EE.UU.: La TV deportiva en una encrucijada

Los operadores de cable y los generadores de contenido deportivo están midiendo sus fuerzas respectivas. El resultado podría ser que los televidentes tengan que pagar un adicional para ver un encuentro deportivo.

27 octubre, 2003

En el negocio televisivo de Estados Unidos se libra desde hace tiempo una sorda
batalla que ahora se ha convertido en abierta hostilidad y podría terminar
obligando a los fanáticos del deporte a pagar un plus para ver sus partidos
favoritos.

Los contendientes son los operadores de cable y los canales deportivos. Más
concretamente, el conflicto se da entre Cox Communications – el grupo de televisión
por cable con sede en Atlanta – y ESPN, la subsidiaria de Walt Disney líder
en programación deportiva.

La manzana de la discordia es lo que cobra ESPN a los operadores de cable por
su programación y la forma en que deberían trasladarse los costos
a los televidentes.

Más que una disputa comercial rutinaria, se la ve como señal
de un posible cambio en la relación de fuerzas entre proveedores de contenido
y distribuidores. Además, la siguen con interés aquellos legisladores
en Washington que están a favor de volver a regular el negocio del cable
(fue desregulado en 1996).

De su desenlace depende que los consumidores de cable sigan recibiendo una
gran cantidad de canales por un precio fijo, o que se les permita pagar sólo
por los canales que quieren. En el mundo occidental, durante la última
década, gran cantidad de programación deportiva se fue a los canales
de televisión paga.

Pero los televidentes no pagan directamente por ver deportes. Canales como
ESPN son parte del servicio básico de cable o satelital que reciben alrededor
de ocho de cada diez estadounidenses. O sea, los canales deportivos pueden llegar
a un público potencial enorme gracias al buen subsidio que pagan todos
los que no miran ESPN. Durante muchos años el arreglo satisfizo a operadores
de cable y a proveedores de contenido.

Pero últimamente ESPN ha venido subiendo hasta 20% las tarifas anuales
que cobra a los grupos de cable, quien respondieron aumentando precios, algo
que enfureció a consumidores y legisladores.

A principios de mes Jim Robbins, director ejecutivo de Cox, advirtió
que la seguidilla de aumentos obligarían a Cox a cobrar un plus por ver
eventos deportivos. A los inversores les dijo que los canales deportivos que
distribuyen material provisto por ESPN y Fox (de Rupert Murdoch) significan
32% de los costos de programación y atraen sólo a 8% del público.

ESPN recogió el guante. “Para Cos, esto es retórica pura
dirigida exclusivamente a mejorar su saludable margen de ganancias de 35%”,
dijo su presidente George Bodenheimer en conferencia de prensa.

Sin embargo, tanto operadores de cable como programadores temen que cobrar
aparte por los canales deportivos – un proceso conocido como “estratificación”
(tiering) podría provocar la rebelión de los televidentes.
También podría reavivar en los legisladores el deseo de impulsar
una reforma más audaz: obligar a los operadores de cable a ofrecer cada
canal por suscripción separada. Semejante medida afectaría a programadores
como ESPN, cuyo modelo de negocios depende de pagos mensuales y de su capacidad
para facilitar enormes públicos a sus anunciantes.

También haría estragos en el negocio del cable. “Para tener
éxito nosotros necesitamos a los programadores, y ellos también
nos necesitan a nosotros para lo mismo”, dice David Cohen, vicepresidente
de Comcast, el más grande grupo de cable de Estados Unidos. que necesita
programadores para triunfar.

Por ahora parecería que la intervención del gobierno no es una
opción. La General Accounting Office, el brazo de auditoría independiente
del congreso, publicó un informe cuya conclusión dice que es mejor
la competencia que la regulación para limitar los aumentos en el precio
del cable.

En el negocio televisivo de Estados Unidos se libra desde hace tiempo una sorda
batalla que ahora se ha convertido en abierta hostilidad y podría terminar
obligando a los fanáticos del deporte a pagar un plus para ver sus partidos
favoritos.

Los contendientes son los operadores de cable y los canales deportivos. Más
concretamente, el conflicto se da entre Cox Communications – el grupo de televisión
por cable con sede en Atlanta – y ESPN, la subsidiaria de Walt Disney líder
en programación deportiva.

La manzana de la discordia es lo que cobra ESPN a los operadores de cable por
su programación y la forma en que deberían trasladarse los costos
a los televidentes.

Más que una disputa comercial rutinaria, se la ve como señal
de un posible cambio en la relación de fuerzas entre proveedores de contenido
y distribuidores. Además, la siguen con interés aquellos legisladores
en Washington que están a favor de volver a regular el negocio del cable
(fue desregulado en 1996).

De su desenlace depende que los consumidores de cable sigan recibiendo una
gran cantidad de canales por un precio fijo, o que se les permita pagar sólo
por los canales que quieren. En el mundo occidental, durante la última
década, gran cantidad de programación deportiva se fue a los canales
de televisión paga.

Pero los televidentes no pagan directamente por ver deportes. Canales como
ESPN son parte del servicio básico de cable o satelital que reciben alrededor
de ocho de cada diez estadounidenses. O sea, los canales deportivos pueden llegar
a un público potencial enorme gracias al buen subsidio que pagan todos
los que no miran ESPN. Durante muchos años el arreglo satisfizo a operadores
de cable y a proveedores de contenido.

Pero últimamente ESPN ha venido subiendo hasta 20% las tarifas anuales
que cobra a los grupos de cable, quien respondieron aumentando precios, algo
que enfureció a consumidores y legisladores.

A principios de mes Jim Robbins, director ejecutivo de Cox, advirtió
que la seguidilla de aumentos obligarían a Cox a cobrar un plus por ver
eventos deportivos. A los inversores les dijo que los canales deportivos que
distribuyen material provisto por ESPN y Fox (de Rupert Murdoch) significan
32% de los costos de programación y atraen sólo a 8% del público.

ESPN recogió el guante. “Para Cos, esto es retórica pura
dirigida exclusivamente a mejorar su saludable margen de ganancias de 35%”,
dijo su presidente George Bodenheimer en conferencia de prensa.

Sin embargo, tanto operadores de cable como programadores temen que cobrar
aparte por los canales deportivos – un proceso conocido como “estratificación”
(tiering) podría provocar la rebelión de los televidentes.
También podría reavivar en los legisladores el deseo de impulsar
una reforma más audaz: obligar a los operadores de cable a ofrecer cada
canal por suscripción separada. Semejante medida afectaría a programadores
como ESPN, cuyo modelo de negocios depende de pagos mensuales y de su capacidad
para facilitar enormes públicos a sus anunciantes.

También haría estragos en el negocio del cable. “Para tener
éxito nosotros necesitamos a los programadores, y ellos también
nos necesitan a nosotros para lo mismo”, dice David Cohen, vicepresidente
de Comcast, el más grande grupo de cable de Estados Unidos. que necesita
programadores para triunfar.

Por ahora parecería que la intervención del gobierno no es una
opción. La General Accounting Office, el brazo de auditoría independiente
del congreso, publicó un informe cuya conclusión dice que es mejor
la competencia que la regulación para limitar los aumentos en el precio
del cable.

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