Dimensiones del cambio, más allá de síntomas financieros

La debacle financiera mundial no sólo dejó las heridas de una estructura económica forzadamente idealizada, sino también y más profundamente, de un modelo de realidad basado en el manejo de fuerzas, en las certezas y en el determinismo de las intervenciones.

7 marzo, 2009

Sin considerar las caracter&iacute;sticas estructurales del contexto y las perspectivas de desarrollo de una sociedad. <br />
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Los primeros a&ntilde;os de este siglo han sido uno de los momentos hist&oacute;ricos m&aacute;s paradojales en las &uacute;ltimas d&eacute;cadas con un vasto paisaje de procesos contradictorios, movimientos impredecibles y situaciones in&eacute;ditas que irrumpieron m&aacute;s all&aacute; de las previsiones y los pron&oacute;sticos. <br />
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El colapso financiero no es m&aacute;s que un s&iacute;ntoma de una forma imperante de ver y actuar en el mundo. Quiz&aacute; la m&aacute;s escandalosa, pero no la &uacute;nica. Y probablemente, tampoco la m&aacute;s riesgosa.<br />
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Vivimos un momento hist&oacute;rico de ciclos paradojales que nos enfrenta a un doble desaf&iacute;o. Por un lado, un desaf&iacute;o global relacionado con la din&aacute;mica de un contexto de alta inestabilidad plagado de acontecimientos in&eacute;ditos y por otro, un desaf&iacute;o personal relacionado con los modos de abordaje de la inestabilidad para avanzar sobre este paisaje desconocido. El primero es un cambio que todos empiezan a reconocer; el segundo es un cambio que algunos comienzan a sufrir.<br />
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La complejidad global de los procesos econ&oacute;micos se podr&iacute;a reflejar en un collage de im&aacute;genes contradictorias, aparentemente paradojales, de un mundo que exhib&iacute;a sus indicadores de crecimiento m&aacute;s importantes de las &uacute;ltimas cuatro d&eacute;cadas en medios de im&aacute;genes de desesperaci&oacute;n y enfrentamientos. La rentabilidad y la desesperaci&oacute;n conviviendo en un mismo proceso hist&oacute;rico mientras los actores pol&iacute;ticos contin&uacute;an corriendo de un extremo a otro en su propio desconcierto, de la man&iacute;a a la depresi&oacute;n, debati&eacute;ndose en esta encrucijada de crecimiento y conflicto.<br />
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Los cambios en el contexto, cada vez m&aacute;s profundos y en per&iacute;odos cada vez m&aacute;s cortos, generan procesos inestables, imprevisibles y paradojales. El mundo moderno se mueve en estos ciclos, cuya caracter&iacute;stica es la convivencia de procesos profundamente contradictorios estructurados disfuncionalmente a trav&eacute;s de un s&iacute;ntoma que, cuando estalla, genera una crisis, generalmente de sinceramiento y reordenamiento. <br />
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Estos ciclos paradojales son per&iacute;odos donde conviven estructuras sostenidas artificialmente (modelos de crecimiento, de mercado, de desarrollo social, de tecnolog&iacute;a, etc.) por la aplicaci&oacute;n forzada de diferentes procesos (econ&oacute;micos, pol&iacute;ticos, militares, culturales). Los s&iacute;ntomas de estas estructuras disfuncionales son los que generalmente componen los titulares de los peri&oacute;dicos y la agenda social de preocupaciones.<br />
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<strong>Los nuevos contextos</strong><br />
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La modalidad de abordaje e intervenci&oacute;n para resolver los ciclos paradojales determina la din&aacute;mica de los nuevos contextos. Es decir, por la manera en que se abordan estos momentos hist&oacute;ricos puede haber: una salida hacia una estructura din&aacute;mica de complejidad m&aacute;s coherente de los procesos; o hacia una estructura forzada que generalmente conlleva a nuevos ciclos paradojales cada vez m&aacute;s profundos. De hecho, en las &uacute;ltimas d&eacute;cadas las salidas de los ciclos han profundizado las contradicciones y la volatilidad de los sistemas.<br />
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La modalidad de abordaje ha sido presionar sobre la din&aacute;mica del contexto para lograr determinados resultados un&iacute;vocos, basados en hip&oacute;tesis reduccionistas de rentabilidad extrema con una visi&oacute;n excluyente de actores y situaciones que terminan profundizando las rupturas y acortando los tiempos de los ciclos. <br />
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Estamos frente a un paisaje que se escurre en diferentes s&iacute;ntomas: financieros, econ&oacute;micos, sociales y pol&iacute;ticos donde esta cosmovisi&oacute;n que ordenaba artificialmente el mundo (a trav&eacute;s de sus explicaciones y metodolog&iacute;as) se enfrenta con sus propias disfunciones. <br />
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Este momento hist&oacute;rico de profundos cambios desaf&iacute;a las estructuras directivas de las organizaciones que enfrentan una posici&oacute;n paradojal porque saben que sus recursos convencionales de planificaci&oacute;n no alcanzan para dise&ntilde;ar intervenciones efectivas, pero al mismo tiempo, transitan este momento utilizando las herramientas y el pensamiento de siempre. <br />
La crisis financiera hizo que gran parte de los libros sobre negocios pasaran, en pocas semanas, a la secci&oacute;n de Historia y viceversa. Muchos libros de Historia pasaron a ser de consulta en negocios para aquellos analistas que buscaban puntos de referencia con la debacle de los a&ntilde;os 30. Asimismo, este impacto gener&oacute; que muchos programas acad&eacute;micos, o al menos algunas de sus asignaturas espec&iacute;ficas, quedaran fuera de contexto.<br />
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Las organizaciones comenzaron a sentir la crisis, no s&oacute;lo en sus actividades cotidianas (recesi&oacute;n, despidos, falta de financiamiento, desconfianza, etc.), sino en el profundo vac&iacute;o que surge el d&iacute;a despu&eacute;s del trauma. Este es el momento en que aparecen otros procesos econ&oacute;micos disfuncionales ignorados, negados o descuidados que este s&iacute;ntoma escond&iacute;a y maquillaba. Despu&eacute;s del trauma queda el colapso de una cosmovisi&oacute;n que es mucho m&aacute;s profundo que la crisis del sistema capitalista. <br />
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En realidad, el capitalismo es una manifestaci&oacute;n pragm&aacute;tica de una forma de abordar y operar sobre los procesos humanos, es decir es una manifestaci&oacute;n de una cosmovisi&oacute;n particular de la realidad aplicada a los procesos econ&oacute;micos y a la organizaci&oacute;n de los sistemas sociales. El s&iacute;ntoma expresa la crisis de una cosmovisi&oacute;n. La debacle financiera no es m&aacute;s que un s&iacute;ntoma de una estructura artificialmente construida para sostener dentro de una din&aacute;mica previsible procesos de negocios. Justamente, la crisis aparece cuando la previsibilidad se escapa de las manos y colapsa los l&iacute;mites disfuncionales de un orden econ&oacute;mico forzado.<br />
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El desaf&iacute;o es c&oacute;mo preparar a las organizaciones para ser competitivas y para avanzar sin mayores certezas en un mundo desconocido. Este punto est&aacute; relacionado con un abordaje de las situaciones que trascienda la soluci&oacute;n de los s&iacute;ntomas, porque concentrarse exclusivamente en los s&iacute;ntomas mantiene la perdurabilidad de las disfunciones estructurales. El desaf&iacute;o implica atender indefectiblemente a los s&iacute;ntomas, pero al mismo tiempo trabajar en una nueva estructura de abordaje de los procesos econ&oacute;micos. Gran parte del desarrollo de las organizaciones est&aacute; latente en un conjunto de situaciones emergentes que a&uacute;n hoy son impredecibles. Por lo tanto, ser m&aacute;s eficiente sobre un mundo conocido, no garantiza la permanencia ni la competitividad en el futuro. Preparase para lo desconocido implica el desarrollo de competencias personales y procesos corporativos para enfrentar todo lo que est&aacute; m&aacute;s all&aacute; de lo que hemos construido y que tiene una din&aacute;mica impredecible y derivaciones indescifrables. <br />
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<strong>Para ver las nuevas reglas</strong><br />
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Las reglas de este nuevo mundo est&aacute;n frente a nosotros, pero para verlas es necesario redefinir aspectos de nuestra cosmovisi&oacute;n cl&aacute;sica. En este marco, los nuevos l&iacute;deres tienen el desaf&iacute;o de crear sentido para este mundo que parece haber perdido el sentido o donde el sentido se est&aacute; desgranando en una serie de s&iacute;ntomas estructurales in&eacute;ditos y desafiantes. <br />
En este momento hist&oacute;rico, uno de los factores claves para las personas y las organizaciones es ampliar su capacidad de lectura; pero no en el sentido de incorporar m&aacute;s informaci&oacute;n sino de construir mapas de posibilidades. La competitividad depende de la operatividad de los mapas estrat&eacute;gicos y esto conlleva la necesidad de renovar creencias, modelos y actitudes. De nada sirve leer los hechos actuales desde caminos anticuados, porque no vamos a ver nada nuevo. Por el contrario, vamos a vivir una inundaci&oacute;n de informaci&oacute;n que nos llevar&aacute; a m&aacute;s desconcierto. <br />
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Al trabajar exclusivamente para apagar las consecuencias de los s&iacute;ntomas, mantenemos la perdurabilidad de las disfunciones de los procesos y nos convertimos en elementos funcionales a una estructura paradojal. Los factores de cambio pueden ser externos como las condiciones del momento hist&oacute;rico que vivimos; pero tambi&eacute;n puede haber factores internos. No somos m&aacute;quinas ordenadas y predeterminadas, no tenemos la misma din&aacute;mica de los cuerpos celestes. Los s&iacute;ntomas de este nuevo siglo, desde los m&aacute;s estridentes hasta los m&aacute;s latentes, marcan los l&iacute;mites de aplicaci&oacute;n de esta visi&oacute;n mecanicista, forzada y determinista de los procesos humanos que ha llevado al colapso de las organizaciones, de la confianza y de las perspectivas de futuro. <br />
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El ordenamiento artificial tiene el costo de una renovaci&oacute;n c&iacute;clica de s&iacute;ntomas (econ&oacute;micos, pol&iacute;ticos, militares, culturales, etc.) en diferentes per&iacute;odos de la historia. En este siglo se ha utilizado la palabra burbuja como expresi&oacute;n un proceso que se sostiene artificialmente y aislado. Pero en definitiva todo el siglo pasado tambi&eacute;n ha sido un siglo de burbujas que tuvieron diferentes aplicaciones: desde lo cient&iacute;fico, ideol&oacute;gico, tecnol&oacute;gico, hasta los l&iacute;mites f&iacute;sicos de los muros antiguos y actuales. <br />
El mundo conocido es una construcci&oacute;n de la cual no reparamos hasta que entra en crisis; lo desconocido se encuentra en todo aquello que queda por fuera de esta conformaci&oacute;n de equilibrios ordenados artificialmente y aparecen en dos aspectos que marcan nuestra relaci&oacute;n con la realidad: <br />
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<strong>Lo desconocido en el contexto:</strong> es lo que no existe porque todav&iacute;a no se han dado las convergencias necesarias entre actores y variables para que se produzcan determinadas situaciones. Este primer aspecto es el que analizamos como nuestro primer desaf&iacute;o: la caracter&iacute;stica de un mundo que genera cada vez m&aacute;s situaciones in&eacute;ditas por la amplitud exponencial de su din&aacute;mica. <br />
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<strong>Lo desconocido en el mapa estrat&eacute;gico</strong>: son los aspectos del contexto que existen pero que no vemos, porque nuestro mapa de la realidad est&aacute; desactualizado; porque no tenemos una estructura t&eacute;cnica para comprender el contexto; o bien porque estamos cerrados a aceptar determinados eventos. Este segundo aspecto es el que analizamos como el segundo desaf&iacute;o: el abordaje de la inestabilidad y la redefinici&oacute;n de las herramientas de lectura, dise&ntilde;o y gesti&oacute;n de intervenciones frente a un nuevo paisaje. <br />
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Generalmente, se suele asociar la competitividad a la rentabilidad, a ganarle en ventas a las otras empresas del sector. Pero, en contextos inestables la rentabilidad no es garant&iacute;a de permanencia. La rentabilidad es un par&aacute;metro coyuntural de crecimiento en una empresa, pero no es el &uacute;nico proceso que define la percepci&oacute;n y valoraci&oacute;n. La competitividad en los sistemas complejos no est&aacute; basada en la fuerza, sino en la sinton&iacute;a con la din&aacute;mica del contexto. <br />
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La rentabilidad no garantiza la permanencia. Lo que define la permanencia de una organizaci&oacute;n es el valor de su propuesta y la gesti&oacute;n de los efectos de sus acciones. Por lo tanto, la competitividad no es un par&aacute;metro de control, es un par&aacute;metro de participaci&oacute;n. Esto implica una arquitectura particular que posibilite mantener una base de estabilidad (para lograr rentabilidad, producci&oacute;n, crecimiento de presencia, etc.) con procesos m&aacute;s din&aacute;micos y flexibles que permitan saltar hacia conformaciones desconocidas (innovaci&oacute;n, mercados, nuevos h&aacute;bitos, etc.) y posibiliten una adaptaci&oacute;n de los productos a las demandas del entorno. <br />
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El final de la hegemon&iacute;a del paradigma financiero abre paso a una nueva brecha de incertidumbre sobre c&oacute;mo se reorganizar&aacute; el mundo tras este orden internacional colapsado. Hemos sido educados y formados para mundos ordenados artificialmente. Con esta crisis profunda en Estados Unidos y con repercusiones en todo el mundo, lo que tambi&eacute;n se cae es toda la estructura ideol&oacute;gica, metodol&oacute;gica y t&eacute;cnica orientada a sostener estos l&iacute;mites virtuales: desde los pol&iacute;ticos hasta las universidades, las publicaciones, los consultores, los medios, y muchos libros.<br />
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El costo de una din&aacute;mica compleja es la brecha de incertidumbre que deja el final de las certezas fabricadas. Una redefinici&oacute;n de intereses y modelos econ&oacute;micos y sociales que nos lleva a nuevos paisajes in&eacute;ditos y en muchos casos impredecibles. Hacia el pasado est&aacute; claro el desarrollo desde la revoluci&oacute;n industrial con actores y procesos claramente definidos y sus consecuencias. Hacia adelante, un nuevo ciclo est&aacute; comenzando.

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