Una semana decisiva en el precio del petróleo

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Rusia y la OPEP deciden si siguen con el mismo nivel de ventas.

Lo que ayer parecía imposible hoy es realidad. Y dentro de un año será tal vez un curioso recuerdo, ya que todo puede ser distinto. Este axioma puede aplicarse, casi sin excepción a todos los temas de la economía y la geopolítica global.

Un caso muy ilustrativo es el mercado petrolero y el precio del barril de crudo. Hace un año, el precio del barril de crudo que es referente de los mercados, estaba en su punto más bajo. Todos los países compradores estaban con inventarios abultados, el crudo llegó a estar por los suelos: US$ 40 el barril. Estados Unidos se insinuaba ya como un gran productor de shale oil, que podía competir en breve con los principales exportadores.

Entonces Arabia Saudita diseñó un plan audaz. En lugar de que la OPEP se dedicara, como lo hizo durante décadas a aumentar cada vez el precio del barril, esta vez optaría por lo contrario. Los socios del cartel (muchos de ellos a regañadientes) siguieron a Riyad y diaminuyeron o congelaron la producción en el nivel requerido.

Faltaba una pieza: Rusia es, después de los sauditas, el segundo exportador mundial de crudo. A pesar del abismo ideológico que separa a ambos países, Moscú entendió la lógica saudita. Impedir el crecimiento del consumo y del precio del crudo, golpearía a los productores marginales de shale oil & gas. Además obligaría a consumir buena parte de los inventarios estratégicos que mantenías casi todas las naciones consumidores. Y así hace ya un año comenzó el acuerdo entre rusos, sauditas y demás miembros de la OPEP (aunque varios de ellos, muy cortos de ingresos, con gran renuencia).

El mecanismo novedoso y con capacidad de estabilidad fue precisamente la reducción de la producción y por tanto de la oferta disponible.

Los resultados fueron satisfactorios para estos curiosos socios. Muchos productores marginales quedaron fuera de juego (no así la producción estadounidense de shale, que con las nuevas técnicas de fracking puede operar con ganancias aún si el barril se sitúa en US$ 35).

Los precios se mantuvieron bajos, y los inventarios estratégicos disminuyeron. Pero en los últimos meses, el mercado comenzó a recorrer un camino inverso, y ahora el barril está en US$ 60, un valor inimaginable hace 12 meses.

En la inminente reunión en Viena, los actores deberán decidir si prorrogan el acuerdo por otros doce meses.

Esa es la intención saudita que suele arrastrar a los demás productores del cártel. Pero hay que ver si Rusia presta su conformidad esta vez. Si bien disfruta de los ingresos derivados del nuevo precio, tiene miedo de que otros productores, ante el nuevo precio, inunden el mercado con crudo y hagan fracasar el resto de la estrategia. Es decir, les preocupa la cantidad de crudo que llegue al mercado. En ese dato ponen el foco. A los sauditas, en cambio, ahora les convienen mejores ingresos, justo cuando están embarcados en una transformación sin precedentes de su economía y de su sistema político.

Los observadores internacionales creen que, finalmente, se renovará el acuerdo por otro año con los
datos de la nueva realidad.

Es difícil entender la transformación de la OPEP. Sus miembros producen 40% del total de petróleo. Sus 14 socios, durante décadas, subieron el precio todo lo que pudieron.

El nuevo escenario hace que muchos analistas duden de la misma subsistencia de la organización. O al menos del poder que supo exhibir en el pasado.

 

 

 

 

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