Anunciantes, algo para estudiar

Aquello que hace que la gente se interese por los cursos masivos online a nivel universitario, se parece mucho a lo que hace que la gente se interese por productos o servicios. De modo que allí hay un modelo para imitar.

17 enero, 2013

Hace ya tiempo que varias universidades del mundo han abierto sus clases para ponerlas a disposición de quien quiera verlas en la web. Pero los que proliferan hoy vienen con una modificación: se encuentran a mitad de camino entre educación universitaria, medios sociales y aprendizaje colectivo, todo mezclado  con una medida de contacto con el mundo real. En inglés se los conoce como MOOC: Massive Online Open Courses.
En Estados Unidos hay tres grandes jugadores, pero aparecen nuevos constantemente.  La página web de Coursera tiene un total de 2 millones de personas “asistiendo†a cursos, y sólo empezó a mediados de 2012. .

Todos estos cursos se han asociado a universidades importantes: Stanford, Harvard y MIT, por mencionar algunas. El tipo de clases que ofrecen es amplio, pero hay muchas dedicadas a ciencia y tecnología. Hasta ahora, quien termina el curso obtiene un certificado pero no está avalado por la universidad asociada. Eso, sin embargo, podría cambiar  en poco tiempo más.

Sus defensores dicen que están dando lugar a una nueva era en educación. Sus detractores, que contribuirán a diluir la educación, a recortar el financiamiento y a eliminar la interacción personal entre profesor y alumno.
Más allá de cuál de los dos bancos tenga razón, es interesante analizar quién se anota en esos cursos y por qué. A primera vista, se observa que son estudiantes universitarios y profesionales con empleo que están buscando aumentar sus conocimientos. La gran mayoría, vive fuera de Estados Unidos y quieren tener acceso a profesores de las mejores universidades.

Toda la gente de marketing, dice Marcus Fischer (también de la actividad) puede aprender mucho del modelo de estos cursos y los desafíos que van venciendo. Las marcas quieren posicionarse como universidades o profesores.  Las empresas quieren dar clase sobre sus marcas, experiencias, valores, servicios y productos. ¿Podrán alguna vez crear contenido lo suficientemente interesante como para que la gente quiera “tomar una clase†de una marca?, se pregunta el experto.
 
Lo que en última instancia desea la gente de marketing es que la gente se anote en sus clases para aprender sobre la marca, vivirla y usarla en su vida cotidiana.  Igual que los grupos de estudio  que se forman en la comunidad de estudiantes, que la comunidad de consumidores se reúna para comentar nuestros temas (en las redes sociales). Y así como los MOOC ganan prestigio según las universidades a las que se asocian,  así también los anunciantes desean un caché que atraiga a los consumidores hacia la marca.

Hay otra cosa en común. La gente es muy exigente y voluble. Si el contenido no le gusta, se va. Así como los consumidores se entusiasman rápido, también cambian con velocidad. El punto de referencia que tienen los estudiantes online es la clase tradicional. Por eso habrá que crear nuevos criterios de evaluación. Lo mismo ocurre en marketing: a medida que se desarrollan nuevos tipos de mensajes en nuevas plataformas, los instrumentos de medición que se usan para evaluarlos tendrán también que evolucionar.

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