En el comercio mundial nada resulta inevitable

El libro A Splendid Exchange: How Trade Shaped the World de William J. Bernstein ofrece un relato vivo y colorido del comercio mundial desde el año 3000 AC hasta finales del siglo 19. Su particular virtud es que, a diferencia de mucho de lo escrito sobre la historia económica internacional, no es eurocéntrico.

3 abril, 2009

La gente en gran parte de Asia y partes de Africa ya hab&iacute;a aprendido a hacer ganancias comerciando unos con otros cuando Europa era todav&iacute;a un continente salvaje apenas poblado. El comercio internacional era importante mucho antes de Col&oacute;n y Vasco da Gama. Este ensayo figura entre los mejores del 2008 en la lista confeccionada anualmente por la consultora McKinsey.<br />
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Una de las lecciones que se extraen del libro de Bernstein es que los patrones del comercio eran de todo menos inevitables. En su momento, Malabar, Aden y Constantinopla eran los tres centros de la econom&iacute;a mundial. Kaffa, ahora una ciudad ucraniana llamada Feodosiya, era uno de los puertos m&aacute;s importantes del mundo y la alejada isla de Socotra, 300 millas fuera de las costas de Yemen, era un territorio ferozmente disputado por su posici&oacute;n estrat&eacute;gica de entrada al Mar Rojo. <br />
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Todos estos centros importantes se volvieron lugares atrasados. Las guerras cerraron algunas fronteras y abrieron otras, complicando el comercio a lo largo de la Ruta de la Seda a trav&eacute;s de Asia. Nuevos productos aparecieron, florecieron y fracasaron. Yemen, a principios de 1700, se hizo muy rica con sus exportaciones de caf&eacute;, que hab&iacute;a sido introducido desde Etiop&iacute;a; luego se apag&oacute; cuando sus clientes europeos descubrieron la forma de reducir costos cultivando caf&eacute; en otras partes. Los gobiernos sub&iacute;an o bajaban barreras comerciales e impuestos, alterando de paso el flujo del comercio; los gobernantes en Jap&oacute;n y China alejaron durante siglos a sus pa&iacute;ses de la econom&iacute;a mundial. Los costos de transporte y las tecnolog&iacute;as cambiaron, haciendo factibles patrones de comercio totalmente nuevos; hace medio siglo nadie imaginaba que Estados Unidos obtendr&iacute;a la mayor parte de su ropa en Asia. <br />
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Esta perspectiva hist&oacute;rica ofrece un contrapunto a muchas visiones un tanto fr&iacute;volas sobre Asia. S&oacute;lo porque China e India est&aacute;n gozando de un auge alimentado por el comercio no significa que vayan a florecer. Como Jap&oacute;n, Corea del sur y Taiw&aacute;n han demostrado en d&eacute;cadas recientes, hasta las econom&iacute;as bien manejadas confrontan obst&aacute;culos, y frente a los obst&aacute;culos las sociedades tienden a volverse hacia adentro. . &iquest;Querr&aacute; China proyectar su poder globalmente mientras hace frente a lo que podr&iacute;a ser un masivo exceso de capacidad en manufactura, edificios de oficinas y departamentos urbanos de lujo?<br />
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Es poco probable que persistan las condiciones que facilitaron el explosivo crecimiento de China, India y otras econom&iacute;as asi&aacute;ticas. La provisi&oacute;n aparentemente infinita de trabajo barato ha demostrado no ser tan infinita. India, al parecer, ya est&aacute; sufriendo escasez de trabajadores calificados con dominio fluido de ingl&eacute;s. El crecimiento de Asia tambi&eacute;n se construy&oacute; sobre transporte barato, que permiti&oacute; embarcar hasta los productos m&aacute;s baratos hacia los mercados ricos de Am&eacute;rica del Norte y Europa. Pero los d&iacute;as de la carga barata pueden estar contados a causa de una especial combinaci&oacute;n: suba de precios de la energ&iacute;a, preocupaciones ambientales y de seguridad e infraestructura sobrecargada; todo eso se combina para hacer mucho m&aacute;s costoso mover productos por el mundo. Como resultado, los fabricantes asi&aacute;ticos perder&aacute;n una ventaja importante en los mercados de exportaci&oacute;n.<br />
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Nada de esto niega los impresionantes logros econ&oacute;micos de Asia. Pero s&iacute; sugiere prudencia al proyectarlos hacia el futuro. <br />
En medio del asombro ante el notable &eacute;xito econ&oacute;mico asi&aacute;tico, una historia igualmente notable ha pasado desapercibida. &iexcl;C&oacute;mo es que un pa&iacute;s como Alemania, con sus sueldos altos, seis semanas de vacaciones, estrictas leyes ambientales y grandes cargas jubilatorias logr&oacute; exportar m&aacute;s en 2007 que China, un pa&iacute;s cuya fuerza laboral es 20 veces m&aacute;s grande? &iquest;C&oacute;mo hizo un pa&iacute;s considerado hace diez a&ntilde;os como una v&iacute;ctima de la globalizaci&oacute;n para surgir victorioso? La de Alemania es una historia no de tama&ntilde;o y escala sino de adaptabilidad, inventiva y habilidad de una sociedad democr&aacute;tica para lograr un acuerdo de compromiso entre poderosos grupos de inter&eacute;s frente al cambio econ&oacute;mico global. Esas puedan ser las precondiciones para triunfar en la econom&iacute;a mundial del siglo 21, y Asia todav&iacute;a tiene que demostrar que las puede cumplir.

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