El valor del director interino

Cuando el presidente de una empresa deja su cargo inesperadamente la primera reacción es buscarle un reemplazo. Craso error. Mejor es un sucesor temporal mientras se hace una búsqueda tranquila y sin apuros. 

12 abril, 2013

Cuando un CEO renuncia, cunde el pánico. Las juntas directivas se mueven rápido: necesitan encontrar un reemplazo a como dé lugar para no poner en peligro las operaciones diarias de la empresa. “Business as usual†es la frase clave; actuar cómo si nada hubiese pasado. Pero reaccionar de esta manera es un error: en lugar de correr a contratar a una persona que podría no se la adecuada es preferible nombrar un director suplente, alguien de adentro que salve la ropa hasta dar con el sucesor. 
En el pasado se consideraba a estas contrataciones como un símbolo de fracaso y, por lo tanto, las empresas se abstuvieron de hacerlo por mucho tiempo. Lo cierto es tomarse el tiempo necesario para una búsqueda tranquila  puede ser beneficioso para las compañías en el largo plazo. 
Un estudio reciente prueba que, aunque funcionan mejor, este tipo de contrataciones apuradas siguen siendo riesgosas. Especialmente por el contexto en el que se dan. No es lo mismo ascender como CEO interno cuando el antiguo jefe se retira voluntariamente que cuando es víctima de los avatares del mercado. No es de extrañar que el último caso se dé más frecuentemente que el primero. 
Los autores del estudio llegaron a estas conclusiones revisando ejemplares de revistas económicas y mirando los salarios de las 500 compañías más importantes de Estados Unidos. En el periodo entre 1984 y 2007 hubo 1.626 momentos en los que un CEO debió retirarse de su cargo y solo 130 CEO interinos. 
Luego de analizar también reportes y planillas contables descubrieron que no hay evidencia de malas administraciones por parte de los CEO interinos. Incluso sus contrataciones significaron pérdidas de valor de la empresa en la bolsa. Se dice en el estudio que los sucesores interinos “no fracasan por una falta de planeamiento por parte de los directivos†sino que sirven para darles más tiempo para buscar un sucesor apto para el puesto. 
Un ejemplo de por qué esto funciona así son las típicas luchas de poder que se dan entre los ejecutivos luego de que el presidente da un paso al costado. De esta manera, nombrando rápidamente un suplente se favorece la incorporación de un CEO permanente más adelante. 
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