Bélgica en dificultades para crear una marca país

Bélgica está compuesta por dos regiones que hablan idiomas diferentes: francés y holandés. Cada una toma iniciativas propias en atracción de capital extranjero y misiones comerciales. Eso dificulta la creación de una marca país.

10 julio, 2006

¿Cómo se hace para crear una marca país – como es el deseo
de muchos empresarios belgas – en un país donde los políticos de
las regiones flamencas buscan permanentemente lograr una mayor autonomía
y hasta la independencia? En verdad, dicen los teóricos del tema, el intento
de desarrollar una fuerte marca país está permanentemente amenazado
por la división entre la mitad francófona de la nación (con
centro en Bruselas) y la mitad flamenca que habla holandés.

En realidad, las disputas lingüísticas (que además son culturales
e históricas) son responsables también del fracaso de varios gobiernos
e imposibilitan los esfuerzos conjuntos para promover el país en el extranjero.
Bélgica tiene tres regiones que emprenden misiones comerciales por su cuenta
y hasta compiten entre sí por atraer inversiones extranjeras.

Como son los gobiernos regionales y no el nacional el que promueve la inversión
extranjera se hace cada vez más difícil para el gobierno federal
conseguir dinero para un proyecto como el de dar nueva vida a una marca.
Para Simon Anholt, autor of Brand America: The mother of all brands, la
marca belga es un escándalo. Como resultado de las divisiones políticas
el valor de la marca país es prácticamente nulo. La ciudad de Bruselas
tiene, ella sola, mucha más identidad internacional gracias a la Unión
europea y a la OTAN.

Junto a la firma de consultoría Brand Finance, Anholt calculó
que la marca Bélgica tendría un valor de unos US$ 456.000 millones
or US$ 43.864 per cápita. Esto es inferior a otros países europeos
medianos, como los Países Bajos ((US$ 792.000 millones o US$ 48.762 per
cápita), Suiza (US$ 558.000 millones o US$ 75.621 per cápita). Bélgica
va también muy por detrás de Estados Unidos (US$ 17,8 billón
-millón de millones- o US$ 60.963 per cápita) y de socios europeos
como Alemania (US$ 4,5 billón o US$ 55.449), Gran Bretaña (US$ 3,4
billón o US$ 58.492 per cápita) y Francia (US$ 2,9 billón
o US$ 48.714 per cápita).

Peter van Ham, investigador del Netherlands Institute of International Relations,
cree que no tener una reputación internacional, o tener una no muy buena,
es una dificultad seria para estados competitivos en el terreno internacional.
“A un Estado sin marca se le hace difícil concitar atención
política y económica. Imagen y reputación se convierten así
en partes esenciales de la estrategia de una Estado. “Como los productos,
los Estados con marca dependen de la confianza y satisfacción del cliente”,
dice.

¿Cómo se hace para crear una marca país – como es el deseo
de muchos empresarios belgas – en un país donde los políticos de
las regiones flamencas buscan permanentemente lograr una mayor autonomía
y hasta la independencia? En verdad, dicen los teóricos del tema, el intento
de desarrollar una fuerte marca país está permanentemente amenazado
por la división entre la mitad francófona de la nación (con
centro en Bruselas) y la mitad flamenca que habla holandés.

En realidad, las disputas lingüísticas (que además son culturales
e históricas) son responsables también del fracaso de varios gobiernos
e imposibilitan los esfuerzos conjuntos para promover el país en el extranjero.
Bélgica tiene tres regiones que emprenden misiones comerciales por su cuenta
y hasta compiten entre sí por atraer inversiones extranjeras.

Como son los gobiernos regionales y no el nacional el que promueve la inversión
extranjera se hace cada vez más difícil para el gobierno federal
conseguir dinero para un proyecto como el de dar nueva vida a una marca.
Para Simon Anholt, autor of Brand America: The mother of all brands, la
marca belga es un escándalo. Como resultado de las divisiones políticas
el valor de la marca país es prácticamente nulo. La ciudad de Bruselas
tiene, ella sola, mucha más identidad internacional gracias a la Unión
europea y a la OTAN.

Junto a la firma de consultoría Brand Finance, Anholt calculó
que la marca Bélgica tendría un valor de unos US$ 456.000 millones
or US$ 43.864 per cápita. Esto es inferior a otros países europeos
medianos, como los Países Bajos ((US$ 792.000 millones o US$ 48.762 per
cápita), Suiza (US$ 558.000 millones o US$ 75.621 per cápita). Bélgica
va también muy por detrás de Estados Unidos (US$ 17,8 billón
-millón de millones- o US$ 60.963 per cápita) y de socios europeos
como Alemania (US$ 4,5 billón o US$ 55.449), Gran Bretaña (US$ 3,4
billón o US$ 58.492 per cápita) y Francia (US$ 2,9 billón
o US$ 48.714 per cápita).

Peter van Ham, investigador del Netherlands Institute of International Relations,
cree que no tener una reputación internacional, o tener una no muy buena,
es una dificultad seria para estados competitivos en el terreno internacional.
“A un Estado sin marca se le hace difícil concitar atención
política y económica. Imagen y reputación se convierten así
en partes esenciales de la estrategia de una Estado. “Como los productos,
los Estados con marca dependen de la confianza y satisfacción del cliente”,
dice.

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