Cumpla o váyase es el actual mandato para altos ejecutivos

Directivos y ejecutivos del sector privado“ya no se sientan sobre tronos, sino sobre sillas tan incómodas como endebles”. Así señala un estudio que la consultora Booz, Allen & Hamilton difunde a partir de hoy en Estados Unidos.

13 mayo, 2003

Durante 2002, en efecto, el volumen de bajas entre ejecutivos superiores alrededor
del mundo no tiene precedentes. Casi un centenar de presidentes ejecutivos o directores
gerentes (o sea, los CEO) perdió el sillón por razones de desempeño
o resultados. Este número se refiere a las 2.500 empresas y bancas mayores
y cuadruplica la cifra de 1995.

En realidad, los despidos y las dimisiones empezaron a remontar vuelo en 2001.
"La explicación es simple: niveles de desempeño aceptables
para las juntas directivas hace un par de años ya no lo son, a raíz
de una serie de escándalos y de la violenta contracción de los valores
bursátiles", señala Charles Lucier, vicepresidente primero
de BAH y coordinar del estudio "Cumpla o váyase" (Deliver
or depart
). Partiendo de una muestra compleja, se llega a una conclusión
lógica: "los altos ejecutivos trabajan bajo presiones muy superiores
y tienen menos estabilidad que nunca".

La tendencia nace en EE.UU. con las crisis de Enron y Global Crossing. Pero pronto
se contagia a la Unión Europea y Japón. En la América anglosajona,
4,2% de los cambios de CEO en 2002 se relacionaba con desempeño insatisfactorio
(contra 2,7% en 2001 y 1,3% en 1995). Algunos relevos fueron consecuencia inevitable
de escándalos. Entre ellos los de Bernard Ebbers (ex WorldCom), Dennis
Kozlowski (Tyco International), Samuel Waksal (ImClone Systems) o Joseph Nacchio
( Qwest Communications International).
Gerald Levin -AOL Time Warner- y Jack Greenberg (McDonald´s) pagaron el precio
de malas gestiones, pérdidas financieras o de mercado. Cruzando el Atlántico,
la proporción de ejecutivos dimitentes aumentó sólo de 3,6%
en 2001 a 3,7% en 2002, quizá porque los cúpulas son más
cerradas o respaldos políticos externos, como ocurre en antiguas empresas
estatales parcialmente privatizadas.

Aun así, muchos CEO con innegable peso político acabaron por caer.
Tal como sucedió con Jean-Marie Messier (Vivendi Universal) o Michel Bon
(France Télécom). Por su parte, en Japón el 2002 fue demoledor:
la proporción de ejecutivos en desgracia saltó de 0,3% (2001) a
3%, cifra traumática para una cultura corporativa tan conservadora. Paralelamente,
más de 8,5% de empresas y bancos nipones mayores cambiaron de CEO durante
2001, contra 4,2% un año antes. El caso de la UE tiene un aspecto sugestivo:
casi 10% de las principales organizaciones cambiaron de cúpulas en 2000,
2001 y 2002.

En EE.UU., la tasa de renuncias forzadas crecía en tanto bajaba el ritmo
de reemplazos potenciales, que cedió de 17,9% en 2000 a 13,4% en 2001 y
10,6% en 2002. Según Booz Allen, esta contraste se debe a una declinación
de fusiones y adquisiciones (F&A), por lo cual apenas 1,6% de ejecutivos perdió
el empleo en 2002, frente a 4,3% en 2000 y 3,8% en 2001.

Durante 2002, en efecto, el volumen de bajas entre ejecutivos superiores alrededor
del mundo no tiene precedentes. Casi un centenar de presidentes ejecutivos o directores
gerentes (o sea, los CEO) perdió el sillón por razones de desempeño
o resultados. Este número se refiere a las 2.500 empresas y bancas mayores
y cuadruplica la cifra de 1995.

En realidad, los despidos y las dimisiones empezaron a remontar vuelo en 2001.
"La explicación es simple: niveles de desempeño aceptables
para las juntas directivas hace un par de años ya no lo son, a raíz
de una serie de escándalos y de la violenta contracción de los valores
bursátiles", señala Charles Lucier, vicepresidente primero
de BAH y coordinar del estudio "Cumpla o váyase" (Deliver
or depart
). Partiendo de una muestra compleja, se llega a una conclusión
lógica: "los altos ejecutivos trabajan bajo presiones muy superiores
y tienen menos estabilidad que nunca".

La tendencia nace en EE.UU. con las crisis de Enron y Global Crossing. Pero pronto
se contagia a la Unión Europea y Japón. En la América anglosajona,
4,2% de los cambios de CEO en 2002 se relacionaba con desempeño insatisfactorio
(contra 2,7% en 2001 y 1,3% en 1995). Algunos relevos fueron consecuencia inevitable
de escándalos. Entre ellos los de Bernard Ebbers (ex WorldCom), Dennis
Kozlowski (Tyco International), Samuel Waksal (ImClone Systems) o Joseph Nacchio
( Qwest Communications International).
Gerald Levin -AOL Time Warner- y Jack Greenberg (McDonald´s) pagaron el precio
de malas gestiones, pérdidas financieras o de mercado. Cruzando el Atlántico,
la proporción de ejecutivos dimitentes aumentó sólo de 3,6%
en 2001 a 3,7% en 2002, quizá porque los cúpulas son más
cerradas o respaldos políticos externos, como ocurre en antiguas empresas
estatales parcialmente privatizadas.

Aun así, muchos CEO con innegable peso político acabaron por caer.
Tal como sucedió con Jean-Marie Messier (Vivendi Universal) o Michel Bon
(France Télécom). Por su parte, en Japón el 2002 fue demoledor:
la proporción de ejecutivos en desgracia saltó de 0,3% (2001) a
3%, cifra traumática para una cultura corporativa tan conservadora. Paralelamente,
más de 8,5% de empresas y bancos nipones mayores cambiaron de CEO durante
2001, contra 4,2% un año antes. El caso de la UE tiene un aspecto sugestivo:
casi 10% de las principales organizaciones cambiaron de cúpulas en 2000,
2001 y 2002.

En EE.UU., la tasa de renuncias forzadas crecía en tanto bajaba el ritmo
de reemplazos potenciales, que cedió de 17,9% en 2000 a 13,4% en 2001 y
10,6% en 2002. Según Booz Allen, esta contraste se debe a una declinación
de fusiones y adquisiciones (F&A), por lo cual apenas 1,6% de ejecutivos perdió
el empleo en 2002, frente a 4,3% en 2000 y 3,8% en 2001.

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