Tras semanas de estancamiento por la insistencia del presidente francés Jacques Chirac en proteger a su anacrónico sector agrícola, un acuerdo parcial limitará –no mucho- prácticas que llevan más de cuarenta. En efecto, a principios de los 60, Edgar Faure (ministro agrícola en el gobierno de Charles de Gaulle, donde hacían sus pininos los jóvenes Chirac y Trichet) creó un oneroso sistema para subvencionar la producción rural, ya entonces incapaz de competir con exportadores latinoamericanos, africanos e, inclusive, europeos.
Si bien el grueso de las prebendas subsistirá, en su mayor parte se vincularán ahora a la extensión de cada campo y a que sus explotadores respeten el equilibrio ecológico. Técnicamente, el nuevo sistema llevará a menores subsidios monetarios. De paso, podría descongelar tratativas en otros aspectos comerciales; en particular, uno que obsede a Estados Unidos, Gran Bretaña, Alemania y Japón: el amparo a patentes, marcas y derechos de propiedad intelectual (un tema que suele exagerarse en los negocios virtuales).
Por otra parte, la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE, club de países ricos cuyos elencos técnicos e ideológicos adhieren todavía al mercantilismo y a la ortodoxia monetarista) carga las tintas estadísticas sobre la UE. De acuerdo on proyecciones propias a 2001, Bruselas gastaba US$ 103.940 millones anuales en proteccionismo agrícola, contra “apenas” 54.715 millones de EE.UU. –pero sin incluir exportaciones subvencionadas, o sea “dumping”- y 52.750 milllones de Japón. Por lo visto, el “club” con sede en París ignora que, ya en 2003, Washington gasta US$ 170.000 millones en subsidios y otras formas de proteccionismo.
Tras semanas de estancamiento por la insistencia del presidente francés Jacques Chirac en proteger a su anacrónico sector agrícola, un acuerdo parcial limitará –no mucho- prácticas que llevan más de cuarenta. En efecto, a principios de los 60, Edgar Faure (ministro agrícola en el gobierno de Charles de Gaulle, donde hacían sus pininos los jóvenes Chirac y Trichet) creó un oneroso sistema para subvencionar la producción rural, ya entonces incapaz de competir con exportadores latinoamericanos, africanos e, inclusive, europeos.
Si bien el grueso de las prebendas subsistirá, en su mayor parte se vincularán ahora a la extensión de cada campo y a que sus explotadores respeten el equilibrio ecológico. Técnicamente, el nuevo sistema llevará a menores subsidios monetarios. De paso, podría descongelar tratativas en otros aspectos comerciales; en particular, uno que obsede a Estados Unidos, Gran Bretaña, Alemania y Japón: el amparo a patentes, marcas y derechos de propiedad intelectual (un tema que suele exagerarse en los negocios virtuales).
Por otra parte, la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE, club de países ricos cuyos elencos técnicos e ideológicos adhieren todavía al mercantilismo y a la ortodoxia monetarista) carga las tintas estadísticas sobre la UE. De acuerdo on proyecciones propias a 2001, Bruselas gastaba US$ 103.940 millones anuales en proteccionismo agrícola, contra “apenas” 54.715 millones de EE.UU. –pero sin incluir exportaciones subvencionadas, o sea “dumping”- y 52.750 milllones de Japón. Por lo visto, el “club” con sede en París ignora que, ya en 2003, Washington gasta US$ 170.000 millones en subsidios y otras formas de proteccionismo.