Distribución centralizada

La desaparición de las fronteras y la necesidad de reducir costos y ganar eficiencia alumraron la logística con valor agregado. Por René Boerema (*)

23 mayo, 2000

El campo de los servicios logísticos se complica cada vez más: un único modelo logístico no es ya garantía de éxito. Los últimos años de la década de los ’80 y los primeros de la de los ’90 fueron testigos de una nueva tendencia: las empresas empezaron a almacenar sus existencias en un único almacén centralizado, en vez de distribuirlas en muchos almacenes en diferentes países.

Dicha tendencia tuvo su origen en la desaparición de las fronteras interiores de Europa y en la necesidad de reducir costos y controlar el flujo de las mercancías más adecuadamente.

El estudio llevado a cabo por el Consejo Holandés de Distribución Internacional (HIDC) ha demostrado que 70% de las empresas que centralizaron sus existencias lo hicieron con el objetivo de reducir los costos de logística.

Las ventajas que ofrece la centralización son inmensas: se necesita menos espacio (y eso baja costos), se reduce también el volumen de existencias, se transportan de una manera más eficaz y se mejora el servicio al cliente.

Aunque Europa se ha convertido en un mercado único, los países todavía conservan sus diferencias en lo que a cultura, gustos, costumbres y leyes se refiere.

Las empresas desean responder con rapidez a las demandas del cliente, pero esto significa personalizar los productos en la última etapa posible de la cadena de producción.

Por esa razón, los centros europeos de distribución (CED) han empezado a aplicar conceptos logísticos de valor agregado (LVA).

Los conceptos LVA se emplean en centros internacionales de salida y entrada de mercancías para combinar actividades industriales y logísticas de cara a la producción de versiones específicas de un producto destinado a un país o un cliente determinado.

Eso permite a las empresas ofrecer productos de forma más barata y rápida, evitando tenerlos almacenados continuamente.

La globalización está obligando a las empresas a adoptar economías de escala y gran alcance.

Las empresas internacionales establecen sus centros de producción en zonas en las que la mano de obra en dicho momento es barata o en las que se dispone de trabajadores con una mayor preparación. Las operaciones de este tipo requieren cadenas de producción flexible.

Los avances en tecnología de la información y la comunicación han permitido a las empresas elegir entre diferentes estructuras de distribución sin perder de vista sus objetivos de optimización.

La estructura de distribución que eligen en última instancia depende de sus necesidades particulares de los mercados a los que abastecen.

En la actualidad, muchas empresas de producción están adoptando estructuras de distribución que combinan centralización y descentralización.

Un ejemplo de ello es la llamada empresa extendida, que integra las diferentes etapas de la cadena de producción y centraliza el control logístico.

Ese tipo de empresa utiliza los sistemas de TI más avanzados en la planificación y gestión de la cadena de producción.

Uno de los componentes más importantes de esos sistemas es Internet, que se utiliza no sólo en la comunicación entre empresas, sino también en la comunicación entre empresa y cliente.

La nueva generación de sistemas TI permite a las empresas combinar una estructura de distribución descentralizada con un control de existencias centralizado.

Esos conceptos tienen una gran aceptación, especialmente en empresas que trabajan con productos a granel de alta densidad y piezas de recambio.

Otro modelo mixto combina la consolidación de la gestión financiera, la planificación de la producción y las funciones de marketing y compra en un único lugar, conocido como centro de servicios compartidos (CSC), que permite reducir costos y mejorar el servicio.

El CSC combina todas estas fusiones en las diferentes divisiones con el propósito de realizar los servicios financieros (por ejemplo, la facturación, la gestión de los salarios y otros) para la empresa en su conjunto.

El CSC puede considerarse una entidad independiente, con su propia cuenta de beneficios y pérdidas, que actúa como proveedor de servicios externos.

Una empresa que cuenta con un sistema centralizado de distribución es Hewlett-Packard. Su CED de Amersfoort empezó a funcionar en 1992 y utiliza componentes que llegan por vía marítima desde Italia y Asia y entran en Amersfoort por el puerto de Rotterdam.

El CED monta impresoras y configura y prueba cartuchos de chorro de tinta que se adaptan a cada cliente en una de las últimas etapas de la cadena de producción. La mercancía se entrega en 22 países de Europa, Africa y Oriente medio en 24 horas.

El CED de Hewlett-Packard en Amersfoort hace posible que la empresa garantice una entrega rápida a una gran variedad de clientes, al mismo tiempo que mantiene la reducción del volumen de existencias y la flexibilidad en la producción.

Los expertos en logística corporativa no son los únicos que se enfrentan a los retos que imponen las trransacciones empresariales en todo el mundo. Los gobiernos también deben responder adecuadamente ante las demandas de cambio de las cadenas de producción.

Aunque las infraestructuras de los centros de entrada y salida de mercancías como aeropuertos y puertos siguen teniendo importancia, ya no son suficientes.

Estos centros deben contar con las instalaciones adecuadas y con una amplia gama de empleados calificados para atender la demanda de las multinacionales que requieren una gran variedad de servicios de valor agregado.

Cualquier país que aspire a mantener su prestigio como centro destacado de entrada y salida de mercancías debe enriquecer la cadena de producción, no sólo con las infraestructuras con las que cuente, sino también con su experiencia.

(*) El autor es miembro del Consejo Holandés de Distribución Internacional.

El campo de los servicios logísticos se complica cada vez más: un único modelo logístico no es ya garantía de éxito. Los últimos años de la década de los ’80 y los primeros de la de los ’90 fueron testigos de una nueva tendencia: las empresas empezaron a almacenar sus existencias en un único almacén centralizado, en vez de distribuirlas en muchos almacenes en diferentes países.

Dicha tendencia tuvo su origen en la desaparición de las fronteras interiores de Europa y en la necesidad de reducir costos y controlar el flujo de las mercancías más adecuadamente.

El estudio llevado a cabo por el Consejo Holandés de Distribución Internacional (HIDC) ha demostrado que 70% de las empresas que centralizaron sus existencias lo hicieron con el objetivo de reducir los costos de logística.

Las ventajas que ofrece la centralización son inmensas: se necesita menos espacio (y eso baja costos), se reduce también el volumen de existencias, se transportan de una manera más eficaz y se mejora el servicio al cliente.

Aunque Europa se ha convertido en un mercado único, los países todavía conservan sus diferencias en lo que a cultura, gustos, costumbres y leyes se refiere.

Las empresas desean responder con rapidez a las demandas del cliente, pero esto significa personalizar los productos en la última etapa posible de la cadena de producción.

Por esa razón, los centros europeos de distribución (CED) han empezado a aplicar conceptos logísticos de valor agregado (LVA).

Los conceptos LVA se emplean en centros internacionales de salida y entrada de mercancías para combinar actividades industriales y logísticas de cara a la producción de versiones específicas de un producto destinado a un país o un cliente determinado.

Eso permite a las empresas ofrecer productos de forma más barata y rápida, evitando tenerlos almacenados continuamente.

La globalización está obligando a las empresas a adoptar economías de escala y gran alcance.

Las empresas internacionales establecen sus centros de producción en zonas en las que la mano de obra en dicho momento es barata o en las que se dispone de trabajadores con una mayor preparación. Las operaciones de este tipo requieren cadenas de producción flexible.

Los avances en tecnología de la información y la comunicación han permitido a las empresas elegir entre diferentes estructuras de distribución sin perder de vista sus objetivos de optimización.

La estructura de distribución que eligen en última instancia depende de sus necesidades particulares de los mercados a los que abastecen.

En la actualidad, muchas empresas de producción están adoptando estructuras de distribución que combinan centralización y descentralización.

Un ejemplo de ello es la llamada empresa extendida, que integra las diferentes etapas de la cadena de producción y centraliza el control logístico.

Ese tipo de empresa utiliza los sistemas de TI más avanzados en la planificación y gestión de la cadena de producción.

Uno de los componentes más importantes de esos sistemas es Internet, que se utiliza no sólo en la comunicación entre empresas, sino también en la comunicación entre empresa y cliente.

La nueva generación de sistemas TI permite a las empresas combinar una estructura de distribución descentralizada con un control de existencias centralizado.

Esos conceptos tienen una gran aceptación, especialmente en empresas que trabajan con productos a granel de alta densidad y piezas de recambio.

Otro modelo mixto combina la consolidación de la gestión financiera, la planificación de la producción y las funciones de marketing y compra en un único lugar, conocido como centro de servicios compartidos (CSC), que permite reducir costos y mejorar el servicio.

El CSC combina todas estas fusiones en las diferentes divisiones con el propósito de realizar los servicios financieros (por ejemplo, la facturación, la gestión de los salarios y otros) para la empresa en su conjunto.

El CSC puede considerarse una entidad independiente, con su propia cuenta de beneficios y pérdidas, que actúa como proveedor de servicios externos.

Una empresa que cuenta con un sistema centralizado de distribución es Hewlett-Packard. Su CED de Amersfoort empezó a funcionar en 1992 y utiliza componentes que llegan por vía marítima desde Italia y Asia y entran en Amersfoort por el puerto de Rotterdam.

El CED monta impresoras y configura y prueba cartuchos de chorro de tinta que se adaptan a cada cliente en una de las últimas etapas de la cadena de producción. La mercancía se entrega en 22 países de Europa, Africa y Oriente medio en 24 horas.

El CED de Hewlett-Packard en Amersfoort hace posible que la empresa garantice una entrega rápida a una gran variedad de clientes, al mismo tiempo que mantiene la reducción del volumen de existencias y la flexibilidad en la producción.

Los expertos en logística corporativa no son los únicos que se enfrentan a los retos que imponen las trransacciones empresariales en todo el mundo. Los gobiernos también deben responder adecuadamente ante las demandas de cambio de las cadenas de producción.

Aunque las infraestructuras de los centros de entrada y salida de mercancías como aeropuertos y puertos siguen teniendo importancia, ya no son suficientes.

Estos centros deben contar con las instalaciones adecuadas y con una amplia gama de empleados calificados para atender la demanda de las multinacionales que requieren una gran variedad de servicios de valor agregado.

Cualquier país que aspire a mantener su prestigio como centro destacado de entrada y salida de mercancías debe enriquecer la cadena de producción, no sólo con las infraestructuras con las que cuente, sino también con su experiencia.

(*) El autor es miembro del Consejo Holandés de Distribución Internacional.

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