Por Jorge Castro
Lo que esto significa es que en este sistema capitalista unificado por la digitalización, la seguridad ya no puede ser garantizada por el poder militar, y tiene necesariamente un carácter cooperativo y voluntario de naturaleza absolutamente política.
Esta es la razón de la crisis del sistema de seguridad vigente en Europa desde 1991, fundado en el poder militar de la OTAN, como ha revelado en forma inequívoca la Guerra de Ucrania.
La hegemonía unipolar de EE.UU surgida en 1991 con el colapso de la Unión
Soviética se agotó definitivamente en la primera década del siglo XXI con los
fracasos de Afganistán e Irak; y concluyó estructuralmente y en forma irreversible con la crisis financiera internacional de 2008/2009, que puso de relieve la irrupción como fuerza dominante de China/Asia en la economía mundial.
De ahí la extraordinaria fuerza geopolítica de los BRICS. China es la 2da economía del mundo y la primera potencia comercial del planeta. India sería la tercera economía del mundo en 2025 y Rusia es ya la primera potencia energética del sistema, en tanto que Brasil se ha convertido en la primera potencia agro-alimentaria del sistema global.
Por eso allí, en los BRICS, se encuentra nítidamente el nuevo eje del poder en el mundo. De ahí que para la Argentina sea absolutamente central incorporarse a los BRICS, lo que sería un logro de dimensiones históricas de su política exterior, equivalente por su importancia a la constitución del Mercosur en la década del ´90, basada en la alianza estratégica con Brasil.
Los BRICS son una organización absolutamente cooperativa, ajena a todo bloque o alianza militar. Su único y absorbente interés es impulsar un sistema mundial profundamente multipolar.
El ingreso de la Argentina a los BRICS sería uno de los grandes momentos de su historia.
