Cómo sobrellevar la crisis sin morir en el intento. Primera parte

El Dr. Alfredo Spilzinger y sus socios en Santa Fe Associates International han respondido a muchas preguntas de empresas de cómo encarar este escenario que a los Argentinos nos toca vivir delineando este escrito que publicamos en dos partes.

14 noviembre, 2003

LA HECATOMBE

Los argentinos estamos sufriendo una hecatombe luego que nuestros políticos
decidieran sin consulta previa,
hacernos cruzar el Rubicón. Cuando a Julio César le prohibió
el Senado Romano, ingresar a Italia con su ejército, tomó la decisión
de cruzar armado la frontera, el río Rubicón, – que hoy fluye
pacíficamente cerca
de Rímini (originariamente Ariminum) cerca del Adriático
– y enfrentarse a Pompeyo el Grande. Este hecho que dejó acuñado
ese conocido aforismo como muestra de un acto de arrojo, generó la guerra
justamente contra Pompeyo, quien no era otro que su yerno, (ya que le había
dado en matrimonio a su hija Julia en prenda de leal amistad) pero también
su más conocido enemigo, no obstante haber compartido además,
juntos el poder en un Triunvirato junto con Creso.

Las luchas entre parientes no son entonces nuevas, y los triunviratos tampoco,
aún menos nuevas son las guerras
entre quienes fueron antes íntimos aliados. No se tienen constancias
exactas de cuántos ciudadanos murieron en esa guerra que comenzó
49 años antes de la era común, pero seguramente fueron más
de cien. A nosotros también se nos obligó a cruzar ese Rubicón,
y entrar en guerra entre nosotros mismos. Hecho que tampoco
es nuevo si miramos hacia atrás las huellas que dejó nuestra historia
más reciente.Y también murieron en esta guerra – sino físicamente,
por lo menos civilmente – mucho más de cien ciudadanos, ya que hoy conformamos
el desatino de contener casi 10 millones de indigentes, en una República
sobre la que una vez nos
convencieron que era “el granero del mundo”.

Y por esa razón sufrimos la hecatombe, que no significa en griego nada
más que el sacrificio de cien bueyes, ofrenda que se hacía a los
dioses del Olimpo como muestra de sumisión.De allí que también
se acuñó esta palabra para describir ofrendas que comportaban
la pérdida de más de cien personas, en aras de acontecimientos
que quedaban fuera del dominio de los hombres. La nuestra podría denominarse
de “megatombe” , por la cantidad de heridos que dejó
esta tormenta, pero como la palabra no está aún inventada no la
usaremos todavía.

Pero lo positivo, no es investigar las razones de este proceso, el que será
objeto de otros estudios, sino el de tratar de descubrir qué tipo de
estrategia deben adoptar los empresarios que deben enfrentarse con sus unidades
de negocios, con este escenario socio-económico que nos toca vivir, todo
esto analizado desde la óptica de lo que las empresas son en definitiva:
sistemas complejos.

LA DEFINICIÓN

La literatura económica generalmente consensuada, distingue a los países
del orbe según su grado de desarrollo económico y social en:
o países industrializados,
o países subdesarrollados,
o países en transición
o y países emergentes.

La diferencia entre estas dos últimas especies, es que se consideran
en transición aquellos que transformaron su
economía centralizada y estatizada de los bloques socialistas, en una
regida por las reglas del mercado y las propiedades privadas.

Nuestro país no se encuadra en ninguna de las tres primeras clasificaciones,
y en algún momento se nos consideró un país emergente,
es decir que emergíamos desde el subdesarrollo y estábamos en
camino de un horizonte en desarrollo. Por supuesto esta era la opinión
del Banco Mundial y de los inversores, no la de los ciudadanos argentinos.

La emergencia se dio de una organización estatizada, a una liberada,
pero sin regulación.Las organizaciones económicas y sociales están
sujetas a las leyes de la evolución como lo están los seres vivos.
Simplemente porque han sido creados a imagen y semejanza del hombre, que al
no tener otro valor de referencia, solamente puede estructurar sus sistemas
bajo la misma forma en que funciona su propio ser y su organismo. Y la evolución
darwiniana, supone una mutación adecuada y paulatina de los perfiles
de los seres vivos, a las condiciones del hábitat y de las demás
especies que conviven sobre la tierra.

Las revoluciones no se dan en materia biológica, a no ser que cataclismos
externos lo impongan. Por ello tampoco pueden ser eficaces en las organizaciones
socio-económicas. Cuando una organización social – como lo es
un país – adopta abrutas modificaciones, lo que genera es un proceso
de “des-institucionalización” que lo que produce finalmente
es una situación de desequilibrio. Es como un ser humano al que le crecen
súbitamente los brazos o los pies en forma desmedida al resto de su físico.
O que engorda en poco tiempo 100 kilos de peso, o bien los rebaja. El resto
del organismo no está preparado para estos cambios, y lo que produce,
es una modificación de su homeoestasis, es decir la quiebra del equilibrio
interno que regula sus funciones. Y cosas graves pueden pasar.

En una organización social como la nuestra, donde de un sistema estatizante,
se pasó a una liberalización absoluta sin controles, sucedió
algo parecido. El organismo social perdió su equilibrio interno, y convivimos
al mismo tiempo con empresas estatizadas prósperas, con importadores
exitosos, pero también con empresas
productoras en quiebra, con indigencia creciente y con índices de sub-alimentación
alarmantes. La homeostasis de la Argentina se quebró frente a
políticas que priorizaron el shock, a una mutación sostenible
en el
tiempo y adecuada a la madurez de las instituciones internas.

Las estrategias de los empresarios se modificaron rápidamente para adaptarse
a las nuevas condiciones del
mercado, pasando de exportadores a importadores, de productores internos a prestadores
de servicios para
fabricantes externos, o simplemente a desocupados. Las economías en transición
han sido objeto de muchos
escritos académicos, que intentaron describir los efectos sobre las economías
empresariales, pero fundamentalmente en aquellos casos de cambios en los países
del orbe socialista desplazándose hacia los sistemas de mercado. (Banco
Mundial, 2002)

La navegación de las turbulentas aguas desde las economías centralizadas
o estatizadas hacia los dictados de los
mercados globalizados, como ocurrió en América Latina, también
fueron objeto de estudios (Peng, 2002)2.
Pero nuestro país, habiendo transcurrido los senderos hacia una liberalización
asombrosamente incontrolada, debe volver sobre sus pasos para lograr un equilibrio
pero de forma de no retornar a ilusiones nacionalistas, auténticamente
fracasadas.

Retornar de las fronteras de la muerte, a un estado de recomposición
económica, que requiere revertir procesos mal administrados y a reconocer
la teoría de la evolución darwiniana como una paulatina co-evolución
de su propia estructura a la medida de lo que ocurre con el resto de la humanidad
en permanente mutación. No buscamos la revolución. Estamos tratando
de encontrar la re evolución, que es algo totalmente distinto. Una vuelta
a la evolución pero sin pasar por la revolución. Estas últimas
siempre generan como contrapartida, dirigentes autócratas que suben la
espinada senda de los cambios radicales que carecen del sentido orgánico
de una vida evolutiva.

Argentina hoy vuelve sobre sus pasos cautelosamente.Desanda caminos difíciles
donde las instituciones,
desaparecieron, por arte de la magia de una liberalización mal entendida.
Pero cómo deben reaccionar los empresarios para diseñar sus estrategias
en este período de transición, que pueda durar un tiempo considerable,
hasta que las instituciones vuelvan a funcionar adecuadamente?
(Continúa en la segunda parte)

Dr. Alfredo L. Spilzinger (DBA)
Managing Director
Santa Fe Associates International
Business Strategy
Buenos Aires office
1 Copyright Santa Fe Associates – 2003

Publicado con expresa autorización de los autores

LA HECATOMBE

Los argentinos estamos sufriendo una hecatombe luego que nuestros políticos
decidieran sin consulta previa,
hacernos cruzar el Rubicón. Cuando a Julio César le prohibió
el Senado Romano, ingresar a Italia con su ejército, tomó la decisión
de cruzar armado la frontera, el río Rubicón, – que hoy fluye
pacíficamente cerca
de Rímini (originariamente Ariminum) cerca del Adriático
– y enfrentarse a Pompeyo el Grande. Este hecho que dejó acuñado
ese conocido aforismo como muestra de un acto de arrojo, generó la guerra
justamente contra Pompeyo, quien no era otro que su yerno, (ya que le había
dado en matrimonio a su hija Julia en prenda de leal amistad) pero también
su más conocido enemigo, no obstante haber compartido además,
juntos el poder en un Triunvirato junto con Creso.

Las luchas entre parientes no son entonces nuevas, y los triunviratos tampoco,
aún menos nuevas son las guerras
entre quienes fueron antes íntimos aliados. No se tienen constancias
exactas de cuántos ciudadanos murieron en esa guerra que comenzó
49 años antes de la era común, pero seguramente fueron más
de cien. A nosotros también se nos obligó a cruzar ese Rubicón,
y entrar en guerra entre nosotros mismos. Hecho que tampoco
es nuevo si miramos hacia atrás las huellas que dejó nuestra historia
más reciente.Y también murieron en esta guerra – sino físicamente,
por lo menos civilmente – mucho más de cien ciudadanos, ya que hoy conformamos
el desatino de contener casi 10 millones de indigentes, en una República
sobre la que una vez nos
convencieron que era “el granero del mundo”.

Y por esa razón sufrimos la hecatombe, que no significa en griego nada
más que el sacrificio de cien bueyes, ofrenda que se hacía a los
dioses del Olimpo como muestra de sumisión.De allí que también
se acuñó esta palabra para describir ofrendas que comportaban
la pérdida de más de cien personas, en aras de acontecimientos
que quedaban fuera del dominio de los hombres. La nuestra podría denominarse
de “megatombe” , por la cantidad de heridos que dejó
esta tormenta, pero como la palabra no está aún inventada no la
usaremos todavía.

Pero lo positivo, no es investigar las razones de este proceso, el que será
objeto de otros estudios, sino el de tratar de descubrir qué tipo de
estrategia deben adoptar los empresarios que deben enfrentarse con sus unidades
de negocios, con este escenario socio-económico que nos toca vivir, todo
esto analizado desde la óptica de lo que las empresas son en definitiva:
sistemas complejos.

LA DEFINICIÓN

La literatura económica generalmente consensuada, distingue a los países
del orbe según su grado de desarrollo económico y social en:
o países industrializados,
o países subdesarrollados,
o países en transición
o y países emergentes.

La diferencia entre estas dos últimas especies, es que se consideran
en transición aquellos que transformaron su
economía centralizada y estatizada de los bloques socialistas, en una
regida por las reglas del mercado y las propiedades privadas.

Nuestro país no se encuadra en ninguna de las tres primeras clasificaciones,
y en algún momento se nos consideró un país emergente,
es decir que emergíamos desde el subdesarrollo y estábamos en
camino de un horizonte en desarrollo. Por supuesto esta era la opinión
del Banco Mundial y de los inversores, no la de los ciudadanos argentinos.

La emergencia se dio de una organización estatizada, a una liberada,
pero sin regulación.Las organizaciones económicas y sociales están
sujetas a las leyes de la evolución como lo están los seres vivos.
Simplemente porque han sido creados a imagen y semejanza del hombre, que al
no tener otro valor de referencia, solamente puede estructurar sus sistemas
bajo la misma forma en que funciona su propio ser y su organismo. Y la evolución
darwiniana, supone una mutación adecuada y paulatina de los perfiles
de los seres vivos, a las condiciones del hábitat y de las demás
especies que conviven sobre la tierra.

Las revoluciones no se dan en materia biológica, a no ser que cataclismos
externos lo impongan. Por ello tampoco pueden ser eficaces en las organizaciones
socio-económicas. Cuando una organización social – como lo es
un país – adopta abrutas modificaciones, lo que genera es un proceso
de “des-institucionalización” que lo que produce finalmente
es una situación de desequilibrio. Es como un ser humano al que le crecen
súbitamente los brazos o los pies en forma desmedida al resto de su físico.
O que engorda en poco tiempo 100 kilos de peso, o bien los rebaja. El resto
del organismo no está preparado para estos cambios, y lo que produce,
es una modificación de su homeoestasis, es decir la quiebra del equilibrio
interno que regula sus funciones. Y cosas graves pueden pasar.

En una organización social como la nuestra, donde de un sistema estatizante,
se pasó a una liberalización absoluta sin controles, sucedió
algo parecido. El organismo social perdió su equilibrio interno, y convivimos
al mismo tiempo con empresas estatizadas prósperas, con importadores
exitosos, pero también con empresas
productoras en quiebra, con indigencia creciente y con índices de sub-alimentación
alarmantes. La homeostasis de la Argentina se quebró frente a
políticas que priorizaron el shock, a una mutación sostenible
en el
tiempo y adecuada a la madurez de las instituciones internas.

Las estrategias de los empresarios se modificaron rápidamente para adaptarse
a las nuevas condiciones del
mercado, pasando de exportadores a importadores, de productores internos a prestadores
de servicios para
fabricantes externos, o simplemente a desocupados. Las economías en transición
han sido objeto de muchos
escritos académicos, que intentaron describir los efectos sobre las economías
empresariales, pero fundamentalmente en aquellos casos de cambios en los países
del orbe socialista desplazándose hacia los sistemas de mercado. (Banco
Mundial, 2002)

La navegación de las turbulentas aguas desde las economías centralizadas
o estatizadas hacia los dictados de los
mercados globalizados, como ocurrió en América Latina, también
fueron objeto de estudios (Peng, 2002)2.
Pero nuestro país, habiendo transcurrido los senderos hacia una liberalización
asombrosamente incontrolada, debe volver sobre sus pasos para lograr un equilibrio
pero de forma de no retornar a ilusiones nacionalistas, auténticamente
fracasadas.

Retornar de las fronteras de la muerte, a un estado de recomposición
económica, que requiere revertir procesos mal administrados y a reconocer
la teoría de la evolución darwiniana como una paulatina co-evolución
de su propia estructura a la medida de lo que ocurre con el resto de la humanidad
en permanente mutación. No buscamos la revolución. Estamos tratando
de encontrar la re evolución, que es algo totalmente distinto. Una vuelta
a la evolución pero sin pasar por la revolución. Estas últimas
siempre generan como contrapartida, dirigentes autócratas que suben la
espinada senda de los cambios radicales que carecen del sentido orgánico
de una vida evolutiva.

Argentina hoy vuelve sobre sus pasos cautelosamente.Desanda caminos difíciles
donde las instituciones,
desaparecieron, por arte de la magia de una liberalización mal entendida.
Pero cómo deben reaccionar los empresarios para diseñar sus estrategias
en este período de transición, que pueda durar un tiempo considerable,
hasta que las instituciones vuelvan a funcionar adecuadamente?
(Continúa en la segunda parte)

Dr. Alfredo L. Spilzinger (DBA)
Managing Director
Santa Fe Associates International
Business Strategy
Buenos Aires office
1 Copyright Santa Fe Associates – 2003

Publicado con expresa autorización de los autores

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