Helmut Schmidt viene criticando desde 2006 a las bancas de inversión, o sea firmas de valores mutadas en máquinas especulativas vía derivados y otros instrumentos volátiles.”Ahora –señala- vemos las consecuencias en Estados Unidos, Alemania y el resto de Europa occidental. La industria automotriz es ejemplo patente de crisis. No sólo en esos mercado sino también en China, Brasil y hasta Japón mismo”.
Naturalmente, “la economía alemana es un caso especial, por la dependencia de las exportaciones. Su peso en el producto bruto interno pasa de 46%, contra apenas 10% en EE.UU. Resulta irónico que, si Berlín subsidia las ventas de vehículos al exterior, se beneficia la demanda de nuestros autos en otros países”.
Por ende, la federación y los estados componentes “no pueden encarar políticas coyunturales por sí solos. Esto se vio durante las crisis petroleras de los años 70”. En lo atinente el negocio banquero, “debiera promoverse el refuerzo del capital propio, como sucede normalmente con la banca comercial y no con la de inversión. Esto abarca extremos tan grotescos como los fondos de cobertura, establecidos generalmente en refugios extraterritoriales, inclusive dentro de la Unión Europea”.
Entre los objetos de crítica preferidos por el ex canciller se destaca Londres como centro financiero, no como capital de una economía secundaria. “Es muy probable que la influencia internacional de la ‘City’ vaya cediendo. Pese al respaldo tácito que le confieren el mercado alemán y sus exportaciones de capital y bienes”. Luego de esta crisis occidental, que repercute en economías emergentes, sería suicida “mantener el papel de Londres y Wall Street o del dólar como claves financieras mundiales”.
Helmut Schmidt viene criticando desde 2006 a las bancas de inversión, o sea firmas de valores mutadas en máquinas especulativas vía derivados y otros instrumentos volátiles.”Ahora –señala- vemos las consecuencias en Estados Unidos, Alemania y el resto de Europa occidental. La industria automotriz es ejemplo patente de crisis. No sólo en esos mercado sino también en China, Brasil y hasta Japón mismo”.
<p>Naturalmente, “la economía alemana es un caso especial, por la dependencia de las exportaciones. Su peso en el producto bruto interno pasa de 46%, contra apenas 10% en EE.UU. Resulta irónico que, si Berlín subsidia las ventas de vehículos al exterior, se beneficia la demanda de nuestros autos en otros países”. Por ende, la federación y los estados componentes “no pueden encarar políticas coyunturales por sí solos. Esto se vio durante las crisis petroleras de los años 70”. En lo atinente el negocio banquero, “debiera promoverse el refuerzo del capital propio, como sucede normalmente con la banca comercial y no con la de inversión. Esto abarca extremos tan grotescos como los fondos de cobertura, establecidos generalmente en refugios extraterritoriales, inclusive dentro de la Unión Europea”.</p>
<p>Entre los objetos de crítica preferidos por el ex canciller se destaca Londres como centro financiero, no como capital de una economía secundaria. “Es muy probable que la influencia internacional de la ‘City’ vaya cediendo. Pese al respaldo tácito que le confieren el mercado alemán y sus exportaciones de capital y bienes”. Luego de esta crisis occidental, que repercute en economías emergentes, sería suicida “mantener el papel de Londres y Wall Street o del dólar como claves financieras mundiales”.</p>
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