<p>Esa revelación hizo caer las acciones de UBS el jueves y el viernes en Nueva York y Zürich. Según sostiene el procurador, ya estallada a crisis de malas hipotecas, dos sectores de la entidad “siguieron colocando bonos a tasa variable y de alto riesgo como si fuesen seguros”. <br />
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Eran obligaciones al borde del colapso, detalle que no se les explicaba a los clientes. La maniobra era igual a la usada para colocar bonos argentinos en 1997/01, cuando ya eran chatarra y la convertibilidad se hacía pedazos. Ahora, Cuomo tiene en la mira otras dieciocho bancas, por lo mismo que UBS. <br />
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Pero hay un factor nuevo: la justicia va a las propias raíces de la crisis hipotecaria y su fruto, la crediticia. Alrededor de US$ 450.000 millones en quebrantos es lo que ambas le costaban, a fin de junio, al sistema financiero norteamericano. Su trasfondo es claro: la enorme brecha entre valores nominales y reales en paquetes de títulos y obligaciones armados a partir malas hipotecas. <br />
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Probablemente, el detonante del nuevo escándalo radique en una masa de US$ 330.000 millones en bonos a tasa de subasta (BTA) colocados desde febrero. Estos papeles ofrecen rendimientos fijados en remates diarios semanales o mensuales, pero son detalles que deben explicarse a los tomadores finales (o sea, el público). <br />
El caso UBS es emblemático: hasta el fin de semana, su cartera de BTA suma 50.000 operaciones, de las cuales 7.000 en Nueva York. Como esta especie de chatarra es irrevendible a valor nominal, Cuomo exige a los suizos rescatar títulos a valor nominal, o sea US$ 25.000 millones. Peter Kurer, el distante presidente, se ha llamado a silencio y su puesto peligra.</p>
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Union des Banques Suisses, acusada de estafar inversores
Andrew Cuomo, fiscal del estado neoyorquino, pone en el banquillo a dos divisiones de la banca hélveta. En un fraude por US$ 25.000 millones, colocaron títulos derivados de malas hipotecas, sin aclarar de qué se trataban realmente.