<strong>El panorama político</strong><br /> <br /> En abril de 2008 se realizarán las elecciones generales (fueron ganadas por Fernando Lugo quien puso fin a medio siglo de hegemonía colorada) . Por primera vez, en 60 años en el poder, el partido Colorado ve amenazada su permanencia. La Concertación Nacional (CN), una coalición de partidos opositores y organizaciones civiles, eligió como candidato al ex obispo Fernando Lugo, que hasta ahora encabeza las encuestas. Pero como ocurre siempre, la oposición de nuevo está dividida. La Concertación ya no es tal. <br /><br /> Dos partidos opositores, Unace y Patria Querida, criticaron la decisión del otro miembro de la CN, el Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA) de ocupar la candidatura a vicepresidente, sin someterlo a consulta. Por otro lado, el presidente Nicanor Duarte Frutos, decidió finalmente dejar en libertad al ex general Lino Oviedo, líder de Unace, como último recurso para restarle apoyo a Fernando Lugo. Oviedo estaba cumpliendo una condena por intento de golpe y tenía otro juicio pendiente con relación al asesinato de Luis María Argaña y la muerte de los jóvenes en marzo de 1999. <br /><br /> En realidad, lo que hará Oviedo es lo que sabe hacer: patear el tablero y hacer su propia campaña para ocupar la presidencia, de la cual, él piensa, le habían despojado en 1998. Pese a que aún no le han sido restituidos sus derechos civiles, ya se lanzó a autoproclamarse “futuro Presidente del Paraguay”. Es obvio que hubo algún acuerdo con Duarte Frutos para lograr su libertad, pero una vez libre, Oviedo es impredecible y puede, si recupera sus derechos, sencillamente “olvidarse” de cualquier acuerdo con el Presidente. Es un juego peligroso para Duarte Frutos.<br /><br /> Por otro lado, existe el peligro de que la candidatura de Fernando Lugo sea impugnada. La razón que esgrime constantemente el gobierno, el partido Colorado y algunos voceros oficiosos es la decisión del Papa Benedicto XVI de no liberar a Lugo de su condición de obispo, pese a su expresa renuncia al obispado. Si eso ocurriera, sería la primera vez que prima el derecho canónico sobre el derecho de gentes. Pero con una corte suprema con fuerte inclinación a favorecer al poder ejecutivo, no sería nada extraño que encuentre algún atajo legal para hacerlo. De todos modos, en Paraguay la ley está hecha para ser “interpretada”, de modo que favorezca a los intereses del poder.<br /><br /> Pero no todo está dicho, aún faltan ocho meses para las elecciones y muchas cosas pueden suceder. Lo que se ha puesto en evidencia es la enorme preocupación del partido Colorado ante la posibilidad de perder el poder. Los discursos airados, agresivos e irreverentes de Duarte Frutos lo demuestran. Y el ánimo general en los círculos de poder lo confirman. ¿Por qué un partido que se manifiesta más democrático que nadie, popular y defensor del pueblo, tiene terror a perder el poder?<br /> Hay una sola explicación: fueron 60 años de ejercicio de ese poder; cómplices no arrepentidos de una sangrienta dictadura, que se dedicaron a expoliar al país con total impunidad, donde sus dirigentes se enriquecieron de una manera desvergonzada, que mantuvieron al pueblo en la pobreza y la ignorancia, y que usaron el poder sólo para su propio beneficio.<br /> El temor radica en que pueden ser llamados a rendir cuentas de todas esas tropelías y que una Justicia independiente ponga fin a la impunidad de la que siempre disfrutaron y sean juzgados por sus actos. Aunque quizá todo eso sólo sea una expresión de deseo. <br /> <br /> <em>(*) Julio Blanco es un periodista paraguayo, editor de Informe Latinoamericano, de Latin American Newsletters de Londres.</em>
<strong>El <em>boom </em>de la soja</strong><br /><br />La superficie sembrada de soja creció de 550.000 hectáreas en 1991, a casi 2.000.000 de hectáreas en 2004, y Paraguay se convierte en el cuarto mayor exportador de soja, detrás de Estados Unidos, Brasil y la Argentina. El Estado ahora tiene reservas por US$ 2.200 millones, con una deuda externa de US$ 2.100 millones. Sin embargo, la mayor parte de la producción de soja está en manos de empresarios brasileños, que han comprado tierras y sembrado en territorio paraguayo cercano a sus fronteras. El resultado es que 2% de los grandes productores poseen 74% de la tierra cultivable.<br /><br />Si bien los datos económicos no son muy confiables, pueden dar una idea aproximada. El nivel de pobreza se calcula entre 37% a 42% y el desempleo abierto en 16% y si se le suma el subempleo, en 22%. Uno de los síntomas de la realidad de esos datos es el continuo éxodo de la población en edad de trabajar, hacia dos destinos centrales: la Argentina y España.<br />En síntesis, desde finales del siglo 19, la economía de Paraguay ha estado determinada por la relación con sus grandes vecinos, Brasil y la Argentina. No sólo en la economía formal. Los mercados de esos países son funcionales para el florecimiento del contrabando en el Paraguay. Es evidente que, desde hace décadas, el destino del contrabando a través de Paraguay fueron los consumidores de Brasil o la Argentina.<br /><br /><strong>Mercosur y los intentos de renegociar</strong><br /><br />El presidente Nicanor Duarte, cuando la Cumbre del Mercosur, en enero de 1997, logró que el presidente brasileño Lula da Silva prometiera la revisión de las elevadas tasas de interés que Paraguay debe pagar sobre su deuda de US$16 mil millones de Itaipú, que viene de la época de su construcción. La deuda fue dolarizada en 1997, con 7,5% de interés, vinculada al índice de inflación de EE.UU. Lula insistió que el acuerdo inicial, por el cual Paraguay se comprometía a vender a Brasil la energía que no utiliza, no estaba sujeto a ninguna modificación, es decir, era intocable. Por tanto, lograr que Brasil renegocie los términos del tratado será una ardua tarea. La relación con Brasil también se vio aún más afectada por el anuncio de que Brasil construiría una valla (o muro) de un kilómetro de largo por tres metros de alto, a lo largo del Río Paraná, en la zona cercana al Puente de la Amistad que une ambos países, cuyo nombre ahora parece una ironía.<br /><br />Con la Argentina también se hicieron intentos, aunque sin ningún resultado, para reducir la deuda por la represa binacional de Yacyretá, de US$ 10.900 millones, a US$ 6.300 millones, a cambio de proveer a Argentina parte de la electricidad que le corresponde a Paraguay, 8.000 GW por año, durante un largo periodo que hasta ahora no ha quedado muy claro, aunque algunos hablan de 40 años.<br /><br />Pese a haber sido uno de sus promotores, la relación de Paraguay con el Mercosur nunca fue satisfactoria. Son más las voces, sobre todo de empresarios, que se elevan en contra del acuerdo regional. Ven el Mercosur como un mecanismo de dominación de los dos grandes socios, la Argentina y Brasil, y no les falta cierta razón. Hasta ahora, junto con Uruguay, Paraguay es uno de los socios menores a los que siempre se ha dejado de lado, donde las asimetrías han existido desde su origen y que hasta ahora no han sido superadas. Al contrario, las trabas que existen para la exportación de productos paraguayos a la Argentina son variadas, pero permanentes. En algunos casos, porque esos productos no cumplen con las normas establecidas, pero en la mayoría por razones inventadas.<br /><br />Una muestra del ánimo existente en ciertos sectores en Paraguay lo da el editorial del diario <em>La Nación</em>, de Paraguay, durante la reunión semestral de junio de 2007 de los Presidentes del Mercosur: <em>“Brasil y Argentina prometieron muchas cosas para forjar el bloque […] Paraguay cumplió su parte mejor que nadie, sin obtener nada de lo que justificaba aquellos renunciamientos, sino que debió sufrir crecientes restricciones a su comercio, como el insólito y hostil bloqueo brasileño a Ciudad del Este; el menosprecio de los reclamos sobre los ajustes en las entidades binacionales de energía eléctrica; las restricciones al tránsito de productos paraguayos por Argentina […] Los resultados prácticos de Mercosur son para Paraguay simplemente desoladores […] Mercosur no le sirve al Paraguay, aunque beneficie a sus gobernantes. En su incansable esfuerzo propagandístico, Duarte Frutos no puede exhibir hoy un solo indicador satisfactorio para Paraguay en Mercosur.”</em><br /><strong><br />¿Terrorismo islámico o Mercosur paralelo?</strong><br /><br />Desde hace mucho tiempo, distintas fuentes vienen afirmando que Ciudad del Este y, en general, la zona de la Triple Frontera, donde se unen Paraguay, Brasil y la Argentina, es una especie de zona franca para los terroristas árabes. Luego de los ataques terroristas del 11 de setiembre de 2001 sobre Estados Unidos, algunos asesores del Pentágono consideraron la zona como un posible blanco para una intervención. Lo cierto es que la comunidad árabe es numerosa en la zona, y muchos de ellos colaboran en dinero con el Hezbollah, pero lo justifican diciendo que se trata de un partido legal en el Líbano y que sus donaciones van dirigidas a sociedades legales de ayuda a víctimas de la guerra y sus familiares. Lo cierto es que no se han hallado pruebas concretas de actividad terrorista. Sin embargo, la Triple Frontera ha servido para el tráfico de drogas y de armas que iban a parar a manos de las bandas que operan en Brasil. <br /><br />De hecho, hay un Mercosur paralelo que funciona de manera más eficiente. Luego del arresto en junio de este año en la frontera con Brasil, de Edgar Dos Reis Almeida, uno de los jefes de la droga en Brasil, el jefe de la Senad, la agencia antidrogas de Paraguay, Hugo Castro Ibarra, dijo que Almeida enviaba a Brasil unos 200 kilogramos de cocaína y “toneladas” de marihuana por mes. Poco después, la policía paraguaya interceptó un camión que iba con el mismo destino, con un cargamento de más de 10 toneladas de marihuana. La marihuana es producida principalmente en los departamentos de Amambay y Canindeyú, próximos a la frontera con Brasil. Y la historia sigue igual, desde hace décadas. Más que terrorismo, lo que existe es el Mercosur del crimen organizado.
Pero es bueno saber lo que piensa el cuarto miembro de la sociedad. A finales de 2007 –hace 16 meses- , Mercado publicó esta nota que mantiene singular vigencia.<br />
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El Mercosur no ha provisto a Paraguay de los beneficios esperados. Las asimetrías continúan presentes. Los dos grandes socios, Brasil y la Argentina, siguen imponiendo su agenda propia. Y la pobreza, el desempleo y la desigualdad social que imperan en el país mediterráneo se han convertido ya en una presencia o destino aceptado con resignación. <br />
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En 1862, asume la presidencia de Paraguay, Francisco Solano López. Durante su gobierno mantuvo, en líneas generales, las políticas de desarrollo y apertura económica de su padre, Carlos Antonio López. Fue elevado al grado de mariscal, y se dedicó a preparar y equipar un poderoso ejército. Deseaba dotar al país de los medios para contrarrestar el peso de sus grandes vecinos, Brasil y la Argentina, que vieron en ese crecimiento económico y en el poderoso ejército, un peligro para la estabilidad de la región. Y fueron precisamente esos países, junto con Uruguay, quienes se unieron en el Tratado de la Triple Alianza y declararon la guerra a Paraguay, como reacción ante una torpe y agresiva acción de Solano López ocupando Corrientes, en la Argentina, para usar su territorio e ir en auxilio de Uruguay, amenazado por Brasil. Más de un siglo después, esos mismos países formarían con Paraguay otro tipo de alianza, el Mercosur.<br />
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La Guerra de la Triple Alianza fue en realidad una guerra de exterminio. Duró cinco años (1865-1870) y dejó diezmada la población del país. El mariscal López, al frente de lo que quedaba de su ejército, en Cerro Corá, se niega a rendirse y es muerto por las tropas brasileñas. Es el acto final de la guerra. A su término, las tropas ocupan el país y los grandes capitales argentinos y brasileños, asociados con capitales ingleses adquirieron (a bajos precios) enormes extensiones de tierras fiscales, iniciando una explotación descontrolada de los recursos naturales. Las secuelas de esa guerra y sus efectos económicos han durado en el tiempo.<br />
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En el período que siguió a la guerra hacen su aparición en el escenario dos fuerzas políticas que se turnarían en el poder hasta 1936: el partido Colorado y el partido Liberal. Ambos integrados por sectores populares, básicamente campesinos, aunque sus líderes –o caudillos– pertenecían a la gran burguesía de terratenientes y hacendados.<br />
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Desde 1932, hasta 1935, se desata la Guerra del Chaco, por el control de esa región donde se pensaba que había petróleo y, según otros historiadores, por el acceso al río Paraguay, que Bolivia necesitaba luego de perder su acceso al mar durante la Guerra del Pacífico de 1879.<br />
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Al final de la Guerra del Chaco, Paraguay fue escenario de levantamientos, revueltas y asonadas, con gobiernos de uno u otro color, que finalizaron en una cruenta revolución, en 1947, encabezada por militares institucionalistas, el Partido Liberal, el Partido Comunista y el Partido Febrerista (creado al finalizar la Guerra del Chaco) contra el gobierno del general Higinio Morínigo.<br />
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La revolución fue sofocada y se inicia el acceso ininterrumpido al poder del partido Colorado, en el que se apoyó el general Morínigo. Desde ese año, 1947, hasta casi nuestros días, el partido Colorado se mantuvo en el poder, lo que marca un verdadero récord de permanencia. Marca también la división de la nación en oficialistas (partido Colorado) y opositores (los demás).<br />
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<strong>Stroessner y su secuela</strong><br />
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En 1954, con un golpe de estado el general Alfredo Stroessner tomó el poder, con ayuda de un sector del partido Colorado opuesto a la facción en el Gobierno. Instauró un régimen dictatorial, apoyado por el ejército y por todo ese partido. Incluso llegó a recibir en el país a ex jerarcas nazis, hacia quienes sentía una marcada simpatía y a quienes proveyó de documentación paraguaya. Se dedicó con saña a perseguir a todos los opositores, sin ninguna distinción, recurriendo al destierro, cárcel, torturas y muertes. Se mantuvo en el poder hasta 1989, resistiendo hasta entonces todos los intentos por derrocarlo.<br />
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El orden impuesto por Stroessner logró afianzar a ciertos sectores económicos leales a su régimen, que progresaron sobre la base de una extraña mezcla de proyectos empresariales legales y una descarada ilegalidad, tolerada y fomentada por el Gobierno. Con el contrabando floreciendo de manera abierta, al cual el propio Stroessner calificaba como “<em>el precio de la paz</em>”. Fue un precio muy alto, que Paraguay aún está pagando.<br />
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Su gran obra fue la represa de Itaipú, una hidroeléctrica binacional en sociedad con Brasil, que creó cierta bonanza en el país, pero que sirvió sobre todo para enriquecer a un sector de empresarios vinculados al Gobierno y que se conocerían luego como los “Barones de Itaipú”. El contrato firmado con Brasil fue leonino; establecía que Paraguay “vendería” a Brasil toda la energía eléctrica que no usara a un precio muy por debajo de los precios internacionales. Esa situación sigue hasta la fecha y es un motivo de permanente discusión con Brasil.<br />
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Fue otro militar, el general Andrés Rodríguez, quien logra derrocar a Stroessner en 1989, luego de 35 años en el poder. Rodríguez había estado en la mira de Estados Unidos por estar implicado en el contrabando en general y, en particular, con el tráfico de drogas. Pero le dieron luz verde: estaba terminando la era de los dictadores en América latina. Rodríguez pone en práctica una serie de medidas de carácter democrático, y el 26 de marzo de 1991 firma el Tratado de Asunción, que da inicio formal al Mercado Común del Sur, Mercosur, no tanto por su interés en un bloque regional, sino por su necesidad de contar con un marco de gobiernos favorables en la región.<br />
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En 1993 se realizan elecciones, y de nuevo triunfa el partido Colorado, con uno de los “Barones de Itaipú”, el ingeniero Juan Carlos Wasmosy como Presidente.<br />
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En 1998, triunfa otro colorado, Raúl Cubas, que suplanta al general Lino Oviedo, el candidato original, impugnado y enjuiciado por un intento de golpe.<br />
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En marzo de 1999, el vicepresidente de Cubas, Luis María Argaña, es asesinado en un atentado. Se producen manifestaciones de repudio, culpan al Gobierno y en especial a Oviedo, a quien Cubas dejó en libertad. En las manifestaciones de protesta son asesinados a tiros siete jóvenes, y hubo centenares de heridos. Cubas se ve forzado a renunciar y Oviedo huye del país. Reemplaza a Cubas el presidente del Congreso, Luis Ángel González Macchi, que preside un Gobierno marcado por la ineficiencia, la corrupción y la impunidad. Tan corrupto era que el propio presidente utilizaba un automóvil que había sido robado en Brasil. Al término de su mandato fue juzgado, sentenciado y finalmente dejado en libertad.<br />
En 2003, otro colorado, Nicanor Duarte Frutos asume la presidencia, pero con un Congreso bajo el dominio de la oposición, que condicionó en gran medida a su Gobierno. Sigue cierta apertura, con la incorporación de algunos opositores en cargos antes reservados a miembros del partido Colorado. No obstante, el ejecutivo continúa teniendo un fuerte control sobre la economía.