Cadena Fox creció de la mano de American Idol

Fox nació hace 16 años para desafiar a las tres grandes cadenas televisivas de Estados Unidos. Hoy concita la atención de los grandes anunciantes.

16 septiembre, 2003

En los tres meses que finalizaron en junio, Fox generó ganancia operativa
de US$ 29 millones en comparación con una pérdida de US$ 60 millones
en el mismo período el año anterior.
Peter Chernin, presidente de News Corporation y mano derecha de Rupert Murdoch,
atribuye sin titubeos este cambio de suerte al éxito de American Idol,
la versión estadounidense del reality musical británico Pop Idol.
El show, que comenzó a principios de 2002, demostró capacidad para
transformar a una de las cadenas más débiles de Estados Unidos en
aspirante a figurar entre las más dominantes por rating, volumen de audiencia
y ganancias.

Desde su nacimiento American Idol fue creciendo sostenidamente en popularidad
mientras tanto sus finalistas como sus jueces se iban convirtiendo en estrellas.
En una era en que la audiencia de televisión se fragmenta y la mayoría
de los hogares en Estados Unidos puede elegir entre docenas de canales de cable
y satelitales, American Idol ha demostrado una notable capacidad de atraer
a un público verdaderamente masivo. Cada show de la segunda serie atrajo
un promedio de 21 millones de televidentes, según Nielsen Media Research.
La final fue vista pore 38 millones de personas.

Por si fuera poco, el reality ayudó a revivir otros programas: los que
aparecían justo antes o después de las entregas semanales del
show musical.

La incógnita es si logrará seguir generando tanto interés
como hasta ahora. Ejecutivos de Fox creen que el show, que proyectan repetir
todos los años, puede convertirse en un plato fijo de la temporada televisiva.
Un alto ejecutivo lo compara con la elección de Mis América.

Sin embargo, sucesos recientes en Estados Unidos demuestran que un programa
exitoso puede pasarse de revoluciones. El ejemplo lo da la cadena ABC, que logró
un rating nunca antes alcanzado gracias al programa de preguntas y respuestas
Quién quiere ser millonario, pero se desplomó cuando los espectadores
se cansaron.

El público estadounidense ha demostrado ya que su interés en
American Idol también tiene límites. American Juniors,
una imitación con niños participantes, no anduvo ni la mitad de
bien. Y una película filmada con dos de los finalistas de la serie resultó
un soberano fiasco.

En los tres meses que finalizaron en junio, Fox generó ganancia operativa
de US$ 29 millones en comparación con una pérdida de US$ 60 millones
en el mismo período el año anterior.
Peter Chernin, presidente de News Corporation y mano derecha de Rupert Murdoch,
atribuye sin titubeos este cambio de suerte al éxito de American Idol,
la versión estadounidense del reality musical británico Pop Idol.
El show, que comenzó a principios de 2002, demostró capacidad para
transformar a una de las cadenas más débiles de Estados Unidos en
aspirante a figurar entre las más dominantes por rating, volumen de audiencia
y ganancias.

Desde su nacimiento American Idol fue creciendo sostenidamente en popularidad
mientras tanto sus finalistas como sus jueces se iban convirtiendo en estrellas.
En una era en que la audiencia de televisión se fragmenta y la mayoría
de los hogares en Estados Unidos puede elegir entre docenas de canales de cable
y satelitales, American Idol ha demostrado una notable capacidad de atraer
a un público verdaderamente masivo. Cada show de la segunda serie atrajo
un promedio de 21 millones de televidentes, según Nielsen Media Research.
La final fue vista pore 38 millones de personas.

Por si fuera poco, el reality ayudó a revivir otros programas: los que
aparecían justo antes o después de las entregas semanales del
show musical.

La incógnita es si logrará seguir generando tanto interés
como hasta ahora. Ejecutivos de Fox creen que el show, que proyectan repetir
todos los años, puede convertirse en un plato fijo de la temporada televisiva.
Un alto ejecutivo lo compara con la elección de Mis América.

Sin embargo, sucesos recientes en Estados Unidos demuestran que un programa
exitoso puede pasarse de revoluciones. El ejemplo lo da la cadena ABC, que logró
un rating nunca antes alcanzado gracias al programa de preguntas y respuestas
Quién quiere ser millonario, pero se desplomó cuando los espectadores
se cansaron.

El público estadounidense ha demostrado ya que su interés en
American Idol también tiene límites. American Juniors,
una imitación con niños participantes, no anduvo ni la mitad de
bien. Y una película filmada con dos de los finalistas de la serie resultó
un soberano fiasco.

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