¿El retorno de la calle principal?

Esta tendencia enfoca a los shopping centers desde otro ángulo. Convierte a los famosos “matadores de categorías” en negocios similares a los de barrio.

18 marzo, 2000

Se trata de un abandono total de la vieja mentalidad que imperó durante tanto tiempo según la cual “cuanto más grande era una boca de expendio, mejor”. La nueva tendencia se propone brindar lo que muchos añoran en estos tiempos cibernéticos: un lugar comunitario y ameno, con arquitectura a escala humana.

Genéricamente, esta nueva tendencia, llamada “desarrollo de la calle principal” propone un planteo de edificios bajos de estilos tradicionales; veredas de baldosas y faroles antiguos; cafés con mesitas afuera, plazas, fuentes, pistas de patinaje y otras atracciones que invitan a caminar, a pasear, a conversar. En verdad, todo un complejo.

Específicamente, el desarrollo de la calle principal se materializa en el Town Center Drive, una calle de media milla de largo (y un emprendimiento de US$ 100 millones) en el corazón comercial de Valencia, California, una comunidad creada a partir de un plan maestro que nunca tuvo un centro. Otro ejemplo es el Burlington, Iowa, donde comerciantes y residentes trabajaron juntos para salvar de la topadora a varios edificios viejos y poner en marcha 80 nuevos emprendimientos.

Con edificios nuevos o renovados, la creciente popularidad del desarrollo de la calle comercial señala una serie de rumbos nuevos en el sector minorista:
Menos atmósfera artificial y más aire libre. Los arquitectos de La Jolla, California, Conway, Carolina del Sur y muchas otras ciudades están desmontando viejos paseos de compras para convertirlos en ambientes más estimulantes y generadores de ventas. La razón: las ventas de los grandes centros comerciales de Estados Unidos cayeron notablemente en los últimos años, a pesar de la sólida economía.

Uno de los motivos de esta caída en desgracia del paseo de compras parecería ser el cambio en las prioridades del consumidor. Durante el apogeo del shopping center –entre los ‘60 y los ‘70– el deterioro urbano y la intranquilidad social hicieron de la seguridad personal la prioridad número uno. Los centros comerciales, construidos como castillos y aislados del mundo exterior, daban una sensación de seguridad.

En la actual “economía de la experiencia” los consumidores quieren interactuar y que los entretengan. Los distritos comerciales al aire libre invitan al paseo, a que la gente se detenga a mirar y dan muchas sensaciones adicionales de “vida de pueblo”, aun cuando el pueblo sea fabricado. Muchos ex-shoppings cambian de nombre para evidenciar una nueva personalidad que los convierte en “plaza”, “pueblo” o “aldea”.

El desmantelamiento de los shoppings es un enorme desafío logístico que puede resultar tremendamente costoso. El arquitecto Dan McCaffery, de Chicago, invirtió US$ 28 millones para comprar Massa Gallerie de Washington D.C., y probablemente gaste mucho más para reconvertirlo. Pero sabe que recuperará sus inversiones cuando se imponga la nueva moda de ir a la “plaza comercial”.

Menos grande y más conveniente Los gigantescos almacenes como Wal-Mart miran hacia delante y ven que el futuro no es comprar tierras en las afueras de las ciudades, abrir enormes supertiendas y aniquilar a los pequeños comerciantes tradicionales. Con esa táctica generó mucha resistencia, que a su vez le hizo abandonar proyectos en varios mercados.

Wal-Mart proyecta ahora experimentar con bocas de expendio más “pequeñas” que, en no más de 12.000 m2, combinen el servicio que brinda un almacén de barrio con los descuentos del megaalmacén. Esta nueva estrategia de Wal-Mart refleja que por fin entendió que para recorrer sus inmensos galpones hace falta más tiempo del que tienen muchos consumidores.

Otros comerciantes se están achicando por motivos similares. Las nuevas tiendas de Saks Fifth Avenue son más chicas, versiones para cada pueblo de sus grandes tiendas. Con mercadería pensada para cada una de las comunidades, y ubicadas a no más de 10 minutos de auto de las casas del público que busca, las nuevas tiendas Saks crean lealtad ofreciendo conveniencia.

Menos moda y más estabilidad Después de años de controversia, el centro de la ciudad de Silver Spring, Maryland, parece a punto de cobrar nueva vida. La última y más prometedora de las respuestas clama por un “centro” (en el viejo sentido de la palabra, el sector de calles céntricas) con comercios que tengan rentabilidad estable, aunque no reflejen la ultimísima moda, almacenes, bancos, ferreterías y librerías, restaurantes, cines y tal vez hasta una cancha de bowling. El proyecto no incluye ningún comercio “ancla”, a cuya suerte queden enganchados todos los comercios que lo rodean.

El plan para Silver Spring, de US$ 321 millones, no es precisamente un proyecto de baja escala, pero pone el acento en lo básico, en fuerte contraste con propuestas anteriores, de alto riesgo, como la que proponía una inmensa piscina con olas y otras cosas muy atractivas y de moda pero que no han sido sometidas a la prueba del tiempo.

Menor actitud mercantilista y mayor responsabilidad social. Wal-Mart comprendió que para ganar la confianza de los habitantes de pueblos chicos no bastan toneladas de dinero ni un gran nombre corporativo. Horizon Pharmacies (www.horizonrx.com), en cambio, es una cadena nacional con 25 comercios en nueve estados que se expandió agresivamente en comunidades alejadas sin alienar a la gente del lugar.

El secreto de Horizon es simple: compra farmacias rentables y bien establecidas, les cambia el nombre y les incorpora su tecnología, su estructura organizacional y su capacidad para ofrecer buenos precios. Pero se limita a lo que funciona bien: mantiene la identidad de la tienda en el pueblo y vende sólo la mercadería que compra la gente de la zona. Un local en Texas vende flores frescas, mientras que otro en Montana incorpora artículos de veterinaria. Horizon también mantiene al personal de las farmacias que compra, perpetuando el servicio y las lealtades que las farmacias originales contruyeron a lo largo de los años.

La tendencia que se insinúa es que se acaba el reinado de los shoppings. Mientras la cultura masiva y la globalización renuevan el deseo de reanudar el contacto con los vecinos, todas las actividades, desde vivienda hasta turismo se preocuparán por temas como la atención personalizada, los edificios bajos, “a la antigua” y el contacto con la gente.

Se trata de un abandono total de la vieja mentalidad que imperó durante tanto tiempo según la cual “cuanto más grande era una boca de expendio, mejor”. La nueva tendencia se propone brindar lo que muchos añoran en estos tiempos cibernéticos: un lugar comunitario y ameno, con arquitectura a escala humana.

Genéricamente, esta nueva tendencia, llamada “desarrollo de la calle principal” propone un planteo de edificios bajos de estilos tradicionales; veredas de baldosas y faroles antiguos; cafés con mesitas afuera, plazas, fuentes, pistas de patinaje y otras atracciones que invitan a caminar, a pasear, a conversar. En verdad, todo un complejo.

Específicamente, el desarrollo de la calle principal se materializa en el Town Center Drive, una calle de media milla de largo (y un emprendimiento de US$ 100 millones) en el corazón comercial de Valencia, California, una comunidad creada a partir de un plan maestro que nunca tuvo un centro. Otro ejemplo es el Burlington, Iowa, donde comerciantes y residentes trabajaron juntos para salvar de la topadora a varios edificios viejos y poner en marcha 80 nuevos emprendimientos.

Con edificios nuevos o renovados, la creciente popularidad del desarrollo de la calle comercial señala una serie de rumbos nuevos en el sector minorista:
Menos atmósfera artificial y más aire libre. Los arquitectos de La Jolla, California, Conway, Carolina del Sur y muchas otras ciudades están desmontando viejos paseos de compras para convertirlos en ambientes más estimulantes y generadores de ventas. La razón: las ventas de los grandes centros comerciales de Estados Unidos cayeron notablemente en los últimos años, a pesar de la sólida economía.

Uno de los motivos de esta caída en desgracia del paseo de compras parecería ser el cambio en las prioridades del consumidor. Durante el apogeo del shopping center –entre los ‘60 y los ‘70– el deterioro urbano y la intranquilidad social hicieron de la seguridad personal la prioridad número uno. Los centros comerciales, construidos como castillos y aislados del mundo exterior, daban una sensación de seguridad.

En la actual “economía de la experiencia” los consumidores quieren interactuar y que los entretengan. Los distritos comerciales al aire libre invitan al paseo, a que la gente se detenga a mirar y dan muchas sensaciones adicionales de “vida de pueblo”, aun cuando el pueblo sea fabricado. Muchos ex-shoppings cambian de nombre para evidenciar una nueva personalidad que los convierte en “plaza”, “pueblo” o “aldea”.

El desmantelamiento de los shoppings es un enorme desafío logístico que puede resultar tremendamente costoso. El arquitecto Dan McCaffery, de Chicago, invirtió US$ 28 millones para comprar Massa Gallerie de Washington D.C., y probablemente gaste mucho más para reconvertirlo. Pero sabe que recuperará sus inversiones cuando se imponga la nueva moda de ir a la “plaza comercial”.

Menos grande y más conveniente Los gigantescos almacenes como Wal-Mart miran hacia delante y ven que el futuro no es comprar tierras en las afueras de las ciudades, abrir enormes supertiendas y aniquilar a los pequeños comerciantes tradicionales. Con esa táctica generó mucha resistencia, que a su vez le hizo abandonar proyectos en varios mercados.

Wal-Mart proyecta ahora experimentar con bocas de expendio más “pequeñas” que, en no más de 12.000 m2, combinen el servicio que brinda un almacén de barrio con los descuentos del megaalmacén. Esta nueva estrategia de Wal-Mart refleja que por fin entendió que para recorrer sus inmensos galpones hace falta más tiempo del que tienen muchos consumidores.

Otros comerciantes se están achicando por motivos similares. Las nuevas tiendas de Saks Fifth Avenue son más chicas, versiones para cada pueblo de sus grandes tiendas. Con mercadería pensada para cada una de las comunidades, y ubicadas a no más de 10 minutos de auto de las casas del público que busca, las nuevas tiendas Saks crean lealtad ofreciendo conveniencia.

Menos moda y más estabilidad Después de años de controversia, el centro de la ciudad de Silver Spring, Maryland, parece a punto de cobrar nueva vida. La última y más prometedora de las respuestas clama por un “centro” (en el viejo sentido de la palabra, el sector de calles céntricas) con comercios que tengan rentabilidad estable, aunque no reflejen la ultimísima moda, almacenes, bancos, ferreterías y librerías, restaurantes, cines y tal vez hasta una cancha de bowling. El proyecto no incluye ningún comercio “ancla”, a cuya suerte queden enganchados todos los comercios que lo rodean.

El plan para Silver Spring, de US$ 321 millones, no es precisamente un proyecto de baja escala, pero pone el acento en lo básico, en fuerte contraste con propuestas anteriores, de alto riesgo, como la que proponía una inmensa piscina con olas y otras cosas muy atractivas y de moda pero que no han sido sometidas a la prueba del tiempo.

Menor actitud mercantilista y mayor responsabilidad social. Wal-Mart comprendió que para ganar la confianza de los habitantes de pueblos chicos no bastan toneladas de dinero ni un gran nombre corporativo. Horizon Pharmacies (www.horizonrx.com), en cambio, es una cadena nacional con 25 comercios en nueve estados que se expandió agresivamente en comunidades alejadas sin alienar a la gente del lugar.

El secreto de Horizon es simple: compra farmacias rentables y bien establecidas, les cambia el nombre y les incorpora su tecnología, su estructura organizacional y su capacidad para ofrecer buenos precios. Pero se limita a lo que funciona bien: mantiene la identidad de la tienda en el pueblo y vende sólo la mercadería que compra la gente de la zona. Un local en Texas vende flores frescas, mientras que otro en Montana incorpora artículos de veterinaria. Horizon también mantiene al personal de las farmacias que compra, perpetuando el servicio y las lealtades que las farmacias originales contruyeron a lo largo de los años.

La tendencia que se insinúa es que se acaba el reinado de los shoppings. Mientras la cultura masiva y la globalización renuevan el deseo de reanudar el contacto con los vecinos, todas las actividades, desde vivienda hasta turismo se preocuparán por temas como la atención personalizada, los edificios bajos, “a la antigua” y el contacto con la gente.

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