Desafío al honor de Francia

En pleno valle del río Loire, en la región viñatera de Turaine, un hotelero londinense construyó una bodega ultramoderna. El edificio fue construido con materiales importados de ese país, y por albañiles australianos.

19 abril, 2004

Los detalles exteriores dicen a las claras que la construcción no es francesa.
Las ventanas, por ejemplo, están protegidas por paneles mosquiteros, algo
desconocido en Francia.

Aunque todavía sigue siendo el primer exportador de vinos del mundo, Francia
hace años que viene perdiendo terreno frente a los llamados vinos del “Nuevo
Mundo, provenientes de Australia, California y Sudáfrica. Pero especialmente
los vinos australianos, con etiquetas de moderno diseño y con calidad y
sabor estandarizados, han aventajado a los franceses en las preferencias del mercado
británico y también en Estados Unidos.

Los productores franceses — que siguen, o seguían, prefiriendo producir
a la antigua, como lo hacían sus padres y abuelos con métodos artesanales
y en pequeña escala– optaron por defenderse contratando expertos del nuevo
mundo para que los aconseje en cuanto a los últimos métodos de fermentación
con tecnología de apoyo.

Pero todavía hay más desafíos al honor de los orgullosos
productores locales. Grandes conglomerados vitivinícolas del nuevo mundo,
como Southcorp y BRL Hardy han invertido en la compra de viñedos en el
sur de Francia para operarlos con los últimos avances de la tecnología
del sector.

David Levin, dueño de la bodega “importada” en Touraine, Loire,
explica orgulloso que es el primero en construir una bodega típica del
Nuevo Mundo “desde cero” en el corazón de la región del
Loire. Junto con Bordeaux y Borgoña, el valle del Loire es la zona vitivinícola
más tradicional y respetada.

Pero Levin — dueño de un hotel de lujo en Knightsbridge, Londres, y de
varios restaurantes — da la espalda a todos esos años de tradición
con la intención de mejorar la calidad y rentabilidad de la fabricación
del vino en esa deprimida zona. Porque a pesar del atractivo del lugar y de los
grandes nombres de los vinos de la región (Sancerres y Pouilly-Fumés)
el vino blanco Touraine Appellation d´Origine Controlée (AOC) se
puede vender a sólo € 3 en las vinerías de París.

Ignorando olímpicamente a los artesanos del lugar, Levin contrató
a una empresa de diseño de bodegas de Adelaida, Australia, para proyectar
una bodega ultramoderna en Francia. Así, el edificio resultante tiene techo
de chapa y capacidad para albergar 12 tanques de acero inoxidables, bombas, mangueras
y ventanas…con mosquiteros. Hasta los albañiles se llevó de Australia
porque, explica, los operarios locales no tienen idea de cómo se construye
una bodega siglo XXI.

Hace más de 15 años que Levin posee viñedos en la región
de Touraine. Vendía su fruta a una cooperativa de viñateros locales
hasta que se cansó de no tener control sobre cuánto obtenía
por sus uvas o sobre los métodos de fabricación del vino de la cooperativa.
Según él, estaban anclados en los años ´60.

Su sueño era combinar las técnicas viñateras del Nuevo Mundo
– niveles de higiene, tanques de acero inoxidable, fermentación controlada
por temperatura — con la zona de ricos suelos para producir un Sauvignon Blanc
de la mejor calidad comparable a los mejores de Francia. El vino llevaría
una etiqueta simple y clara: nombre y cepa.
Pero para eso tenía que abrirse del restrictivo sistema que obliga a todo
vino francés AOC a hacer referencia a la procedencia y no a la variedad
de cepa. Según el sistema francés, la variedad de la cepa (por ej.
Sauvignon Blanc) no puede figurar en la etiqueta.

Levin decidió entonces asociarse al joven bodeguero francés Thierry
Merlet que había trabajado en viñedos de Oregon y Australia. “AOC
ha dejado de ser garantía de calidad,” dice Merlet. “Lo que importa
es el suelo, el proceso de producción y el marketing. Lo que buscamos es
vender. Si el cliente quiere compra un Sauvignon Blanc, entonces eso es
lo que debemos poner en la etiqueta.”

Los vinos de la nueva bodega se llamarán entonces “Vinos Levin”,
y en principio serán vendidos principalmente a través de los restaurantes
de su dueño en Londres.

Ya comenzaron las obras para rehabilitar el suelo de las 30 hectáreas que
por ahora posee el inglés. La producción indiscriminada que se realizó
en la zona durante tantos años ha disminuido la capacidad de la tierra
para producir uva de primera calidad. Los lugareños miran todo eso con
una mezcla de azoramiento e indignación.

Los detalles exteriores dicen a las claras que la construcción no es francesa.
Las ventanas, por ejemplo, están protegidas por paneles mosquiteros, algo
desconocido en Francia.

Aunque todavía sigue siendo el primer exportador de vinos del mundo, Francia
hace años que viene perdiendo terreno frente a los llamados vinos del “Nuevo
Mundo, provenientes de Australia, California y Sudáfrica. Pero especialmente
los vinos australianos, con etiquetas de moderno diseño y con calidad y
sabor estandarizados, han aventajado a los franceses en las preferencias del mercado
británico y también en Estados Unidos.

Los productores franceses — que siguen, o seguían, prefiriendo producir
a la antigua, como lo hacían sus padres y abuelos con métodos artesanales
y en pequeña escala– optaron por defenderse contratando expertos del nuevo
mundo para que los aconseje en cuanto a los últimos métodos de fermentación
con tecnología de apoyo.

Pero todavía hay más desafíos al honor de los orgullosos
productores locales. Grandes conglomerados vitivinícolas del nuevo mundo,
como Southcorp y BRL Hardy han invertido en la compra de viñedos en el
sur de Francia para operarlos con los últimos avances de la tecnología
del sector.

David Levin, dueño de la bodega “importada” en Touraine, Loire,
explica orgulloso que es el primero en construir una bodega típica del
Nuevo Mundo “desde cero” en el corazón de la región del
Loire. Junto con Bordeaux y Borgoña, el valle del Loire es la zona vitivinícola
más tradicional y respetada.

Pero Levin — dueño de un hotel de lujo en Knightsbridge, Londres, y de
varios restaurantes — da la espalda a todos esos años de tradición
con la intención de mejorar la calidad y rentabilidad de la fabricación
del vino en esa deprimida zona. Porque a pesar del atractivo del lugar y de los
grandes nombres de los vinos de la región (Sancerres y Pouilly-Fumés)
el vino blanco Touraine Appellation d´Origine Controlée (AOC) se
puede vender a sólo € 3 en las vinerías de París.

Ignorando olímpicamente a los artesanos del lugar, Levin contrató
a una empresa de diseño de bodegas de Adelaida, Australia, para proyectar
una bodega ultramoderna en Francia. Así, el edificio resultante tiene techo
de chapa y capacidad para albergar 12 tanques de acero inoxidables, bombas, mangueras
y ventanas…con mosquiteros. Hasta los albañiles se llevó de Australia
porque, explica, los operarios locales no tienen idea de cómo se construye
una bodega siglo XXI.

Hace más de 15 años que Levin posee viñedos en la región
de Touraine. Vendía su fruta a una cooperativa de viñateros locales
hasta que se cansó de no tener control sobre cuánto obtenía
por sus uvas o sobre los métodos de fabricación del vino de la cooperativa.
Según él, estaban anclados en los años ´60.

Su sueño era combinar las técnicas viñateras del Nuevo Mundo
– niveles de higiene, tanques de acero inoxidable, fermentación controlada
por temperatura — con la zona de ricos suelos para producir un Sauvignon Blanc
de la mejor calidad comparable a los mejores de Francia. El vino llevaría
una etiqueta simple y clara: nombre y cepa.
Pero para eso tenía que abrirse del restrictivo sistema que obliga a todo
vino francés AOC a hacer referencia a la procedencia y no a la variedad
de cepa. Según el sistema francés, la variedad de la cepa (por ej.
Sauvignon Blanc) no puede figurar en la etiqueta.

Levin decidió entonces asociarse al joven bodeguero francés Thierry
Merlet que había trabajado en viñedos de Oregon y Australia. “AOC
ha dejado de ser garantía de calidad,” dice Merlet. “Lo que importa
es el suelo, el proceso de producción y el marketing. Lo que buscamos es
vender. Si el cliente quiere compra un Sauvignon Blanc, entonces eso es
lo que debemos poner en la etiqueta.”

Los vinos de la nueva bodega se llamarán entonces “Vinos Levin”,
y en principio serán vendidos principalmente a través de los restaurantes
de su dueño en Londres.

Ya comenzaron las obras para rehabilitar el suelo de las 30 hectáreas que
por ahora posee el inglés. La producción indiscriminada que se realizó
en la zona durante tantos años ha disminuido la capacidad de la tierra
para producir uva de primera calidad. Los lugareños miran todo eso con
una mezcla de azoramiento e indignación.

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