El libro del señor LinkedIn

Reid Hoffman, cofundador y presidente de la red social de profesionales LinkedIn afirma en su libro que ahora que los empleos tradicionales se han vuelto menos seguros, la vida laboral depende cada vez más de las alianzas de interés. Son esas alianzas que permite la Web las que sostienen la industria tecnológica en California.

20 marzo, 2012

<p>LinkedIn fue fundada en el convencimiento de que tender esas de redes de conexiones es la mejor manera de encontrar un nuevo empleo, tomar contacto con personas que podr&iacute;an alimentar nuestras ambiciones o diseminar inteligencia de negocios. <br />
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Pero en la pr&aacute;ctica se ha convertido fundamentalmente en un lugar para reclutadores y cazadores de empleos. El sitio obtiene la mitad de su ingresos de reclutadores que pagan para investigar y contactar a posibles candidatos. El resto de los ingresos proviene de la publicidad y de miembros que pagan por servicios premium. Desde el otro lado, la experiencia m&aacute;s frecuente que tienen muchos de sus 150 millones de miembros consiste en invitaciones no solicitadas de gente que busca conectarse, generalmente para perseguir sus propios intereses comerciales. Lejos est&aacute; eso del sue&ntilde;o que inspir&oacute; a Hoffman a fundar LinkedIn. &nbsp;</p>

<p>&nbsp;</p> <p>El libro que Hoffman, creador de LinkedIn, publica con el entrepreneur Ben Casnocha — <em>The Start-up of You</em>, habla fundamentalmente del arte de aprovechar las redes y cuenta historias personales de c&oacute;mo sus &ldquo;alianzas&rdquo; contribuyeron a la inmensa riqueza que amas&oacute; la &eacute;lite de Silicon Valley. Porque en este nuevo mundo de negocios, quienes operen las mejores redes personales ser&aacute;n lo que lleguen a la cima. Cuenta, a modo de ejemplo, que &eacute;l le present&oacute; Peter Thiel (un &iacute;ntimo amigo suyo de los a&ntilde;os del colegio) a Zuckerberg cuando el fundador de Facebook buscaba respaldo financiero. As&iacute; Thiel tom&oacute; una participaci&oacute;n en Facebook que puede llegar a valer m&aacute;s de US$ 2.000 millones cuando la compa&ntilde;&iacute;a cotice en bolsa.<br /> <br /> Sobre el reclamo que muchas veces se hace a LinkedIn &ndash; que las redes de los poderosos benefician a unos pocos privilegiados y que s&oacute;lo los que son lo suficientemente inteligentes o afortunados pueden sacar las mayores tajadas — Hoffman dice que todas las redes personales son beneficiosas <em>per se</em>; lo que ocurre es que a veces la gente no sabe aprovechar el tipo de recursos que les ponen a su alcance. <br /> <br /> El so&ntilde;&oacute; siempre con ser un intelectual capaz de influenciar el rumbo de la humanidad con pensamientos profundos y participando de la batalla p&uacute;blica de ideas. Ese sue&ntilde;o lo llev&oacute; a la universidad de Oxford a estudiar filosof&iacute;a. Pero pronto la estrechez de la vida acad&eacute;mica puso fin a esas aspiraciones. <br /> <br /> La posta de sus intereses sociol&oacute;gicos la tom&oacute; el mundo <em>online</em>. A su criterio, es en los negocios de software y de Internet donde se forman las nuevas ideas y nuevos modos de comportamiento. Internet act&uacute;a como una palanca que convierte los experimentos sociales en inmensas comunidades <em>online</em>. <br /> <br /> Sus inclinaciones acad&eacute;micas se hacen evidentes en el libro cuando presenta un esqueleto intelectual para el tipo de entramado que sostiene empresas como LinkedIn y Facebook. Trae a colaci&oacute;n el trabajo de una serie de cientistas sociales para explicar y magnificar la influencia que seg&uacute;n &eacute;l tienen estos nuevos foros. <br /> &nbsp;</p>

<p>Uno de ellos es Mark Granovetter, un soci&oacute;logo que demostr&oacute; la importancia de los &ldquo;lazos flojos&rdquo;, conexiones superficiales con la gente que est&aacute; en la periferia de nuestra vida diaria laboral y personal. Al dar acceso a nuevas redes m&aacute;s all&aacute; de la familiar, esos contactos abren muchas oportunidades que de otro modo nunca se encontrar&iacute;an. La mayor&iacute;a de los profesionales que buscan empleo nuevo, seg&uacute;n la investigaci&oacute;n de Granovetter, lo encuentran a trav&eacute;s de lazos flojos como esos. <br /> <br /> Robin Dunbar, psic&oacute;logo evolutivo, tambi&eacute;n figura en la cosmogon&iacute;a de Hoffman. Su aporte fue calcular el m&aacute;ximo n&uacute;mero de relaciones que la gente es capaz de mantener en un momento dado, determinado por el tama&ntilde;o de la neocorteza humana. El resultado que se conoce hoy como &ldquo;N&uacute;mero Dunbar&rdquo; es 150.</p> <p>Si bien Hoffman admite que &eacute;se es un buen c&aacute;lculo del n&uacute;mero de relaciones activas, tambi&eacute;n cree que subestima el c&iacute;rculo mucho m&aacute;s grande de conexiones superficiales que una persona bien conectada a Internet y bien organizada puede mantener. &Eacute;l mismo relata que antes limitaba su propia red online a personas con quienes hab&iacute;a trabajado directamente, pero ahora incluye a cualquiera a quien estar&iacute;a dispuesto a hacerle una presentaci&oacute;n personal. <br /> <br /> La tercera avenida que teje en su red intelectual esta basada en los &ldquo;seis grados de separaci&oacute;n&rdquo;: que es la idea de que toda la humanidad est&aacute; conectada en una gigantesca red de personas. Basa esto en el trabajo acad&eacute;mico de Stanley Milgram y tambi&eacute;n de Duncan Watts, quienes descubrieron, cada uno por su lado, conexiones indirectas entre personas procedentes de entornos y lugares geogr&aacute;ficos completamente diferentes. <br /> <br /> Al avanzar con la l&oacute;gica de redes de &ldquo;amigos de amigos&rdquo; nadie sabe las cosas que se pueden descubrir. En el mundo profesional, dice Hoffman, hay tres grados de separaci&oacute;n que realmente importan: qui&eacute;n est&aacute; en nuestra red directa; a qui&eacute;nes conocen esas personas; y a su vez, con qui&eacute;nes est&aacute;n conectadas esas personas del segundo c&iacute;rculo. Al solicitar referencias personales, es posible aprovechar esos c&iacute;rculos conc&eacute;ntricos m&aacute;s amplios y saber que todos los intermediarios siempre van a conocer al menos a una de las personas que se encuentran en el final de la cadena. Pero dice tambi&eacute;n que el error que cometen muchos profesionales, es no pedir presentaciones personales y confiar simplemente en una llamada o un contacto escrito fr&iacute;o. <br /> <br /> &nbsp;</p>

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