El marketing, cada vez más audaz

Los anunciantes están probando hasta qué límites pueden llegar para conseguir la atención de los consumidores en un mercado repleto de mensajes.

2 mayo, 2000

En Berlín una empresa llamada MetroCinevision convirtió a los túneles del subterráneo en una vidriera para mostrar películas y comerciales de 30 segundos. En Israel un inventor patentó un aparato para que los marketineros inserten “mensajes informativos” en el diminuto fragmento de tiempo vacío que se produce mientras los televidentes cambian los canales de televisión.

Hoy se acabó la diferencia entre el mensaje y el medio. El mensaje es el mensaje. En ninguna parte este concepto de marketing de oportunidad se manifiesta en tan gran escala como en la Times Square de Nueva York.

Allí, los servicios financieros libran una acalorada competencia para ver quién levanta la cartelera más grande y más audaz. ArtKraft Strauss Sign Corporation, la empresa responsable de gran parte de la decoración de Broadway, cree que las carteleras reflejan la actual obsesión del público por el dinero y la información.

Los ejemplos de marketing de oportunidad son muchos. En Irlanda Ryanair convirtió su avión en una cartelera voladora. Buick se promociona en los paquetes de snacks que se reparten en los vuelos de la línea Northwest y United Airlines.

Las tiendas eligen los cines que están en el mismo centro comercial para pasar sus avisos. Y luego está el teléfono. El marketing de la espera telefónica aprovecha el tiempo que la gente debe aguardar para que le pasen con, por ejemplo, el departamento de servicio técnico o atención al cliente. Algunas empresas utilizan ese tiempo para anunciar productos o servicios; otras anuncian ofertas limitadas o explican la filosofía de la organización.

Si bien no es cierto que las empresas van a dejar de colocar avisos en diarios y revistas, radio y televisión para crear conciencia de marca, cada vez invierten más en técnicas innovadoras.

Hay agencias de publicidad, como InSite Advertising y Zoom Advertising, por ejemplo, que colocan avisos en los baños públicos. Esos lugares tienen la ventaja de permitir que el anunciante se dirija al género que elige con una precisión de prácticamente 100%.

Hoy el desafío de conseguir la atención del consumidor es más grande que nunca. Hay más productos, más distracciones y más competencia. En el futuro vamos a ver avisos de publicidad en los lugares más insólitos. Y los lugares donde estamos acostumbrados a ver publicidad serán más grandes, más audaces y estarán más atestados de mensajes. El esfuerzo por conseguir atención será desesperado.

La situación actual es una en la que los mensajes publicitarios son cada vez más imperativos, más atractivos y más numerosos. Está generando un clima de agobio en el cual el consumidor comienza a sentir que no tiene escapatoria. Podría llegar un momento en que los anunciantes no puedan ya conseguir la atención del público. Sin atención no hay ventas y sin ventas no hay negocio. Perspectiva catastrófica.

Por esa razón, podría ocurrir que pronto veamos la inversión de la tendencia hacia el marketing de oportunidad, con el cual los anunciantes tratan de llenar cuando espacio vacío encuentran a su alrededor.

La sobrecarga informativa es ya lo suficientemente seria como para demandar gran parte de la atención de la gente. Los anunciantes, por su parte, pelearán por obtener una cuota de la atención de los consumidores.

En Berlín una empresa llamada MetroCinevision convirtió a los túneles del subterráneo en una vidriera para mostrar películas y comerciales de 30 segundos. En Israel un inventor patentó un aparato para que los marketineros inserten “mensajes informativos” en el diminuto fragmento de tiempo vacío que se produce mientras los televidentes cambian los canales de televisión.

Hoy se acabó la diferencia entre el mensaje y el medio. El mensaje es el mensaje. En ninguna parte este concepto de marketing de oportunidad se manifiesta en tan gran escala como en la Times Square de Nueva York.

Allí, los servicios financieros libran una acalorada competencia para ver quién levanta la cartelera más grande y más audaz. ArtKraft Strauss Sign Corporation, la empresa responsable de gran parte de la decoración de Broadway, cree que las carteleras reflejan la actual obsesión del público por el dinero y la información.

Los ejemplos de marketing de oportunidad son muchos. En Irlanda Ryanair convirtió su avión en una cartelera voladora. Buick se promociona en los paquetes de snacks que se reparten en los vuelos de la línea Northwest y United Airlines.

Las tiendas eligen los cines que están en el mismo centro comercial para pasar sus avisos. Y luego está el teléfono. El marketing de la espera telefónica aprovecha el tiempo que la gente debe aguardar para que le pasen con, por ejemplo, el departamento de servicio técnico o atención al cliente. Algunas empresas utilizan ese tiempo para anunciar productos o servicios; otras anuncian ofertas limitadas o explican la filosofía de la organización.

Si bien no es cierto que las empresas van a dejar de colocar avisos en diarios y revistas, radio y televisión para crear conciencia de marca, cada vez invierten más en técnicas innovadoras.

Hay agencias de publicidad, como InSite Advertising y Zoom Advertising, por ejemplo, que colocan avisos en los baños públicos. Esos lugares tienen la ventaja de permitir que el anunciante se dirija al género que elige con una precisión de prácticamente 100%.

Hoy el desafío de conseguir la atención del consumidor es más grande que nunca. Hay más productos, más distracciones y más competencia. En el futuro vamos a ver avisos de publicidad en los lugares más insólitos. Y los lugares donde estamos acostumbrados a ver publicidad serán más grandes, más audaces y estarán más atestados de mensajes. El esfuerzo por conseguir atención será desesperado.

La situación actual es una en la que los mensajes publicitarios son cada vez más imperativos, más atractivos y más numerosos. Está generando un clima de agobio en el cual el consumidor comienza a sentir que no tiene escapatoria. Podría llegar un momento en que los anunciantes no puedan ya conseguir la atención del público. Sin atención no hay ventas y sin ventas no hay negocio. Perspectiva catastrófica.

Por esa razón, podría ocurrir que pronto veamos la inversión de la tendencia hacia el marketing de oportunidad, con el cual los anunciantes tratan de llenar cuando espacio vacío encuentran a su alrededor.

La sobrecarga informativa es ya lo suficientemente seria como para demandar gran parte de la atención de la gente. Los anunciantes, por su parte, pelearán por obtener una cuota de la atención de los consumidores.

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