El dinero, ¿motiva?
Nuevos estudios indican que las recompensas financieras no estimulan un mejor rendimiento en la oficina, como se suele decir para justificar los fenomenales sueldos otorgados a banqueros y ejecutivos.
7 junio, 2012
<p>¿Un banquero vale lo mismo que 500 enfermeras? Esa fue la comparación que se usó a principio de año cuando se anunció que Bob Diamond, director ejecutivo de Barclays Bank, recibió un total de US$ 40 millones anuales en concepto de sueldo, lo suficiente como para contratar a 1.019 enfermeras o 859 trabajadores sociales. El aumento de sueldo ni siquiera reflejaba buen rendimiento ese año: las ganancias del banco cayeron 3%, a US$ 9.500 millones.</p>
<p>Desde el inicio de la crisis económica en 2008 estos sueldos ridículamente altos fueron criticados desde distintos ángulos: aunque la mayoría de los críticos lo hace basándose en argumentos morales, sus defensores dicen que los sueldos altos sirven para atraer y retener talento. Básicamente dicen que los grandes cheques mejoran el rendimiento.</p>
<p>Sin embargo, no hay pruebas que avalen esa conclusión. El dinero, ¿motiva? Recientes estudios de las ciencias del comportamiento permiten sacar conclusiones diferentes de la relación entre el dinero, la motivación y el rendimiento.</p>
<p>En 1970 el Profesor Edward Deci, un psicólogo de la universidad de Rochester en Nueva York, descubrió que los estudiantes a quienes se les ofrecía dinero para completar un rompecabezas lo hacían con menos entusiasmo una vez que el dinero había sido depositado. En cambio, aquellos a los que no habían ofrecido nada continuaban tratando de resolverlo por más tiempo. Distinguió así dos clases de motivaciones: intrínsecas y extrínsecas. La diferencia entre hacer cosas porque gustan o hacerlas porque hay una compensación. Básicamente Deci estableció que la necesidad de los humanos de sentirse autónomos, competentes y relacionados con otros no se cumple cuando se ofrece dinero.</p>
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<p>En otros experimentos, incluso, se demostró que mientras más alta la suma, peor el rendimiento de los empleados. Es el deseo mental lo que estimula el rendimiento y la suma tiene que ser equilibrada: ni tanto dinero, ni tan poco.</p>
<p>La dificultad aparece cuando los psicólogos intentan a medir la motivación usando exámenes y cuestionarios. Sin embargo, los avances en neurociencia han permitidover al cerebro en funcionamiento para estudiar los pensamientos y los sentimientos. En la universidad de Cambridge, por ejemplo, Dean Mobbs comprobó –usando imágenes computarizadas del cerebro- cómo las personas pueden fracasar cuando el estimulo es demasiado grande.</p>
<p>De a poco psicólogos, economistas y científicos del cerebro están yendo a lugares más profundos de la mente para poder describir mejor la relación entre las motivaciones internas y los incentivos externos, como el dinero. Por lo pronto el dibujo es incompleto pero el potencial de la “neuroeconomia”, como la llaman, es enorme. Actualmente se están usando imágenes computadas del cerebro para averiguar si otros incentivos – como ser mejor que otros o cumplir metas- pueden afectar la motivación y el rendimiento. <br />
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En ningún caso se dice que Bob Diamond y sus colegas trabajarían mejor sin estos poderosos cheques. El dinero motiva a las personas a trabajar pero los grandes bonos pueden reducir el interés en las tareas de todos los días y potencialmente bajar el rendimiento. Los empleadores podrían beneficiarse de los estudios en neuroeconomía para mejorar el clima laboral y la productividad. </p>