Yellen dijo en Nueva Delhi que no creía que la desaceleración china vaya a tener un impacto directo importante en Estados Unidos, pero que es probable que los países del sudeste asiático sí se vean afectados.
Hasta ahora, China se ha resistido a aplicar fuertes estímulos fiscales o rescates al sector inmobiliario en problemas, aunque ha recortado las tasas de interés de referencia como parte de los esfuerzos por restablecer la confianza.
La ausencia de un esfuerzo concertado por parte de Beijing contribuyó a la baja del renminbi, que este año cayó más de 6% frente al dólar. La tasa de cambio tocó niveles que solo se habían visto en 2007, cuando los datos arrojaron un cuarto mes consecutivo de declinación de las exportaciones chinas.
Yellen no ofreció ninguna receta específica para los funcionarios chinos, pero dijo que Washington vigila los “desafíos” a los que se enfrenta Pekín, incluyendo “un menor repunte” del gasto de los consumidores después de que se levantaran las restricciones de Covid-19 a principios de este año, así como problemas a más largo plazo como la deuda en el sector inmobiliario y el declive demográfico.
Los estrategas del mercado de divisas afirman que, a menos que Pekín ponga en marcha importantes medidas de estímulo fiscal o que la subida generalizada del dólar empiece a desvanecerse, hay pocas posibilidades de que la moneda china cambie de rumbo.