Aprender a comprar bien

No son muchas las personas que compran con sabiduría. Y muchas veces la técnica de ensayo y error puede resultar costosa en más de un sentido.

7 septiembre, 2000

Sea un comprador inteligente, un programa desarrollado por el Chicago Promotion Group, procura terminar con la compra al tun tun educando a los compradores desde la niñez.

El programa combina actividades en el aula con lecciones en los supermercados para niños en edades que van desde el jardín de infantes hasta sexto grado.

El programa fue creado hace cuatro años para Giant Eagle (Pittsburg), una cadena que opera 182 supermercados en Pennsylvania, Ohio y West Virginia.

Coordinado por minoristas de área, el programa enseña a los niños a aplicar a las compras sus conocimientos de matemáticas y lenguaje. Los supermercados locales aportan casi todo el dinero para el programa.

Para las actividades en clase, los maestros usan materiales provistos por la organización; los paseos por los supermercados se realizan con la supervisión de los empleados, que previamente han sido capacitados en el programa.

El material también es enviado a las casas de los niños para que los padres ayuden a reforzar los conocimientos adquiridos en el curso.

Susan Klembort, presidenta del Chicago Promotion Group, menciona algunos de los puntos que integran las lecciones:

• Cuando miran los precios, no basta ver que un producto cuesta más que otro y comprar el más barato.

• Usando la división simple, comparen los precios tomando en cuenta cantidades equivalentes; por ejemplo, el precio de un kilo frente al precio de un kilo y medio.

• La góndola de los cereales ofrece una gran oportunidad para que los alumnos aprendan a leer las etiquetas con información nutricional. Pueden mirar el contenido de azúcar en sus cereales predilectos y enterarse de cuánta azúcar están comiendo con cada ración.

• En la sección verdulería los niños aprenden sobre la increíble cantidad de frutas y vegetales en venta.

Los instructores animan a los niños a experimentar con productos que les resultan menos familiares. Esta sección también les enseña sobre cómo la estacionalidad de los productos afecta sus precios.

“Una de las cosas que remarcamos es que los alimentos no son ni buenos ni malos, pero que es importante tener una dieta saludable y bien balanceada”, dice Kleinbort.

“El programa genera una situación en la que tanto las empresas como las escuelas tienen algo que ganar”, añade Kleinbort.

Y finaliza: “En lugar de limitarse a hacer un cheque, los supermercados ven cómo su dinero beneficia directamente a la gente de su comunidad. Además, esos niños son la próxima generación de compradores”.

Sea un comprador inteligente, un programa desarrollado por el Chicago Promotion Group, procura terminar con la compra al tun tun educando a los compradores desde la niñez.

El programa combina actividades en el aula con lecciones en los supermercados para niños en edades que van desde el jardín de infantes hasta sexto grado.

El programa fue creado hace cuatro años para Giant Eagle (Pittsburg), una cadena que opera 182 supermercados en Pennsylvania, Ohio y West Virginia.

Coordinado por minoristas de área, el programa enseña a los niños a aplicar a las compras sus conocimientos de matemáticas y lenguaje. Los supermercados locales aportan casi todo el dinero para el programa.

Para las actividades en clase, los maestros usan materiales provistos por la organización; los paseos por los supermercados se realizan con la supervisión de los empleados, que previamente han sido capacitados en el programa.

El material también es enviado a las casas de los niños para que los padres ayuden a reforzar los conocimientos adquiridos en el curso.

Susan Klembort, presidenta del Chicago Promotion Group, menciona algunos de los puntos que integran las lecciones:

• Cuando miran los precios, no basta ver que un producto cuesta más que otro y comprar el más barato.

• Usando la división simple, comparen los precios tomando en cuenta cantidades equivalentes; por ejemplo, el precio de un kilo frente al precio de un kilo y medio.

• La góndola de los cereales ofrece una gran oportunidad para que los alumnos aprendan a leer las etiquetas con información nutricional. Pueden mirar el contenido de azúcar en sus cereales predilectos y enterarse de cuánta azúcar están comiendo con cada ración.

• En la sección verdulería los niños aprenden sobre la increíble cantidad de frutas y vegetales en venta.

Los instructores animan a los niños a experimentar con productos que les resultan menos familiares. Esta sección también les enseña sobre cómo la estacionalidad de los productos afecta sus precios.

“Una de las cosas que remarcamos es que los alimentos no son ni buenos ni malos, pero que es importante tener una dieta saludable y bien balanceada”, dice Kleinbort.

“El programa genera una situación en la que tanto las empresas como las escuelas tienen algo que ganar”, añade Kleinbort.

Y finaliza: “En lugar de limitarse a hacer un cheque, los supermercados ven cómo su dinero beneficia directamente a la gente de su comunidad. Además, esos niños son la próxima generación de compradores”.

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