La bonificación promedio, US$ 125.000, también es un máximo nominal y supera en 9,4% los US$ 114.300 de 2004. No obstante, ajustando por inflación –o sea, a dólares actuales-, el récord total sigue en 2000, con US$ 22.300 millones.
Si bien muy amplios, los beneficios no se reparten con equidad. “Cuando hay marea, todo los barcos suben. Pero, mientras algunos miles de directivos obtienen de un millón para arriba, la inmensa mayoría recibe apenas US$ 10.000. Todos ganan, sí, pero la distribución no es justa ni, a menudo, lógica”, así opina Johnson & Associates, consultoría especializada en retribuciones a personal superior.
Naturalmente, los presidentes o directores ejecutivos de Wall Street quedan cómodos al frente. Henry Paulson (Goldman Sachs) se ganó un “aguinaldo” de US$ 38 millones en 2005. Richard Fuld (Lehman Brothers) recibió un “premio” de USA$ 14.900.000 en acciones sin derecho a venta durante cierto plazo. John Mack, que se hizo cargo de Morgan Stanley y su crisis en la cúpula, obtuvo US$ 11.500.000 por apenas seis meses de labor.
Por supuesto, esos dineros no su usan para satisfacer necesidades básicas ni se reinvierten en la compañía ni se dedican a beneficencia. No. Como señala la consultora Thomson, Finance, esos fondos “ya han sido asignados o gastados en bienes raíces, mansiones en Shangrilá o Xanadú, arte caro –no necesariamente valioso- y otros lujos. Música, libros y cultura en serio, para nada.
Como es natural, resultados y desempeño bursátil varían según sectores. Pero, en 2005, primaron actividades de trasfondo especulativo. Tales como transacciones de valores, préstamos, asesoría de emisiones o búsqueda de financiamiento. Cerca de US$ 1,8 billón en fusiones y adquisiciones se llevó a cabo (calcula Merrill Lynch), contra 1,3 billón en 2004 (un incremento de 38,5%).
Sin duda, las transnacionales o multinacionales se quedaron con la parte del león, lo cual explica –también- el predominio en utilidades de bancas y firmas de valores. De acuerdo con Thomson Finance, las emisiones provenientes de Europa occidental, con US$ 2,46 billones, representaban 13% de avance. Las japonesas, con US$ 276.000 millones, subían 10%. Las colocaciones norteamericanas, si bien mayores (US$3,02 billones), han aumentado apenas 4%. Además, ninguna compañia estadounidense figura entre las diez mayores tomadoras públicas de fondos.
El grueso de las utilidades en Wall Street, efectivamente, se origina en el propio casino. Por otra parte, una creciente cantidad de sociedades destinan recursos propios para apostar sobre el tapete y ya no apelan a los intermediarios profesionales. “Este auge de emisiones y colocacíones no se origina en bancas de inversión y se mantiene, aunque las tasas se presenten poco favorables”, subraya Johnson & Associates.
En números, los ingresos de bancas y firmas de valores crecieron 44,5% durante los tres primertos trimestres de 2005. Con eso, alcanzaban el pico de 200, hasta ahora sin precedentes, En ese clima, la prime quincena de enero vivió una modesto repunte, para lkuego ceder, también por escasdo margen.
La bonificación promedio, US$ 125.000, también es un máximo nominal y supera en 9,4% los US$ 114.300 de 2004. No obstante, ajustando por inflación –o sea, a dólares actuales-, el récord total sigue en 2000, con US$ 22.300 millones.
Si bien muy amplios, los beneficios no se reparten con equidad. “Cuando hay marea, todo los barcos suben. Pero, mientras algunos miles de directivos obtienen de un millón para arriba, la inmensa mayoría recibe apenas US$ 10.000. Todos ganan, sí, pero la distribución no es justa ni, a menudo, lógica”, así opina Johnson & Associates, consultoría especializada en retribuciones a personal superior.
Naturalmente, los presidentes o directores ejecutivos de Wall Street quedan cómodos al frente. Henry Paulson (Goldman Sachs) se ganó un “aguinaldo” de US$ 38 millones en 2005. Richard Fuld (Lehman Brothers) recibió un “premio” de USA$ 14.900.000 en acciones sin derecho a venta durante cierto plazo. John Mack, que se hizo cargo de Morgan Stanley y su crisis en la cúpula, obtuvo US$ 11.500.000 por apenas seis meses de labor.
Por supuesto, esos dineros no su usan para satisfacer necesidades básicas ni se reinvierten en la compañía ni se dedican a beneficencia. No. Como señala la consultora Thomson, Finance, esos fondos “ya han sido asignados o gastados en bienes raíces, mansiones en Shangrilá o Xanadú, arte caro –no necesariamente valioso- y otros lujos. Música, libros y cultura en serio, para nada.
Como es natural, resultados y desempeño bursátil varían según sectores. Pero, en 2005, primaron actividades de trasfondo especulativo. Tales como transacciones de valores, préstamos, asesoría de emisiones o búsqueda de financiamiento. Cerca de US$ 1,8 billón en fusiones y adquisiciones se llevó a cabo (calcula Merrill Lynch), contra 1,3 billón en 2004 (un incremento de 38,5%).
Sin duda, las transnacionales o multinacionales se quedaron con la parte del león, lo cual explica –también- el predominio en utilidades de bancas y firmas de valores. De acuerdo con Thomson Finance, las emisiones provenientes de Europa occidental, con US$ 2,46 billones, representaban 13% de avance. Las japonesas, con US$ 276.000 millones, subían 10%. Las colocaciones norteamericanas, si bien mayores (US$3,02 billones), han aumentado apenas 4%. Además, ninguna compañia estadounidense figura entre las diez mayores tomadoras públicas de fondos.
El grueso de las utilidades en Wall Street, efectivamente, se origina en el propio casino. Por otra parte, una creciente cantidad de sociedades destinan recursos propios para apostar sobre el tapete y ya no apelan a los intermediarios profesionales. “Este auge de emisiones y colocacíones no se origina en bancas de inversión y se mantiene, aunque las tasas se presenten poco favorables”, subraya Johnson & Associates.
En números, los ingresos de bancas y firmas de valores crecieron 44,5% durante los tres primertos trimestres de 2005. Con eso, alcanzaban el pico de 200, hasta ahora sin precedentes, En ese clima, la prime quincena de enero vivió una modesto repunte, para lkuego ceder, también por escasdo margen.