Claroscuros sobre el nepotismo

Los americanos censuran el nepotismo pero lo practican a diario, dice Adam Bellow en “In Praise of Nepotism”.De todas maneras, hay mucho para decir en favor de esta práctica que se observa tanto en política como en empresas de Estados Unidos.

1 marzo, 2004

En septiembre del año pasado las acciones de British Sky Broadcasting (BSkyB)
se desplomaron cuando se supo que Rupert Murdoch postulaba a su hijo para CEO
de la compañía de televisión por cable. Sin embargo, unas
semanas más tarde la tormenta se disipó y las acciones volvieron
a subir. ¿Qué fue lo que pasó?

En opinión de Adam Bellow, la definición que da el diccionario de
nepotismo – favoritismo que se exhibe con los miembros de la familia para cargos
y nombramientos – ha sido estrechada por las generaciones modernas hasta limitarla
al siguiente significado: favoritismo hacia los objetivamente incompetentes. “Hemos
llegado a decir, por ejemplo, que no hacemos nepotismo cuando nombramos a un familiar
competente”. Pues nos equivocamos, dice Bellow: “nepotismo es nombrar
a un pariente, sea o no sea competente”.

Ahora bien. ¿Es eso necesariamente negativo? No tiene por qué haber
necesariamente contradicción entre nepotismo y mérito, y tampoco
entre relaciones familiares e incompetencia.

En un estudio reciente publicado en el Journal of Finance los autores descubrieron
que a pesar de la idea estereotipada que existe sobre el nombramiento de miembros
de la misma familia, las empresas familiares casi siempre funcionan mejor que
las no familiares.

Esto no quiere decir que los herederos la tengan fácil. Casi nunca es así.
Se topan con mucho escepticismo sobre sus habilidades y, por lo tanto, sienten
una tremenda necesidad de demostrar que, a pesar de la ventaja de ser de la familia,
son auténticamente valiosos.

James Murdoch seguramente sabía muy bien que su nombramiento provocaría
muchas críticas, mucho escrutinio y probablemente, un alto grado de humillación.
Nadie se expone voluntariamente a ese tipo de tratamiento si no confía
en su capacidad para estar a la altura de las circunstancias.

Pero ¿qué pasó en definitiva en BSkyB luego de un conato
de revolución? Los accionistas aceptaron sugiriendo que, al fin y al cabo,
la realidad supera siempre a las ideas. Porque la verdad sobre el nepotismo es
que – y esto lo dice el autor del libro — aunque se lo objeta en principio, aceptamos
su legitimidad en la mayoría de los casos individuales.

En todo caso, los inversores saben que Rupert Murdoch no se puede dar le lujo
de permitir que a su hijo le vaya mal. Tampoco hay que pensar que sea capaz de
poner en peligro su negocio poniendo en el timón a un hijo incompetente.
Los buenos nepotistas rara vez cometen semejante equivocación. Y cuando
lo hacen, casi siempre salen ellos mismos damnificados. Carl Laemmle perdió
el control de Universal Studios después de regalarle la presidencia a su
hijo en ocasión de su cumpleaños número 21.

Lo cierto es que para que Murdoch hijo se mueva con total independencia, Murdoch
padre debería renunciar a la presidencia del directorio. Si no lo hace,
corre el riesgo de debilitar la función de su vástago al aparentar
dominarlo. Pero por otra parte también hay que verlo desde este ángulo:
es tranquilizador para los accionistas saber que el padre está a mano para
cualquier imprevisto y probablemente no quieran que se aleje.

En definitiva: BSkyB es una empresa Murdoch; los inversores que no se sienten
cómodos con el estilo arbitrario y despótico de Murdoch tienen todo
el derecho de vender sus acciones e irse a otra parte.

En septiembre del año pasado las acciones de British Sky Broadcasting (BSkyB)
se desplomaron cuando se supo que Rupert Murdoch postulaba a su hijo para CEO
de la compañía de televisión por cable. Sin embargo, unas
semanas más tarde la tormenta se disipó y las acciones volvieron
a subir. ¿Qué fue lo que pasó?

En opinión de Adam Bellow, la definición que da el diccionario de
nepotismo – favoritismo que se exhibe con los miembros de la familia para cargos
y nombramientos – ha sido estrechada por las generaciones modernas hasta limitarla
al siguiente significado: favoritismo hacia los objetivamente incompetentes. “Hemos
llegado a decir, por ejemplo, que no hacemos nepotismo cuando nombramos a un familiar
competente”. Pues nos equivocamos, dice Bellow: “nepotismo es nombrar
a un pariente, sea o no sea competente”.

Ahora bien. ¿Es eso necesariamente negativo? No tiene por qué haber
necesariamente contradicción entre nepotismo y mérito, y tampoco
entre relaciones familiares e incompetencia.

En un estudio reciente publicado en el Journal of Finance los autores descubrieron
que a pesar de la idea estereotipada que existe sobre el nombramiento de miembros
de la misma familia, las empresas familiares casi siempre funcionan mejor que
las no familiares.

Esto no quiere decir que los herederos la tengan fácil. Casi nunca es así.
Se topan con mucho escepticismo sobre sus habilidades y, por lo tanto, sienten
una tremenda necesidad de demostrar que, a pesar de la ventaja de ser de la familia,
son auténticamente valiosos.

James Murdoch seguramente sabía muy bien que su nombramiento provocaría
muchas críticas, mucho escrutinio y probablemente, un alto grado de humillación.
Nadie se expone voluntariamente a ese tipo de tratamiento si no confía
en su capacidad para estar a la altura de las circunstancias.

Pero ¿qué pasó en definitiva en BSkyB luego de un conato
de revolución? Los accionistas aceptaron sugiriendo que, al fin y al cabo,
la realidad supera siempre a las ideas. Porque la verdad sobre el nepotismo es
que – y esto lo dice el autor del libro — aunque se lo objeta en principio, aceptamos
su legitimidad en la mayoría de los casos individuales.

En todo caso, los inversores saben que Rupert Murdoch no se puede dar le lujo
de permitir que a su hijo le vaya mal. Tampoco hay que pensar que sea capaz de
poner en peligro su negocio poniendo en el timón a un hijo incompetente.
Los buenos nepotistas rara vez cometen semejante equivocación. Y cuando
lo hacen, casi siempre salen ellos mismos damnificados. Carl Laemmle perdió
el control de Universal Studios después de regalarle la presidencia a su
hijo en ocasión de su cumpleaños número 21.

Lo cierto es que para que Murdoch hijo se mueva con total independencia, Murdoch
padre debería renunciar a la presidencia del directorio. Si no lo hace,
corre el riesgo de debilitar la función de su vástago al aparentar
dominarlo. Pero por otra parte también hay que verlo desde este ángulo:
es tranquilizador para los accionistas saber que el padre está a mano para
cualquier imprevisto y probablemente no quieran que se aleje.

En definitiva: BSkyB es una empresa Murdoch; los inversores que no se sienten
cómodos con el estilo arbitrario y despótico de Murdoch tienen todo
el derecho de vender sus acciones e irse a otra parte.

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