Estancamiento y conflicto en el mercado laboral

El mercado laboral mostró un lento dinamismo durante todo el 2008, transformado en estancamiento hacia el último trimestre del año, producto de la desaceleración de la actividad económica.

3 febrero, 2009

<p>La conflictividad laboral se increment&oacute; notablemente, con se&ntilde;ales de despidos y suspensiones en algunos sectores de la econom&iacute;a y al comp&aacute;s de algunos cortocircuitos en la relaci&oacute;n sindicatos-gobierno.</p>
<p>Los salarios nominales continuaron en alza, sobre todo en el tramo informal hacia fin de a&ntilde;o, producto de un mayor dinamismo en este mercado por la incertidumbre econ&oacute;mica. Independientemente de esto &uacute;ltimo, persisten los problemas de cobertura de las necesidades b&aacute;sicas para gran parte de los trabajadores, mal que se acentuar&aacute; a lo largo de 2009.<br />
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Lo cierto es que la evoluci&oacute;n de los indicadores laborales durante 2008 no ha sido inmune a la desaceleraci&oacute;n sufrida por la actividad econ&oacute;mica durante el a&ntilde;o, como consecuencia tanto de factores internos como de <em>shocks</em> externos. La tasa de desocupaci&oacute;n se estanc&oacute; en valores cercanos a 8,5%, estimando que cerrar&aacute; el a&ntilde;o en 8,7%, por encima del valor del cuarto trimestre de 2007. <br />
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Este comportamiento tambi&eacute;n se refleja en la cantidad de poblaci&oacute;n desocupada en los centros urbanos, que seg&uacute;n datos del tercer trimestre de 2008 se habr&iacute;a mantenido en valores similares a los registrados en igual per&iacute;odo del a&ntilde;o anterior, lo cual implicar&iacute;a cerca de 1,2 millones de desocupados urbanos.<br />
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Vale destacar que resulta llamativa la evoluci&oacute;n de la tasa de actividad, la cual se redujo levemente entre el tercer trimestre de 2008 y el mismo del a&ntilde;o 2007, al pasar de 46,3 a 45,9 %, al tiempo que la tasa de empleo (ocupados sobre poblaci&oacute;n total) se mantuvo inalterada, en el orden de 42%. Asimismo, al tercer trimestre de 2008 tampoco se hab&iacute;a advertido un descenso en la tasa de subocupaci&oacute;n -tanto demandante como no demandante- sino m&aacute;s bien un ligero incremento respecto el mismo per&iacute;odo del a&ntilde;o anterior, al pasar de 5,8 a 6,3 %.<br />
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La menor capacidad de la econom&iacute;a para crear nuevos puestos de trabajo durante el 2008 tambi&eacute;n se advierte al observar el comportamiento de la elasticidad empleo-producto, la cual ha descendido a lo largo del a&ntilde;o para ubicarse en 0,03 puntos en el tercer trimestre, indicando que el crecimiento de 6,5% del PIB en dicho trimestre no tuvo efectos en t&eacute;rminos de la ocupaci&oacute;n. <br />
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Dicho en otros t&eacute;rminos: no se generaron nuevos puestos de trabajo en el tercer trimestre de 2008 respecto al mismo de 2007. El comportamiento decreciente de la elasticidad se explica por la evoluci&oacute;n de la variaci&oacute;n del empleo, la cual mostr&oacute; tasas positivas aunque decrecientes en los sucesivos trimestres, en el marco de un PIB creciendo a un menor ritmo. <br />
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En cuanto a la generaci&oacute;n de empleo formal, lamentablemente las estad&iacute;sticas oficiales referidas a la cantidad de puestos de trabajo formales solo llegan al primer trimestre de 2008, y dan cuenta de una reducci&oacute;n de 1% respecto del cuarto trimestre de 2007 y un incremento de 6% respecto del primer trimestre de 2007. Sin embargo, el enfriamiento de la econom&iacute;a podr&iacute;a haber afectado de generaci&oacute;n de nuevos puestos, raz&oacute;n por la cual esta cifra deber&iacute;a tomarse como mera aproximaci&oacute;n (holgada por cierto) de lo ocurrido durante el a&ntilde;o. <br />
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De esta forma se estima que el a&ntilde;o 2008 habr&iacute;a finalizado con poco m&aacute;s de 6,7 millones de puestos formales, superando escasamente el valor de cierre del a&ntilde;o 2007. Estos datos refuerzan la idea de desaceleraci&oacute;n del empleo y la p&eacute;rdida de fuerza de la econom&iacute;a para generar empleos en general y formales en particular. Tal como se aprecia en el gr&aacute;fico, la tasa de crecimiento de los puestos formales ha venido disminuyendo a&ntilde;o a a&ntilde;o desde el 2003 en adelante.<br />
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<p><strong>Perspectivas 2009</strong></p><p>El año que comienza planteará numerosos desafíos en términos de política laboral. Factores internos y externos derivados de la crisis internacional han erosionado la capacidad de la economía de mantener el ritmo de creación de empleo observado en años anteriores. El escenario de menor crecimiento del producto –estimado en 3% para el 2009- y menores exportaciones probablemente derive en una reducción de salarios y un leve incremento de la desocupación, que se ubicaría en torno a 9,5%. <br /><br />A estas dificultades se suman las propias y estructurales del mercado laboral argentino, tales como la segmentación y elevada informalidad.<br /><br />En medio de un año electoral, la política se centrará en tratar de paliar los efectos a corto plazo de la crisis, pero difícilmente logre configurar una estrategia que permita recuperar el sendero de crecimiento sostenible del empleo, con inclusión de los trabajadores desprotegidos y incrementos en la calidad de los puestos generados.</p><p><strong>Implicancias sociales</strong></p><p>El 2008 fue el año de las crisis internacionales. En la primera mitad del año fue la “crisis de los commodities”, que implicó el aumento del precio de los productos alimentarios y del petróleo a nivel mundial. Así, entre mayo de 2008 e igual mes del 2006 los precios internacionales de los alimentos llegaron a duplicarse en términos nominales. Los efectos de la crisis para Argentina fueron dispares, pues aun siendo un exportador neto de alimentos, lo cierto es que el precio interno de los mismos creció notablemente, sumado al impacto interno de importar combustible más caro.<br /><br />Los efectos de la crisis se trasmiten a los pobres mediante diversos canales. Por un lado, los mayores precios de los alimentos afectan directamente el presupuesto de consumo de las familias reduciendo el ingreso real, ya que la población pobre es la más afectada por las subas pues el gasto en alimentos representa una alta proporción de su ingreso. Por otro lado, el aumento en los precios de los combustibles y la energía supone mayores costos de producción de bienes y servicios (entre estos principalmente el transporte público de pasajeros, el cual afecta particularmente a las personas de ingresos medios bajos) y en el costo de la energía en el hogar (por ejemplo el valor de la garrafa de gas, usada en los hogares pobres). <br /><br />Promediando el año, la economía mundial sufrió otro traspié, producto de una crisis financiera de gran magnitud. Esta crisis llegó justo cuando la mayoría de los países todavía estaban luchando contra los efectos de la crisis de los commodities. La crisis golpeará a los grupos vulnerables a través del canal del mercado laboral, con menores ingresos salariales, recortes de personal y ampliación de la contratación informal.<br /><br />La consecuencia es que los pobres se han vuelto más pobres –es decir, se ha incrementado la brecha de pobreza– al tiempo que se incrementó el riesgo de caer en situación de pobreza. Dicho en otros términos: la pobreza en Argentina posiblemente se encuentre más cerca de 30% que del 18% estimado por las estadísticas oficiales. Esto deriva en un incremento de la vulnerabilidad social, acompañado por un mayor riesgo de desnutrición y malnutrición infantil.<br /><br />Este marco obligará a profundizar en el año que se inicia las medidas de política social que generen redes de contención para la población vulnerable y que permitan a las familias a contrarrestar los efectos de la crisis, particularmente en términos de salud y educación de los miembros del hogar.</p><p><br /> </p>

Por su parte, también se observó un menor ritmo en la dinámica laboral industrial, donde el índice de obreros ocupados (IOO) publicado por el INDEC da cuenta de una desaceleración iniciada en el tercer trimestre de 2007 y que se prologa durante 2008, aunque siempre manteniendo tasas positivas de variación interanual. <br />
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Por su parte, el indicador de horas trabajadas en la industria mantuvo en los nueves primeros meses del año un comportamiento similar al observado en igual período del año 2007, con lo cual parecería que la relativa menor dinámica del empleo no tuvo su ajuste por incremento de horas trabajadas sino que por el contrario, las horas trabajadas en la industria podrían haberse reducido en el último trimestre del año.<br />
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A esta altura vale destacar que en los últimos dos meses de 2008 se desencadenaron ajustes en el mercado de trabajo producto de un estancamiento de la demanda laboral, el cual derivó en un aumento de los despidos y las suspensiones, a la vez que numerosas empresas adelantaron las vacaciones del personal y disminuyeron las horas extras. <br />
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De acuerdo a los indicadores de conflictividad laboral que elabora la consultora Tendencias Económicas, durante 2008 se observa un fuerte crecimiento en el número de despidos y suspensiones respecto a los valores registrados en el año 2007. De esta forma, la conflictividad incrementó la cantidad de huelgas realizadas por diversos sectores de la economía, en respuesta a la mayor vulnerabilidad de los trabajadores ante <em>shocks</em> de este tipo.
<p><strong>Subas salariales</strong></p>
<p>La puja salarial disputada en la primera mitad del año 2008 tuvo como resultado incrementos en diversos sectores y ramas productivas, los cuales alcanzaron en promedio subas de 21%, si bien con diferenciales de magnitud de acuerdo a la performance del sector y el convenio colectivo correspondiente. Los trabajadores formales percibieron una suba promedio de 18% respecto al valor final de 2007 y los empleados públicos un incremento de 20% interanual. Por su parte, se observó una mejora mas pronunciada en las remuneraciones de los trabajadores del segmento informal –de 38% anual, aunque vale destacar que dichos aumentos parten de salarios muy inferiores a los que reciben sus pares que sí se encuentran registrados en la seguridad social.<br />
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La agudización de la presiones por una mejora en los ingresos de los trabajadores llevó a que hacia mediados de año se acordara una suba del salario mínimo vital y móvil (SMVM), la cual se instrumentó en dos etapas: un primer aumento de 22% (pasando de $980 a $1.200) en el mes de julio y un segundo incremento de 3% (alcanzando $1.240) en el mes de diciembre. Sin embargo, se estima que el aumento ha tenido bajo impacto sobre el esquema de remuneraciones debido a que gran parte de los trabajadores alcanzados por convenios colectivos ya se encontraba percibiendo un salario conformado superior al mínimo. Sumado a que los asalariados informales encuentran dificultades para lograr que sus empleadores respeten el mínimo establecido. <br />
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Más allá de su incidencia en términos de escala salarial, resulta interesante analizar el impacto en términos de indicadores de pobreza. De esta forma, si se compararan los valores del SMVM y los de la canasta de pobreza publicada por INDEC para una familia tipo de dos adultos y dos niños menores, la cobertura del salario mínimo es de 100%. <br />
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Sin embargo, los valores de dicha canasta se encuentran afectados por efecto de la subestimación de incrementos de precios por parte del IPC. Entonces, si se ajusta la canasta según la evolución de los IPC provinciales se obtiene un valor para una familia tipo de $1.365, el cual se encuentra por encima del salario mínimo de $1.240. El resultado es que los trabajadores formales y bajo convenio logran cubrir las necesidades básicas de su familia, mientras que aquellos que tienen una inserción laboral informal no logran hacerlo.</p>

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