Tras los ataques de al-Qaeda sobre Manhattan y el Pentágono, Wall Street cerró seis días. Pero no eran hechos ligados a la economía, la banca ni la bolsa. Se trataba de un gigantesco golpe político, que no se ha repetido hasta hoy, pese a los fantasmas que obseden desde entonces a George W. Bush y sus apóstoles de la seguridad como valor absoluto.
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<p>Por supuesto, los aviones que se estrellaron en las torres gemelas pulverizaron oficinas de Morgan Stanley, Lehman Brothers, Deustche Bank Nueva York, etc. Muchos ejecutivos y operadores perecieron. Pero el mercado electrónico continuo reasumió negocios horas después del desastre. En otras palabras, el nuevo “viernes negro” de esta semana (a 79 años del jueves negro original, 1929) pudo haberse evitado o paliado e algún punto de la rueda y no sólo en Wall Street. En días venideros, el 4 de noviembre podrían servir como globo de ensayo. </p>
<p>Aferradas a una ortodoxia que sacraliza esos negocios, pero no la economía física, autoridades bursátiles en Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia u Holanda sostuvieron que “suspender las ruedas es impensable”. Así afirmaron los hugonotes que manejan la comisión de valores francesa. Como esa posibilidad no figuraba en medios serios, cabe sospechar que se barajaba en altos círculos políticos, no financieros. </p>
<p>En verdad, al asunto había sido abordado por nadie menos que el presidente Nicolas Sarkozy, durante la reciente reunión con José Luis Rodríguez Zapatero, donde participaba Christine Lagarde, ministra de economía francesa. Lejos de mitos timberos, el economista Nouriel Roubini, fue terminante: “Estos mercados ya no funcionan racionalmente. En cualquier pánico, todos venden y la volatilidad hace imposible comprar acciones. Sería pues momento de que los gobiernos –no las bolsas- contemplen suspensiones parciales o totales”. Este experto predijo, a fines de 2006, que el Dow Jones 30 cedería hasta cerca de ocho mil puntos en un par de años. El viernes estaba en 8.379. </p>
<p>Sin grandes firmas de valores mutadas en bancas de inversión -sus analistas ya no podían asesorar al inversor, pues eran juez y parte-, hoy difuntas, malvendidas o convertidas en bancas comerciales, ya no quedan opciones. Por otra parte, el desprestigio de la SEC le impide ejercer papeles preactivos, verbigracia suspender operaciones. Mucho menos cabe esperar eso –apunta Reich- de Henry Paulson (hombre de Goldman Sachs) o Benjamin Bernanke (Reserva Federal), que comparten el mismo mito: son entidades demasiado grandes para dejarlas quebrar”. </p>
<p>Pero “también lo eran otrora Standard Oil Trust, US Steel, AT&T, Pan American, Worldcom y tantas más”. Si persisten esas actitudes, la economía norteamericana “terminará ahogada por mastodontes desmesurados, capaces de paralizar la clase política”. Exactamente, el temor de Sarkozy, Angela Merkel y otros jefes de gobierno. </p>
Si Wall St. cerró tras los ataques de 2001 ¿por qué no durante esta crisis?
O falta imaginación ahora o el mega-atentado del 11/IX, no relativo a factores financieros, suscitó una reacción desmedida. Robert Reich tiene otra explicación: los colosos bursátiles eran ficticios y tenían pies de barro, si no de humo.