Un desmedido rebote en las plazas europeas

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De antemano, muchos analistas se habían declarado escépticos sobre el “efecto portugués” (miércoles 12). No parecía creíble que una sola subasta de bonos hiciese subir al unísono el euro -pasó de US$ 1,295 a 1,335- y algunas bolsas.

<p>Pocos daban cr&eacute;dito: Londres, Par&iacute;s, Francfort, Nueva York &ndash;el Dow Jones 30 marcaba un r&eacute;cord, 11.755,4- subieron s&oacute;lo porque Lisboa coloc&oacute; t&iacute;tulos soberanos. En tiempos normales, ser&iacute;a natural, m&aacute;s no cuando Portugal est&aacute; al borde de un rescate. El suave repliegue burs&aacute;til del jueves le dio la raz&oacute;n.<br />
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No obstante, estos vaivenes reflejan un rasgo que los norteamericanos no suelen comprender: en la Eurozona la deuda p&uacute;blica alimenta el sistema financiero privado. No hay una Reserva Federal que sirva de polea transmisora. Por ejemplo, un banco l&iacute;der en la regi&oacute;n tiene no menos de &euro; 150.000 millones en bonos soberanos de deuda. <br />
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Tan estrechos son los v&iacute;nculos entre finanzas p&uacute;blicas y privadas que ambas s&oacute;lo pueden mejorar o empeorar juntas. As&iacute; pues, ciertos altibajos macrosc&oacute;picos del mercado suelen dar se&ntilde;ales operativas. Sean positivas, sean negativas. Pero, a diferencia de los bancos centrales, el sector privado puede asumir posiciones especulativas maniobrando con bonos prestados. Por ejemplo, venden si esperan bajas &ndash;realiment&aacute;ndolas- o, como sucede estos d&iacute;as, compran o restituyen esos activos si la perspectiva es alcista.<br />
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&iquest;F&aacute;cil? S&oacute;lo si acciones y bonos convalidan ese optimismo a corto plazo. De lo contrario, hay peligro de perder. Por ejemplo, si el freno del jueves contin&uacute;a durante el fin de semana y hace deshacer posiciones, la &ldquo;minieuforia portuguesa se habr&iacute;a esfumado.<br />
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