diseñando planes, armando estrategias y distribuyendo responsabilidades. Porque de esa forma pierden contacto con el mercado y desarrollan una tendencia invisible a resistir las malas noticias.

Lo cierto es que es absolutamente necesario que los número uno se conviertan en empresarios “de tablón”, que se enteren de los problemas diarios, de las quejas de los consumidores, de los problemas diarios que impiden la realización de los planes tal como fueron concebidos.

Algunos lo harán por convencimiento personal, porque intuyen que sólo así pueden tener un cabal conocimiento de su empresa y de su mercado.

Otros, por hábito, porque fundaron la empresa y la criaron desde pequeña, y porque en aquellos tiempos eran fac totum, hacían de todo. Luego, al convertirse en directivos de una pyme que creció, mantienen la costumbre de involucrarse en el día a día de las actividades.

Y un tercer grupo lo hace por decisión. Porque son conscientes de los beneficios que supone la cercanía con el mercado. Y entonces no sólo la practican ellos sino que invitan a sus gerentes medios a, por ejemplo, realizar actividades de rotación de tiendas (una semana aquí, otra semana allá), a compartir el comedor con los empleados, etc.

Las ventajas del tablón

1. Más motivación del personal

La relación con los empleados de los distintos niveles provoca un efecto motivador en éstos. Los trabajadores perciben que el gran jefe no se enclaustra en su despacho, sino que se interesa por las preocupaciones de los trabajadores.

2. Mejor conocimiento del producto y servicio

El contacto directo con el producto (o servicio) sirve para disparar ideas sobre posibles mejoras, algo fundamental en un medio tan competitivo como el actual. Sirve también para conocer las tendencias del mercado y detectar todas las oportunidades de negocio posibles.

3. Mejor conocimiento de los consumidores

Las empresas gastan mucho dinero en estudios sobre los hábitos de consumo de sus clientes. Los expertos recomiendan completar y verificar esa información con la observación directa en el punto de venta.

Cuenta una leyenda que cuando Ross Perot era consejero de General Motors, pasaba los fines de semana visitando en persona los concesionarios y comprando coches. Perot reprochaba a su máximo rival en GM, Roger Smith, que no hiciera lo mismo.

Éste es un claro ejemplo de líder que incluye, en sus tareas habituales, el conocimiento directo de lo que ocurre en la empresa a su cargo en los niveles que están en contacto directo con los clientes.

Contacto directo puede querer decir muchas cosas: pasearse por una planta fabril, la tienda o la oficina; conocer a todos los empleados por su nombre, informarse de sus problemas, de las tareas que realizan a diario; y también ponerse en el lugar de los consumidores realizando de vez en cuando el juego de convertirse en uno de ellos.

No importa el tamaño

Podría argumentarse que esto es más fácil de realizar en una empresa pequeña, o hasta mediana, que en una gran corporación. Cierto. Cuando la empresa es grande es más difícil, pero no imposible. Lo único verdaderamente peligroso es que el número uno se quede encerrado en su torrecita de cristal, diseñando planes, armando estrategias y distribuyendo responsabilidades. Porque de esa forma pierden contacto con el mercado y desarrollan una tendencia invisible a resistir las malas noticias.

Lo cierto es que es absolutamente necesario que los número uno se conviertan en empresarios “de tablón”, que se enteren de los problemas diarios, de las quejas de los consumidores, de los problemas diarios que impiden la realización de los planes tal como fueron concebidos.

Algunos lo harán por convencimiento personal, porque intuyen que sólo así pueden tener un cabal conocimiento de su empresa y de su mercado.

Otros, por hábito, porque fundaron la empresa y la criaron desde pequeña, y porque en aquellos tiempos eran fac totum, hacían de todo. Luego, al convertirse en directivos de una pyme que creció, mantienen la costumbre de involucrarse en el día a día de las actividades.

Y un tercer grupo lo hace por decisión. Porque son conscientes de los beneficios que supone la cercanía con el mercado. Y entonces no sólo la practican ellos sino que invitan a sus gerentes medios a, por ejemplo, realizar actividades de rotación de tiendas (una semana aquí, otra semana allá), a compartir el comedor con los empleados, etc.

Las ventajas del tablón

1. Más motivación del personal

La relación con los empleados de los distintos niveles provoca un efecto motivador en éstos. Los trabajadores perciben que el gran jefe no se enclaustra en su despacho, sino que se interesa por las preocupaciones de los trabajadores.

2. Mejor conocimiento del producto y servicio

El contacto directo con el producto (o servicio) sirve para disparar ideas sobre posibles mejoras, algo fundamental en un medio tan competitivo como el actual. Sirve también para conocer las tendencias del mercado y detectar todas las oportunidades de negocio posibles.

3. Mejor conocimiento de los consumidores

Las empresas gastan mucho dinero en estudios sobre los hábitos de consumo de sus clientes. Los expertos recomiendan completar y verificar esa información con la observación directa en el punto de venta.

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